Más de 400 especialistas de 40 nacionalidades diferentes trabajan de lunes a viernes en un centro situado en un pequeño pueblo suizo. No es una reunión de la ONU –aunque una de las sedes de Naciones Unidas se ubique en Ginebra- ni tampoco un laboratorio al uso. Son 430 científicos que buscan crear un mundo sin humo. Bioquímicos, farmacológicos, biólogos celulares, matemáticos, ingenieros eléctricos, físicos, bioestadísticos, y un largo etcétera, con varios médicos incluidos en esa extensa lista.
Todos ellos, a nómina de Philip Morris (Marlboro, Chesterfield, L&M). Y aquí surge, a priori, un contrasentido. ¿Expertos en ciencia contratados por la mayor tabacalera para acabar con la ceniza de los cigarrillos? Sí. La multinacional se ha propuesto eliminar el humo que tragan tanto los fumadores como quienes les rodean y, por tanto, están expuestos a los efectos perjudiciales del tabaco. Un reto a largo plazo donde Philip Morris se está dejando varios miles de millones de euros con un gran centro I+D en Neuchâtel (Suiza).
Bienvenidos a El Cubo.
La puntera construcción, inaugurada en 2009 y con un coste aproximado de 100 millones de euros, se integra en un paisaje casi inmejorable, entre el azul del lago Neuchâtel y el blanco de los Alpes suizos. Con un diseño similar a las start-ups de Silicon Valley (California), donde conviven las principales multinacionales de tecnología, la arquitectura de El Cubo recuerda a las modernas oficinas de Google, sin salas de reunión y con espacios abiertos para favorecer la discusión. Y un olor muy particular: el de las plantas de tabaco que decoran el lugar.
La estructura se divide en tres bloques, que hacen referencia a los elementos de la naturaleza: agua, tierra y aire. ¿Y el fuego? “No hay fuego, porque aquí no hay combustión”, comenta con cierta ironía un portavoz autorizado de la tabacalera durante la visita de EL ESPAÑOL a este centro. En el paseo por El Cubo no sólo se abren espacios diáfanos, sino que el centro está repleto de laboratorios de muy distinto uso: de calidad del aire, de prototipado de los dispositivos, para el estudio de la genotoxicidad, etc.
Más de 5.000 millones en tecnología
En ese esfuerzo por dar con una alternativa que permita a los fumadores seguir disfrutando del tabaco de una manera más saludable -o mejor dicho, menos perjudicial-, Philip Morris ha invertido ya 5.300 millones de euros. Reciclarse o morir, esa es la cuestión. Es decir, mantener el negocio con una constante evolución para transformar la tabacalera en una empresa tecnológica.
Ese millonario gasto en investigación se ha plasmado en el desarrollo de distintos productos, todos ellos sometidos a estudios científicos de más alto nivel, según la tabacalera, para su posterior comercialización. Ahí es donde entran Iqos o Teeps y otras opciones de cigarrillos electrónicos.
En esa gama de artículos que constituyen una opción mejor al cigarrillo, el que mejor acogida ha tenido es, sin duda, Iqos. Se trata de un dispositivo electrónico innovador para calentar el tabaco (adiós al mechero), una propuesta que se enmarca en esa misión de Philip Morris de unir tecnología y ciencia para dar con productos menos dañinos que reemplacen progresivamente los cigarrillos.
Más de 10 millones de usuarios
Eso sí, en ese trabajo cobra especial importancia la experiencia de usuario: debe resultar atractiva y no dejar de satisfacer sus necesidades. Por eso se ocupan de que la sensación a la de fumar sea lo más parecida posible al tabaco tradicional.
En la actualidad, y según los últimos datos facilitados por Philip Morris, más de 10 millones de fumadores utilizan ya este dispositivo electrónico. A punto de aterrizar en EEUU, Iqos está ya presente en 47 mercados a nivel internacional. Pronto llegará al país norteamericano, ya que el pasado 1 de mayo la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés), dio luz verde para vender Iqos. Se espera que con ese mercado se sumen otros 40 millones más de usuarios. En España, desde su lanzamiento a finales de 2016, se han vendido ya más de 200.000 Iqos.
Centro multicultural y multidisciplinar
Alemanes, franceses, británicos, portugueses, italianos, belgas, suizos… y también españoles. Entre ellos, Ignacio González, biólogo molecular que fichó por la tabacalera en 2012 para ocuparse del programa de verificaciones externas. “Nuestro objetivo es hacer ciencia y comunicarla, dejando atrás ese pasado negro de las tabacaleras”, explica González. Esa ciencia de la que él habla se traduce ya en más de 6.300 patentes concedidas sobre productos sin humo y otras 4.600 solicitadas.
Además de los 430 expertos en I+D ubicados en Suiza, de más de 30 disciplinas científicas, existe otro centro de innovación en Singapur, con alrededor de 80 empleados, aunque con una multiculturalidad menor, ya que el 90% son de la región de Asia.
¿Es Iqos perjudicial? “No es un producto de cero riesgo”, admite este experto. “Siempre es mejor dejar de fumar. Pero si comparamos Iqos con fumar tabaco regular, el usuario se expone a riesgos más bajos”, apostilla.
*** Ni el redactor de este artículo ni EL ESPAÑOL han recibido compensación de ningún tipo por parte de Philip Morris o alguna de sus empresas asociadas.
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