La última es Turrones Picó. Esta empresa familiar se fundó en los años 20, cuando Antonio Picó Mira abrió el primer obrador y dio los primeros golpes de maza para elaborar este turrón que, por aquella época, se vendía en mercadillos.
La llegada de la Guerra Civil le obligó a parar la producción. Pero solo por un tiempo porque hacia los años 50, coincidiendo con la incorporación de los hijos de la familia a la mesa, ese pequeño obrador se convirtió en una fábrica. Sin embargo, la familia siguió fiel al proceso de elaboración del turrón. Fue aquí cuando la empresa empezó a comercializar sus productos por diferentes puntos de la geografía española.
Turrones Picó es la empresa que fabrica los dulces navideños de las marcas Turrones Picó y Picó 66. Su facturación superó los 15,3 millones de euros y también fue una de las cinco compañías más voluminosas en lo que a beneficio se refiere con casi 476.500 euros.