Agentes de la Policía Nacional han desarticulado una organización criminal especializada en realizar estafas a través de Internet. El grupo se encontraba asentado en San Fernando (Cádiz) pero contaba con ramificaciones en todo el territorio nacional. Los más de 100 investigados actuaban desde hace varios años, realizando ofertas fraudulentas de todo tipo de bienes de consumo susceptibles de venderse como artículos de segunda mano en plataformas como Wallapop.
Concretamente se les atribuye la comisión conjunta y reiterada de más de 800 denuncias de estafas realizadas a diferentes víctimas de todo el país, con un perjuicio económico que "supera con creces los 190.000 euros".
Para dar mayor credibilidad ante quienes se interesaban por los anuncios, los estafadores creaban perfiles falsos en redes sociales y los vinculaban de forma fraudulenta a documentos de identidad que anteriores víctimas les habían facilitado con la excusa de realizarles un contrato de compraventa.
Posteriormente vendían como suyos
La operación comenzó hace varios años, tras tener conocimiento de la posible existencia de una organización que se dedicaba a estafar a compradores de segunda mano. Con las primeras pesquisas y tras varias denuncias presentadas comprobaron que las personas implicadas usurpaban la identidad de otras para vender productos inexistentes. Para dar credibilidad a sus publicaciones republicaban anuncios reales ya existentes en la misma aplicación de compraventa o en otras similares.
Avanzada la investigación los agentes descubrieron que los implicados buscaban y recopilaban datos de anuncios verdaderos en portales de Internet para obtener información original de artículos que posteriormente vendían como suyos. De esta forma se hacían pasar por compradores, interesándose por estos objetos y solicitando a los ofertantes copias digitales de las facturas, recibos o garantías. Además, a ser posible, intentaban conseguir una copia del documento de identidad del vendedor legítimo.
Posteriormente dicha documentación la empleaban para hacerse pasar por los vendedores reales y acreditar así una falsa disponibilidad de los artículos falsos que ofertaban. Para ello se daban de alta con identidades ficticias en escaparates de comercios digitales y publican anuncios de forma reiterada de artículos inexistentes.
Mándame tu DNI, es que no me fío ¿sabes?
Asimismo, para ganarse la confianza de las personas interesadas en los anuncios, los estafadores enviaban, a los posibles compradores, copias de documentos de identidad reales que habían conseguido previamente y de forma fraudulenta. A su vez, a las nuevas víctimas, les pedían a cambio fotografías de los suyos con cualquier excusa –como por ejemplo realizar un falso contrato de compraventa-, pidiéndoles incluso “selfies” en los que debían posar sosteniendo su DNI.
Después escogían y filtraban esta información robada en función del carácter de las mismas o de la proyección social del afectado. La excusa más frecuente dada por los estafadores para robar los datos a las víctimas era: “mándame tu DNI, es que no me fío ¿sabes?. Ya me han estafado otras veces…”.
Para simular aún mayor veracidad ante quienes se interesan por los anuncios, los estafadores llegaron a crear perfiles falsos en redes sociales, vinculando dichas páginas a esos documentos e interactuando con los clientes mediante dichos perfiles. Los investigadores han detectado más de 130 documentos nacionales de identidad que la organización podría haber utilizado de forma ilegal usurpando la identidad de sus propietarios.
Por lo que, al menoscabo económico sufrido por los perjudicados, en cuanto a la suma del dinero perdido, se le unen los posteriores agravios derivados del hecho de que esa identidad robada sea difundida en la red.