Esto no me lo esperaba. Ni fórmula 996 ni leches. No es algo saludable.
Jack Ma, a quien entre todos hemos idealizado como uno de los líderes de la Nueva Economía por méritos propios, ha sorprendido diciendo que lo bueno es trabajar de 9 de la mañana a 9 de la noche, 6 días por semana. Un chollo, vamos.
En mi época de manager en centros comerciales, viví en primera persona los efectos que produce una jornada de 12 horas durante 5, 6 o incluso 7 días a la semana, según fueran las cosas. Esto no es nuevo, cualquier profesional del retail que haya trabajado en una tienda multinacional bien lo sabe. Los efectos no son nada buenos, ya que aunque te guste mucho tu trabajo, las consecuencias físicas, psicológicas y de carácter familiar al final se hacen presentes.
Uno de los éxitos del 'management' pasa por conseguir que tu equipo tenga las más altas cotas de productividad, eficiencia y eficacia en una jornada laboral de tiempo razonable.
Comprendo que Jack Ma y los cofundadores de su empresa afirmen que ellos han trabajado eso y más, pero debemos tener claro que ellos eran los fundadores, los emprendedores, y cualquier emprendedor que crea firmemente en su proyecto está dispuesto a dedicarle todo el tiempo del mundo, a no dormir, no comer y trabajar de forma incesante hasta ver su sueño cumplido. En este caso, el resultado es innegable y la inmensa fortuna de Jack Ma hace evidente que su inversión horaria y el sacrificio que ello supuso merecieron la pena.
Pero no es un modelo de management a seguir. Si bien es cierto que Jack Ma suele compartir buenos consejos, este creo que no es el adecuado, al menos en esta parte del planeta.
Uno de los éxitos del management pasa por conseguir que tu equipo tenga las más altas cotas de productividad, eficiencia y eficacia en una jornada laboral de tiempo razonable, para que sus vidas puedan continuar fuera del trabajo y ser felices con sus familias, amigos, aficiones o lo que quieran hacer. Es por esto que necesitamos directivos, emprendedores y gerentes con visión de trabajar muy duro con sus equipos, y conseguir que estos quieran dar lo mejor de sí mismos en el tiempo razonable que dura cualquier jornada de trabajo que entre en los límites de la normalidad.
En tiempos en los que intentamos trabajar orientados a la conciliación, y en una España donde el presencialismo (no tengo nada que hacer, pero hay que estar en la oficina porque el jefe aún está) aún esta muy extendido, la cultura de la productividad personal y corporativa debería ser una de las señas de identidad de las empresas y organizaciones que quieran liderar la Nueva Economía donde las personas han de ser las grandes beneficiadas.
El éxito de cualquier organización no puede basarse en el sacrificio de sus equipos de trabajo. En esta cuarta Revolución Industrial que estamos viviendo, el desafío de una prosperidad empresarial sostenible y duradera basada en principios humanos, éticos y con orientación a devolver a la sociedad lo que consigue de ella, no tienen cabida estos planteamientos.