El caso de la constructora a la que empiezan a pitarle los oídos

Allí me encontré con un viejo amigo que estaba en una afamada constructora que cayó con la crisis. Ahora trata de lanzar su propio proyecto, vinculado -cómo no- con el ladrillo. “¡Hay que aprovechar!”, me dice. 

Me explicó detalles del sector que yo no conocía, como el hecho de que la mano de obra en este momento escasea. “No hay profesionales formados, la crisis ha arrasado con ellos”, relata. Así que “la mano de obra se dispara y encarece todos los proyectos”.  

Todavía me pregunto si es un buen momento para dar un giro a mi carrera profesional. Poniendo ladrillos no me veo, pero siempre fui manitas y la electricidad o el bricolaje no se me dan nada mal. 

En fin, que me lío. El caso es que hablando con mi amiguete sobre el sector me comentaba sobre una afamada constructora que no pasa por sus mejores momentos. Una, me dijo, con importantes proyectos adjudicados en Madrid en este momento, y que tuvo muchos cambios en su dirección el pasado año. 

Según me explicaba, esa empresa, de cuyo nombre no logro acordarme, empieza a ver cómo le pitan los oídos. Es la comidilla del sector, y muchos temen que pueda caer más pronto que tarde si no es capaz de enderezar el rumbo. 

Al parecer, es bastante evidente que tiene problemas económicos y alguno de sus proveedores deja deslizar que empieza a retrasar los pagos. “Algo que no es nada bueno en un sector como el de la construcción”, sentenciaba.

Insistía mi amigo en que se trata de “rumores”, pero también me comentaba que su empresa cayó por lo mismo. Una situación bastante compleja financieramente hablando: llegaron las habladurías al sector y, en cuestión de meses, la situación se había precipitado provocando la caída de la misma. 

“¿Tendrá el mismo final?”, pregunté. “Eso depende de ellos” fue su respuesta.