Con agosticidad y alevosía el consejo de Dia cesaba el pasado 24 de agosto a Ricardo Currás como consejero delegado. Dejaba la compañía tras una década al frente de la misma, y tras haber intentado por todos los medios buscar financiación que permitiera coger aire a los supermercados.
La deuda del grupo alcanzaba a 30 de septiembre los 1.100 millones de euros, que están colocados en bonos en el mercado. Una cifra que, en los últimos meses, ha ascendido hasta los 1.400 millones de euros. Por si fuera poco, cuenta con 900 millones de euros comprometidos con los bancos, que ahora mismo se encuentran en fase de refinanciación.
El objetivo de Currás durante las últimas semanas al frente de Dia era lograr convencer a los inversores de que compraran la deuda, logrando así financiación para una empresa que financieramente cada vez estaba más ahogada. Así que inició un pequeño road show en busca de posibles fondos interesados en adquirir nuevos títulos.
Encuentros con fondos
Fuentes conocedoras de algunos de esos encuentros califican de propuestas sin sentido las que el antiguo CEO ponía encima de la mesa. “Hablamos de que ofrecía una rentabilidad del 3,5% a 20 años”, explica una persona que tuvo ocasión de reunirse con él durante esos días.
Las garantías ofrecidas se basaban, básicamente, en el modelo de negocio de Dia que ya por entonces empezaba a padecer grandes tensiones en el mercado. Las mismas fuentes explican que cuando un fondo de inversión se plantea una operación de este tipo, lo que hace es analizar la empresa y su sector; y desde luego no es el mejor que hay para invertir.
Dadas las condiciones que se dan ahora mismo en el mercado, la mayor parte de los posibles inversores exigen unas rentabilidades mucho mayores, explican. El mínimo que pide ahora mismo un fondo de pensiones es del 4,5% a 20 años y con calificación de investment grade como calificación.
Por hacernos una idea, El Corte Inglés en su última emisión de 600 millones en bonos ofrecía un cupón del 3% a cinco años.
La economía de Dia sigue empeorando
En caso de que eso no pueda ofrecerse exigen que haya un aseguramiento de la operación. Sin embargo, las mismas fuentes explican que en el caso de los financieros de Dia las garantías ofrecidas eran una apuesta ciega por el modelo de negocio de la cadena de supermercados.
Los planes de Currás, evidentemente, no fructificaron, dado que fue cesado semanas después. A partir de ahí los acontecimientos se precipitaron con el lanzamiento de un profit warning a mediados de octubre. En él, la compañía reconocía que tenía que revisar las cuentas, suspendía el dividendo y situaba el ebitda para 2018 en el entorno de los 400 millones de euros frente a los 568 millones de un año antes.
Analistas de Bankinter estiman que las pérdidas de la compañía pueden rondar este año los 100 millones de euros, con una caída de las ventas netas del 12%, mientras que para otros actores de la competencia como Mercadona cifra un aumento cercano al 5%.
En este tiempo, Dia ha sido rebajada a bono basura, después de que tanto Moody’s como S&P analizaran la falta de liquidez que puede padecer la compañía. De hecho, en las últimas semanas se ha ido agotando a ritmos agigantados. A 30 de septiembre, tenía disponibles 22 millones de euros, con una deuda a corto plazo a 756 millones de euros.