Las bicicletas y motos, tanto de Uber Eats, como de Glovo o Deliveroo inundan las calles de las principales ciudades. Decenas de riders se agolpan en los restaurantes de moda para esperar un nuevo pedido.
Pero entre las mochilas de los repartidores, no siempre hay comida. Glovo ofrece otro tipo de servicios como, por ejemplo, productos de supermercado o de farmacia. Algo que, de momento, no va a hacer Deliveroo. O al menos esa sensación deja el fundador de la compañía, Will Shu.
"Tengo claro que queremos ser la empresa de comida definitiva. ¿Qué significa esto? Que no vamos a vender productos de farmacia, ni vamos a ir a buscar pedidos. Queremos profundizar en la comida", dice en clara alusión a uno de sus principales rivales.
En este sentido, y ante tanta competencia, parece complicado adivinar cuál es el devenir de su empresa y de las compañías rivales. Todas mueven ficha, pero parece una quimera conocer la situación real de las mismas en un lustro.
"Es tremendamente complejo saber cuál va a ser el futuro. No me imagino la realidad de Deliveroo en cinco o diez años. De hecho, tengo problemas para predecir cómo será dentro de doce meses", valoró a EL ESPAÑOL.
No obstante, Will Shu deja entrever cómo se imagina su compañía. "Llegará un punto en el que podamos ver también reviews de restaurantes, y utilizar la aplicación de Deliveroo para ver qué restaurantes hay a su alrededor; y no sólo pedir a domicilio. Trabajar en un modelo donde la comida es barata y ofreces comidas a un edificio de oficinas. Cosas similares", sentencia.