El actual vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, aseguró a The Hill en 2002 que evitaba situaciones en privado con mujeres para evitar “tentaciones de infidelidad o rumores”. Esta tendencia parece que se ha puesto de moda entre los hombres de Wall St. después del #metoo.
Lejos de concienciar sobre el abuso sexual y la desigualdad de género, el movimiento #metoo ha logrado una consecuencia inesperada: alejar de las esferas del poder económico y corporativo estadounidense a las mujeres. Así lo señala un artículo publicado por Bloomberg, en el que se cita a más de 30 ejecutivos senior que aseguran haber tomado esta decisión: evitar a las mujeres en privado.
El movimiento que nació para empoderar a las mujeres ha terminado perjudicando, otra vez, al sexo femenino. Desde la Financial Women’s Association aseguran que esta situación está afectando negativamente a las carreras profesionales de las mujeres.
Desde FordHarrison, señalan a Bloomberg, que “si los hombres evitan trabajar o viajar con mujeres en solitario, o evitan tutorizar a mujeres por miedo a ser acusados de abuso sexual, esos hombres van a pasar de tener una denuncia por abuso sexual a tener una por discriminación sexual”.
En la misma línea, si esta decisión se establece como común entre los hombres, quienes suelen ocupar los puestos de mayor poder en las empresas, cada vez será más difícil para ellas escalar profesionalmente.