La democratización de la aviación comercial ha traído consigo una serie de efectos secundarios. Por un lado, cualquier ciudadano de clase media puede volar prácticamente a cualquier rincón del planeta a un precio inimaginable hace unos años. Del mismo modo, la experiencia del vuelo está a años luz del lujo y las comodidades de los años dorados de la aviación comercial, allí por las década de los 70.
Las plegarias de los nostálgicos de los tiempos en los que sólo unos pocos podían permitirse surcar los cielos en el interior de un avión operado por la mítica Pan Am, han sido escuchadas. Airbus, de la mano del estudio británico Layer, está trabajando en devolver parte de las comodidades perdidas a los pasajeros del futuro apoyándose en las últimas tecnologías.
El resultado de esta iniciativa se llama Move. Se trata del primer asiento de avión inteligente y quiere marcar las guías de cómo será volar en unos años. Una experiencia que, gracias a los nuevos materiales y a las tecnologías más avanzadas, puede acercar a las filas de la clase turista vivencias de lo más exclusivas.
En noviembre de 2016, Airbus contrató a Layer para llevar a cabo conjuntamente un estudio de concepto de exploración, con el fin de proporcionar diseños e ideas para mejorar la experiencia de la clase económica. Tras el acuerdo, Layer estudió, identificó y cotejó una serie de "puntos dolorosos" que afectan a los pasajeros que viajan en clase económica.
Oportunidad de generar ingresos
Layer desarrolló las bases de una cabina de avión que abordara estos puntos débiles. Además, en el caso de las compañías aéreas, el estudio exploró los posibles servicios generadores de ingresos que el asiento podría facilitar, especialmente porque estaría "conectado".
El estudio ha dado lugar a la preselección de varios conceptos potenciales, uno de los cuales ha sido el proyecto Move.
Este asiento estaría equipado con "materiales textiles inteligentes". Gracias a ellos puede evaluar el bienestar de los pasajeros. Mediante la detección de datos biométricos, como el nivel de hidratación o la calidad del sueño, el asiento puede facilitar "soluciones de bienestar" para los clientes de las aerolíneas.
Los datos podrían incluso permitir a los pasajeros auto-monitorear y controlar las condiciones de sus asientos usando su teléfono inteligente. Del mismo modo, los Move contarían con los más altos niveles de entretenimiento y conectividad.
Este diseño final fue entregado oficialmente a Airbus en octubre de 2017. Pese a tratarse actualmente de un concepto, todo indica que Airbus se ha tomado muy en serio este proyecto, ya que es quien quien posee la propiedad intelectual y los derechos de autor de todos los conceptos de asientos derivados de esta asociación.
El principal punto de contacto con los clientes
La elección del diseño de una cabina de un avión es una de las decisiones más importantes que realiza una aerolínea. Los materiales, la tipología de los asientos, el número de baños y su equipamiento... Durante todo el proceso que comprende desde la venta del billete hasta la recogida de las maletas en la llegada a su destino, por redundante y simple que parezca, el momento en el que un pasajero y la compañía están más tiempo en contacto son las horas que permanece sentado en uno de sus asientos.
Esta experiencia es crucial a la hora de fidelizar a los clientes en el medio y largo plazo. Un momento clave para las aerolíneas, sobre todo en las rutas más lucrativas, en el que el diseño elegido para la cabina es fundamental. La batalla se juega en cada detalle y las aerolíneas, tras años centradas en maximizar la eficiencia, cada día son más conscientes de que en ese punto de contacto se juegan una parte significativa de sus ingresos.
El precio de catálogo del avión más popular de Airbus, el A320neo, ronda entre los 100 y 120 millones de dólares en función del número de unidades que compre la aerolínea o los acuerdos previos que tenga con el fabricante. De ese precio, el coste de la cabina más habitual ronda el 10% del precio total del avión, aunque puede representar desde un 7% hasta un 15%, dependiendo del tipo de aerolínea. Una inversión que la aerolínea hace independientemente al fabricante del avión que, simplemente, se limita a montar este elemento en la fase final de la construcción del avión.
Dependiendo del modelo de negocio por el que opta una aerolínea, podemos distinguir tres tipologías de cabina totalmente distintas: en primer lugar tendríamos a las denominadas low cost. Para estas empresas, lo más importante es maximizar la eficiencia de sus inversiones, por lo que, en el diseño de sus cabinas, estas empresas priman exprimir la máxima capacidad de los aviones. Del mismo modo, estas aerolíneas optan por los materiales más simples y ligeros para reducir al máximo el consumo de combustible.
En el segundo escalón tendríamos a las denominadas aerolíneas de bandera. Compañías que, pese a que también han puesto en marcha planes para maximizar su eficiencia operativa, en los últimos años están apostando por mejorar la experiencia en vuelo de sus clientes como elemento diferencial.
En este segmento es en el que encontramos inversiones cercanas al 10% del precio de la aeronave en la cabina. Una apuesta por acercar a los pasajeros comodidades y ciertas cotas de confort sin que esto suponga elevar sustancialmente el precio de sus billetes.
Por último, estarían las aerolíneas de mayor nivel. Un segmento totalmente dominado durante los últimos años por las empresas de Oriente Próximo. Gracias a las facilidades que tienen para conseguir combustible a precios mucho más competitivos que sus rivales, pueden llevar la experiencia de sus pasajeros a grandes cotas de excelencia.
En este caso la competición radica en quién ofrece más, quedando el precio en un segundo plano debido al público al que van dirigido. El objetivo es que el pasajero, en lugar de sufrir el viaje, lo viva como una experiencia que no quiere que se termine. Aquí las inversiones en la cabina no tienen límite, aunque el rango medio supera el 15% e incluso el 20% del precio total de la aeronave.
La evolución de la tecnología, de los materiales inteligentes y de los procesos de fabricación va a permitir a las aerolíneas poner al alcance de sus clientes experiencias más gratificantes que las actuales sin necesitar importantes inversiones. Del mismo modo, la tecnología y la sensorización de las aeronaves permitirán tener acceso a información de los usuarios de la que compañías y pasajeros se beneficiaran.
Las primeras sabrán mejor qué necesitan sus clientes y cuáles de sus decisiones tienen un impacto más positivo. Los segundos podrán evaluar con un nivel de detalle mucho más profundo que el actual hasta que punto la inversión en el billete que han comprado ha merecido la pena.