Carlos Torres, actual presidente de BBVA, tendrá que actuar con determinación en el caso de las escuchas de Villarejo ordenadas por la entidad financiera, cuando Francisco González era presidente. Pasadas las primeras turbulencias del escándalo, llega el momento de analizar las consecuencias. Y éstas podrían ser mayores de las esperadas, no tanto por los riesgos legales, como por el impacto reputacional que pueda tener.
La imagen del banco ha quedado seriamente dañada, y eso puede suponer una pérdida de confianza por parte de los clientes, pero también de los inversores. Por eso en el mercado y en el sector financiero se espera que el equipo encabezado por el nuevo presidente actúe con contundencia.
La preocupación ha llegado también al regulador. Aunque el Banco Central Europeo opta por no hacer comentarios, EL ESPAÑOL sí ha podido comprobar el malestar de varios de sus miembros con lo que está ocurriendo. No gusta que el segundo banco del país se vea envuelto en un escándalo de escuchas ilegales, asumiendo un riesgo reputacional que puede arrastrar su imagen a nivel internacional por los suelos.
Tras la salida de Francisco González de la presidencia ejecutiva del BBVA y su paso a la presidencia de honor y de la Fundación BBVA, el BCE ya no puede tomar ningún tipo de medida disciplinaria. Otra cosa sería si todavía tuviera algún tipo de responsabilidad. Sin embargo, el equipo de supervisión del banco traslada a sus interlocutores en el edificio de La Vela el malestar existente en Frankfurt por todo lo que ocurre. Después debe ser el equipo de Torres quien adopte decisiones.
¿Y qué tipo de actuación espera el regulador? Pues para empezar una investigación a fondo que esclarezca todo lo ocurrido, un paso que ya se ha dado. Para seguir que, tal y como ha expresado Carlos Torres, se depuren responsabilidades si se ha cometido algún delito.
Las agencias de rating
Una postura similar es la que se mantiene desde las agencias de rating. Es el caso, por ejemplo, de S&P, cuyos analistas miran con lupa todo lo ocurrido estos días y lo que está por venir. Así lo ha explicado su Responsable de Análisis de Instituciones Financieras EMEA, Luigi Motti, quien cree que todavía es pronto para analizar cuáles son las consecuencias que pueden derivarse de lo conocido.
Lo que sí ha dejado claro es que un riesgo reputacional como el que asume el BBVA tras el escándalo de las escuchas debe ser tenido en cuenta. Por ahora, considera que hay que esperar a que la investigación interna y que es “incipiente todavía” dé sus frutos. Después asume que tendrán que analizar la forma en la que eso impacta en el rating de la entidad.
“Tenemos experiencias previas en los que un daño reputacional ha provocado una revisión de la nota crediticia”, señala Motti.
El BBVA tiene en este momento una rating a largo plazo de A- según S&P, una nota que le otorgaba el pasado mes de abril; algo que no lograba desde principios del año 2012. En aquel entonces se destacaba la fortaleza de las franquicias del banco en los países donde opera, su enfoque al incremento y mejora de la rentabilidad al tiempo que buscan avanzar en la digitalización.