Todo comenzó cuando MásMóvil derrotó a Zegona (un fondo británico especializado en 'telcos') en la batalla por Yoigo, en 2016. La ssociedad de inversión, que por aquel entonces sólo controlaba la asturiana Telecable, y que fracasó por su incapacidad de cortejar adecuadamente a ACS, se había quedado sin opciones. Su futuro en España estaba en entredicho.
El objetivo de los ingleses había sido comprar Yoigo y después, hacer lo propio con Pepephone. Hubo un fin de semana, durante el periodo de negociaciones en exclusiva que mantuvieron con Teliasonera, antiguos dueños del cuarto operador, en el que parecía que todo estaba cerrado. Pero todo se torció.
Másmóvil, que era más ágil y se jugaba la vida, resolvió la jugada haciendo exactamente lo contrario: compró primero Pepephone tras una negociación a contrarreloj con sus propietarios, Javier Hidalgo y Rosauro Varó, y consiguió así la credibilidad suficiente para conseguir un caballero blanco que le permitió hacer una fuerte apuesta por Yoigo.
Una opción alternativa
Zegona se quedó completamente KO, pero el CEO de Telecable, Alejandro Martínez Peón, que actuaba como su interlocutor en España y que hoy es consejero delegado de Prisa Noticias, no se rindió y les presentó una opción alternativa: traer Virgin a España. Para ello, contaba con varios ases en la manga.
Uno de ellos era su buena relación con Telefónica, compañía en la que había sido un directivo con mucha proyección. El otro, que en la negociación por Pepephone a MásMóvil se le quedó un cabo suelto. Concretamente, el ex consejero delegado de la compañía, Pedro Serrahima.
MásMóvil, a diferencia de lo que es normal en operaciones de este tipo, nunca forzó una cláusula de no competencia con el directivo. Y, al mismo tiempo, nunca hizo esfuerzos serios para fidelizarle para su nuevo proyecto.
¿Cuál era la solución ideada por Martínez Peón? Conseguir un acuerdo mayorista de fibra y móvil con Telefónica; usar la marca Virgin, aprovechando que los dueños de Zegona procedían de dicha compañía, y poner al frente de la operación a Serrahima.
Esta propuesta contó con muchas opciones de salir adelante. Serrahima no veía con malos ojos la idea y le parecía una forma de volver a desarrollar el modelo de operadora que había ideado con Pepephone. Zegona consiguió aprobación para el uso de la marca en España, y con bastante facilidad. Aunque las negociaciones sólo fueron preliminares, Movistar escuchó con atención.
La operación se frustra
La operación Virgin en España sólo se frustró por dos motivos. El más importante, que Zegona tenía la opción Euskaltel entre manos y que ésta fue, finalmente, la escogida. El segundo, que Serrahima aceptó el cargo de director general en Globalia, que ocupó durante un año antes de salir del coloso turístico para liderar la estrategia multimarca de Telefónica con O2. Otra marca británica, como Virgin, y en la que está desplegando sus habituales normas éticas de sencillez y transparencia.
¿El problema de Zegona? Que hizo la apuesta equivocada. Euskaltel es una compañía enormemente burocratizada y controlada por las necesidades de la clase política vasca, que incluso cuando compró Telecable y la gallega R demostró su incapacidad para crecer y salir fuera de sus zonas de confort.
Mientras MásMóvil crecía a ritmos desaforados, Euskaltel se convirtió en una máquina de generar caja y márgenes sin mucha ambición, centrada en trabajarse a clientes empresariales e institucionales pero completamente alejada de la verdadera batalla que se libraba en España. La guerra por el consumidor.
Ahora, Zegona vuelve a querer ser protagonista en Euskaltel y lo hace rescatando el plan Virgin, una idea que era buenísima hace dos años, cuando MásMóvil todavía no se había convertido en una amenaza para los resultados de Movistar, Orange y Vodafone. ¿Pero ahora?
Los defectos de Euskaltel
Está por ver que Zegona consiga el control en Euskaltel y se quite de encima a su presidente, Alberto García-Erauzkin -que es más del PNV que de la operadora-, y a su consejero delegado, Francisco Arteche. Desde luego, la idea de devolver al mercado español a José Miguel García, es muy atractiva. Hablamos del hombre que convirtió el despojo que llegó a ser Jazztel nada más aterrizar en ella Leopoldo Fernández Pujals, en una operadora muy competitiva que terminó siendo comprada por Orange.
Tanto, que hay analistas que se plantean si Zegona no estará más interesada en utilizar todos estos atractivos argumentos no para rejuvenecer Euskaltel, sino para intentar que alguno de los tres grandes operadores la compre y evitar así la entrada de un nuevo competidor en el mercado, con Vodafone como el eterno candidato para hacerse con el cable del norte. Y es que están por ver las resistencias que pone el núcleo duro vasco, más empeñado siempre en tener una operadora euskera que en hacer una competitiva.
Si Zegona quiere el control necesita alianzas serias con Alba y con Capital Research que le permitan tomar el control del consejo para convertir una compañía que hasta ahora era la Suiza de la guerra de las telecomunicaciones en un competidor serio.