José Miguel Lara*
En el actual entorno de interconexión económica global una de las funciones básicas del director financiero (CFO, por sus siglas en inglés) radica en la búsqueda de fuentes de financiación o de eficiencia para las principales actividades de la empresa.
Una de esas actividades -quizás, la que de forma más exponencial ha transformado el mundo empresarial y a la humanidad- es la innovación: desde la más disruptiva desde un punto de vista científico y tecnológico, hasta la que se basa en una forma diferente de hacer las cosas y que aporta valor añadido, la innovación ha sido, es y será un factor fundamental en el devenir de las empresas.
Los departamentos financieros no pueden estar exentos de la innovación. La implantación de soluciones tecnológicas capaces de ofrecerles una visión de los datos en tiempo real -así como sus interpretación y las predicciones de futuros escenarios que pudieran darse- son herramientas imprescindibles para la toma de decisiones estratégicas, de eficiencia, riesgo e inversión.
Ya es una evidencia que las aplicaciones basadas en tecnologías como el Big Data, el blockchain y la inteligencia artificial van a transformar el modo en el que éstos se relacionan con sus colaboradores y clientes pues, de una forma u otra, todas las tendencias Fintech, Insurtech, Legaltech y Proptech, por citar algunas, van a acabar por condicionar el quehacer de la figura del CFO.
Puesto que hablamos de tendencias, otra actual es la que se plasma en la forma de innovar de las empresas mediante la colaboración con el ecosistema de innovación y en sintonía con la ebullición de emprendedores y startups. En este contexto y de forma creciente, el ámbito financiero va a tener que lidiar con la toma de decisiones en materia de fusiones y adquisiciones (M&A) como consecuencia de la necesidad de colaborar, participar o adquirir firmas de base tecnológica que puedan sumar al propio negocio un valor diferencial que le permita seguir existiendo y creciendo.
Bajo este paradigma, resulta un imperativo tener claro cómo nuestra empresa puede financiar las actividades innovadoras que nos posicionarán en el mercado y nos permitirán ser más competitivos. Porque lo relevante es que existen diferentes instrumentos que las administraciones públicas ponen a nuestro alcance (un hecho que también se da en una gran parte de los países de la OCDE) para motivar las inversiones en I+D+i.
En síntesis, estos responden a una doble tipología: por un lado, los incentivos de naturaleza fiscal (a saber: deducciones del Impuesto sobre Sociedades, Patent Box y bonificaciones a la Seguridad Social por personal investigador, entre otros); de otra parte, los incentivos de carácter presupuestario (esto es, ayudas y subvenciones públicas de los diferentes estamentos públicos y territoriales).
El hecho de conocer cómo puede financiar la empresa los proyectos de innovación de forma gratuita o en mejores condiciones de lo que podríamos hacerlo es primordial para la competitividad, toda vez que el desarrollo tecnológico tiene cierto riesgo que los incentivos nos ayudan a cubrir, no sólo a escala nacional, sino también internacional. Y es precisamente esa visión de la financiación de la innovación a escala global del director financiero la que nos puede ayudar a tomar la mejor decisión de inversión en I+D+i en el momento y lugar más adecuados.
*José Miguel Lara director de Negocio de F. Iniciativas