Pablo Iglesias utilizó el debate para dejar claro, una vez más, la mala opinión que tiene de las empresas españolas. Su atrevimiento llegó al punto de realizar una comparación que iguala a personajes como Quim Torra, el presidente de la Generalitat que llamó a los españoles “bestias con forma humana”, o al exterrorista convicto Arnaldo Otegi, con dos empresarios españoles.
Si bien se trata de empresarios de muy distinto perfil, como Florentino Pérez (ACS) o Juan Miguel Villar Mir (OHL), con trayectorias diametralmente opuestas en muchos aspectos, la frase “Villar Mir o Florentino Pérez se parecen más a enemigos de España que los independentistas”, dice más de la opinión de Iglesias sobre el mundo corporativo que sobre los propios interpelados.
"Los enemigos de España son los que privatizan, los corruptos, los que no pagan impuestos aquí", señaló Iglesias. En el caso de Villar Mir, desde luego, no se puede negar que sobre él recae la sombra de la corrupción desde hace tiempo, como viene atestigüandose en los juzgados madrileños. Su empresa, además, vive un declive constante.
Sin embargo, no hay justificación ninguna en el caso de Florentino Pérez. El hombre que preside el Real Madrid, el club de fútbol más rico del mundo, según Deloittte, y que acaba de cerrar una financiación inmejorable para la renovación de su estadio, maneja también el timón de un transatlántico global de las infraestructuras como ACS. Un coloso con una facturación de 36.658,5 millones de euros (sólo el 14% en España) y que cerró 2018 con un beneficio neto de 915 millones de euros, un 14,1% más.
Aunque el grueso de sus ventas son internacionales, la compañía tiene a la mitad de la plantilla en España. Y hablamos de un grupo industrial con casi 200.000 empleados en 60 países, con una diversidad de género superior al 40% y que da trabajo a 7.000 personas de colectivos desfavorecidos. ACS pagó 117 millones en impuestos en España en 2018 sobre unos beneficios antes de impuestos de 285 millones. Aunque lo más importante es que Florentino Pérez no ha sido imputado en ningún caso de corrupción.
Percutor contra las empresas
La actitud de Iglesias en el segundo debate, organizado por Atresmedia, replicó lo sucedido ya en el primer debate, si bien en este caso aventuró comparaciones difíciles de justificar.
Este lunes se limitó a arremeter, como en él es costumbre, contra las compañías eléctricas y contra “las puertas giratorias”. El martes fue mucho más agresivo. Además de llamar enemigos de España a dos empresarios, atacó directamente a la empresa de rivers Deliveroo y llegó al debate en un taxi como testimonio claro de su apoyo al gremio que está intentando forzar la desaparición de empresas como Uber o Cabify.
Iglesias volvió a insistir en criticar la baja tasa efectiva de impuestos que paga la banca, que ya matizamos aquí, si bien en esta ocasión Albert Rivera le plantó cara. ¿La única buena noticia? Fue más prudente a la hora de cifrar el coste del rescate bancario para los ciudadanos españoles, un error habitual en él que ya denunció este periódico tras el primer debate.
Si en la primera confrontación entre candidatos las empresas fueron sólo una broma para las redes sociales o un punching ball para el dirigente morado, en el segundo salieron mucho peor paradas. Con el mismo tono sereno con el que no dejaba de pedir mesura y educación a sus compañeros de debate, a los que no dejó de reñir, Iglesias comparó a dos empresarios con individuos como un líder separatista que fue condenado por terrorismo y con un individuo con opiniones supremacistas que heredó el poder de un independentista a la fuga.