A escasos días del relevo en la presidencia de la CEOE, que pasará a ocupar Antonio Garamendi, me he reunido con viejos amigos que forman parte de las organizaciones y empresas que la componen. Un reencuentro en el que yo esperaba que cundiera el rollito paz y amor, pero del que salí sorprendida por el mosqueo que tenían encima.
El enfado no era con Garamendi, ni con el equipo saliente de Rosell. Era con sus propios compañeros de organización. En concreto, con José Manuel Entrecanales y con Juan Roig, que fueron los artífices de las críticas contra la CEOE que se escucharon durante el pasado congreso del Instituto de Empresa Familiar.
“Nuestros interlocutores sociales no es que no hayan sido ejemplares, es que ni siquiera han sido empresarios”, dijo Entrecanales. Unas palabras que complementaba Juan Roig cuando animaba a los empresarios a reivindicarse y a salir públicamente a decir lo que son quitándose los complejos.
Al parecer, algunas de las compañías que están en la patronal, y algunas de las organizaciones sectoriales que la componen se lo han tomado a mal. Consideran que es un ataque contra la línea de flotación de CEOE. Incluso algún colega muy lanzado se preguntaba cómo es posible que, si tanto interés tienen en que haya una nueva forma de representación, ninguno haya dado un paso al frente para presidir la gran patronal.
Otros, en cambio, me explicaban que era algo mucho más natural. “Se trata de mover el árbol ante la llegada del nuevo presidente”. En definitiva, de recordar al nuevo presidente que sigue pendiente una reforma de los órganos de representación en la CEOE para dar más peso a la empresa frente a las organizaciones sectoriales.
Se trata de un eterno debate dentro de la patronal. Rosell intentó abordar el tema, pero tuvo que dejarlo a un lado ante las grietas que estaba abriendo en el interior de CEOE, me decían. Así que -deduzco- que Garamendi tendrá también que intentar llevar a cabo ese cambio.
“Es importante que se haga” me decía otro de mis amigos. “¿Te acuerdas del Consejo Empresarial por la Competitividad impulsado por Alierta? Pues en parte su constitución se debía a eso, a que la gran empresa se siente infrarrepresentada y, por tanto, que CEOE no defiende sus intereses”.
“¿Existe la posibilidad de que vuelva a surgir una iniciativa parecida?”, pregunté. “Por ahora no, pero si las cosas no cambian no puede descartarse”, me dijeron quienes conocían lo que se cuece en el interior del edificio de Diego de León en Madrid.
¿Resumen de todo? Garamendi, toma nota.