Antes de que Car2go, Zity o Emov desembarcaran en Madrid, Paris ya presumía de carsharing. Autolib era la propuesta de un consorcio público-privado que agrupaba a más de 100 municipios de la capital francesa con la empresa Bolloré. El contrato empezó en 2011 y finalizaba en 2023 y la puesta en marcha del proyecto suponía una apuesta por la movilidad sostenible del Ayuntamiento de París.
Autolib estaba formado por una flota de vehículos eléctricos de cuatro plazas, dotados de GPS. Además, los vehículos contaban con una infraestructura pública de carga, con 6.000 estaciones de aparcamiento y recarga distribuidas en la región parisina. Cuando las zonas de carga no estaban ocupadas por un vehículo de Autolib, los propietarios de coches eléctricos podían usarlos para recargar sus baterías. Esta misma semana Car2go ha explicado que utilizará esas zonas de recarga disponibles en París.
Con la administración pública dispuesta a dar un empujón al proyecto, una infraestructura adecuada y una sociedad acostumbrada a compartir el vehículo - el servicio de bicicletas públicas ya estaba en marcha - Autolib pensaba acumular un déficit de unos 40 millones de euros durante los primeros años. Por su parte, los municipios que apoyaron este modelo de carsharing creían que sería capaz de generar hasta 56 millones de euros a partir de 2023.
Una deuda innasumible
Con todo, Autolib logró más de 100.000 suscriptores al año. La compañía ofrecía distintos formatos de abonos: el anual, por 144 euros; el semanal, de 15 euros o el diario, de 10. Además, ofrecía la posibilidad de alquilar el vehículo por minutos, con un coste de 0,32 euros.
Pese a la flexibilidad y el número de usuarios, los responsables del proyecto anunciaron que en 2023, fecha de finalización del contrato, la deuda ascendería hasta los 293,6 millones de euros. Los consistorios parisinos se negaron a hacer frente a la deuda y concluyeron el contrato. El 31 de julio de 2018, Autolib cesó su actividad.
Falta de civismo y rentabilidad
La rentabilidad es uno de los retos del carsharing, lo explican todas las empresas, incluidas las que operan en Madrid. Zity, por ejemplo, apunta a 2020 para conseguir que su proyecto sea rentable. En el caso de Autolib, las cifras fueron mucho peor de lo que se esperaba.
Otros apuntan a un nuevo actor en la movilidad urbana como culpable del fracaso de Autolib y es que la llegada de los patinetes de Lime a París coincidió con la desaparición de este modelo de carsharing.
Por último, varios medios franceses apuntan a la falta de civismo como uno de los motivos por los cuales Autolib dejó de funcionar. Los coches en mal estado o incluso usados para dormir por personas sin hogar llevó a algunos usuarios a dejar de usar este modelo de transporte.
Ahora nuevos operadores como Moov.in Paris o Car2go ofrecen el servicio de carsharing en París y buscan mejor suerte que su predecesor.