El Santander no está dispuesto a pagar por un CEO lo mismo que el infladísimo mundo del fútbol paga por un futbolista de primera división. Es por esto que ha renunciado al nombramiento de Andrea Orcel como consejero delegado del grupo, cargo en el que mantiene a José Antonio Álvarez.
Orcel tenía derecho a una serie de remuneraciones por sus años al frente de la banca de inversión de UBS, así como una cláusula de no competencia en caso de irse a una entidad que el banco suizo considerase como competidora. El Santander confiaba en que los suizos dejasen salir sin problemas al ejecutivo, al tratarse de un movimiento desde un banco privado y de inversión a otro básicamente comercial. No ha sido así.
Tal y como ha reconocido la entidad, en los últimos meses se mantuvieron conversaciones relativas a los términos de la salida de Orcel de UBS. Tras esas reuniones, el Santander reconoce que "ha quedado claro ahora" que el coste de compensarle por esta retribución diferida a lo largo de siete años, sumado a otros beneficios que le correspondían por su puesto anterior, ascendía a 54 millones de euros, y que ésta es una suma "significativamente mayor" a la prevista inicialmente.
El consejo de la entidad considera, pues, que "sería inaceptable" para un banco comercial como Santander hacer frente a este contrato, más el sueldo de diez millones anuales que habían cerrado con el italiano.
"Como banco comercial, teníamos que sopesar el alto coste de contratar a un profesional, aunque sea alguien del talento de Andrea Orcel, a quien había que compensar la pérdida de siete años de salario diferido, con nuestra cultura corporativa, que implica compromiso y responsabilidad con nuestros empleados, clientes y accionistas. Por eso, el consejo y yo misma, estamos convencidos de que, pese a que resulta una decisión difícil, hemos tomado la correcta", ha explicado la presidenta de Banco Santander, Ana Botín.
La compañía deberá llevar a cabo este año un fuerte ajuste de su plantilla, tras la fusión con el Popular, y aunque se ha llegado a un protocolo de acuerdo con los sindicatos para evitar salidas traumáticas, la dirección considera difícil conciliar pagar un Ronaldo en un momento en el que la cantera se aprieta el cinturón.
De este modo, José Antonio Álvarez continuará en el cargo de consejero delegado de Grupo Santander y tendrá también la condición de vicepresidente del consejo de Banco Santander, quedando sin efecto su designación como presidente de Santander España.
Asimismo, ha informado la entidad, Rodrigo Echenique, que tiene previsto cesar en su actual cargo de presidente de Santander España en marzo, continuará en el mismo hasta la designación de su sucesor y mantendrá la condición de vicepresidente del consejo de Banco Santander.
Tras estos acuerdos, los vicepresidentes de Banco Santander serán Bruce Carnegie, Rodrigo Echenique y José Antonio Álvarez.
"Sería inaceptable"
El consejo anunció en septiembre de 2018 el nombramiento de Orcel, sujeto a las condiciones habituales, incluidos los seis meses de garden leave.
El consejo de administración de Santander acordó entonces la futura retribución anual que Orcel percibiría como consejero delegado en Santander, en línea con la de José Antonio Álvarez. Sin embargo, en aquel momento, explica la entidad, "no era posible anticipar el coste final para el Grupo de abonar las retribuciones diferidas" que se le habían asignado en su puesto anterior en UBS y que habría perdido al abandonarlo.
Según ha argumento el banco, se procedió al nombramiento sobre la base de una "estimación razonada del coste", de acuerdo con el asesoramiento recibido, los precedentes y las expectativas de que podría revisarse a la baja por la naturaleza de la relación entre ambos bancos y las diferencias en las actividades que llevan a cabo.