Marcos de Quinto vaticina una nueva era para los ejecutivos de las grandes empresas. Una etapa que vendrá marcada por la transparencia, y en la que tendrán que responder ante el consumidor por cuestiones a las que nunca antes se habían tenido que enfrentar.
Un cambio que se producirá por la exigencia social que ha pasado de no hacerse preguntas, a querer saber cómo impactan las empresas ante la sociedad y, ahora, se preguntarán quiénes son y cómo son sus líderes.
Eso obligará a que los consejeros delegados, presidentes y otros responsables empresariales tengan que vivir “en despachos de cristal”. Para el que fuera máximo responsable de Coca-Cola en España, tendrán que explicar cuál es su posición sobre temas como el maltrato animal, el medio ambiente, etc.
Un cambio de mentalidad que debe hacer reflexionar a los grandes ejecutivos. A juicio de De Quinto “tienen la obligación de salir a la calle, real y virtual, para conocer qué sucede en la sociedad”. Algo fundamental para conocer de qué manera debe avanzar la empresa que lidera; y pone como ejemplo su propia incursión en Twitter cuando “mis jefes no sabían ni lo que era”.
Comunidad endogámica
Ese conocimiento de la calle al que hace referencia De Quinto ya no se produce. “Los ejecutivos que formamos ahora tienen un problema: que forman una comunidad endogámica”. Se refiere a que se trata de personas que sale con sus amigos de universidad; pasa tiempo libre con sus compañeros de la escuela de negocios; llevan a cabo las mismas lecturas, etc.
“Se pierde perspectiva”, insiste. Sobre todo porque, a su juicio, se ha entrado en una dinámica en el que los máximos responsables de las empresas hacen cosas “de forma utilitarista, porque me conviene. Hago el deporte que creo que me va a convenir, salgo con la gente que creo que me va a resultar útil (y lo llamo networking); leo aquello que creo que me va a ayudar en mi desarrollo profesional”, relata.
Todo esto hace que estemos asistiendo a una generación “con gran preparación académica, pero con grandes carencias vitales y experienciales”, sentencia. Tanto es así que De Quinto considera que en muchas ocasiones la excesiva formación que tienen responde a una falta de seguridad en sí mismos.
Directivos humanos
“Cuando yo estaba aquí en España al frente de Coca-Cola, y me pedían consejo sobre qué máster hacer, o a qué escuela de negocios acudir, les explicaba mi teoría. Y acto seguido, les recomendaba que para ganar confianza se fueran al desierto cinco o seis días sin teléfono móvil. Si sobreviven, están preparados para cualquier cosa”.
Una advertencia que lanzaba desde el V Congreso nacional de directivos de la Asociación para el Progreso de la Dirección (APD). En ella ponía el foco también en la importancia de que los nuevos directivos sean humanos, porque “los valores de las empresas los ponen las personas”. De ahí la importancia, a su juicio, de que estén preparados para desnudarse ante sus clientes y guiar a su empresa.