La marca Banco Popular tiene los días contados. La intención del Santander es que desaparezca de forma definitiva una vez terminada la integración tecnológica de las oficinas del ‘Popu’. Un calendario que tiene en julio la fecha tope para haber acometido todo el proceso.
Hasta el momento se han integrado ya las oficinas de Galicia, Asturias, Cantabria y País Vasco. Durante el pasado fin de semana se ha procedido a cambiar también los sistemas de Cataluña y Canarias.
Si se cumple el calendario, este 15 de abril 600 oficinas que procedían del Popular ya operarán bajo sistemas del Santander. Esto supone el 40% de las sucursales que la entidad cántabra heredó del ‘Popu’ tra sus compra, en junio de 2017, por un euro y una ampliación de 7.000 millones de euros.
Objetivo final
Llegado el mes de julio y con todas las oficinas operando ya con los sistemas del Banco Santander, la marca del Popular habrá desaparecido. Fuentes de la entidad explican que, una vez que las oficinas ya funcionan bajo el paraguas del Santander, se procede también al cambio de rótulos. Por tanto, integrados los sistemas del 100% de las oficinas, será el momento de decir adiós al Popular.
Desde que la entidad que lidera Ana Botín se hiciera con el Popular, el objetivo final era operar bajo una sola marca. Seguir, por tanto, un proceso similar al que se hizo con la adquisición de Banesto, o al que se ha hecho en otras compras fuera de nuestro país. De hecho, el primer paso se daba el pasado mes de septiembre cuando la sociedad Banco Popular Español, S.A. era absorbida por Banco Santander.
El proceso de integración de las oficinas produce, en estos momentos, duplicidades de oficinas. Es decir, que muchas están muy cerca unas de otras. Una situación que se espera solucionar a lo largo de los próximos meses gracias a una reorganización de la red comercial que elimine esas redundancias.
Nuevo ERE a la vista
Además, está previsto que, después de Semana Santa, la dirección de Santander España se reúna con los sindicatos para poner en marcha un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) en la red comercial. Aunque no hay cifras concretas, los representantes de los trabajadores calculan que el proceso de bajas afectará a unas 3.000 personas.
La intención de la entidad es ofrecer, tal como dijo la presidenta Ana Botín en un encuentro con periodistas en Santander, las mejores condiciones posibles. Esto abre la puerta a que la oferta vaya en línea con el ERE que se hizo en los servicios centrales en 2017, y en el que se ofrecía hasta el 80% del salario, en función del grupo de edad en el que se estuviera.
Botín insistió también en que, al igual que se hizo en el ERE anterior, se contratará a una empresa que ayude al reciclaje profesional de los trabajadores más jóvenes que se vean inmersos en la reestructuración. Un proceso mediante el cual se les ayudará también en la búsqueda de un nuevo puesto de trabajo.
Ahorros adicionales
Durante el pasado Investor Day, el Santander reveló que confía en conseguir unos ahorros adicionales cercanos a los 250 millones de euros fruto de las sinergias con el Popular. Se suman a los 500 millones que se habían estimado inicialmente y que suponen el 33% de la base de costes del Popular en el momento de su adquisición.
El ahorro de costes es una obsesión para el equipo gestor del Santander en su nuevo plan estratégico. Contempla recortar otros 700 millones en Europa. De ellos, 550 millones gracias a la transformación digital y la mejora de los procesos, y otros 150 millones provenientes de la integración de otros negocios.