“En estado de shock”. Así define una persona que conoce bien la Cámara de Comercio de Barcelona la situación en la que se ha quedado el establishment empresarial catalán que forma parte de la institución. Es decir, aquellas empresas que forman el núcleo duro del PIB de Cataluña, que no apoyan las tesis soberanistas, y que en los próximos días verán al independentista Joan Canadell relevar a Miquel Valls en la presidencia.
Junto a él llegará un nuevo equipo directivo que pretende emplear la Cámara como herramienta para "crear país", y que tendrá también la mayoría en el plenario, que es el máximo órgano de gobierno. Allí hay 60 sillas de las que 32 serán ocupadas por empresarios afines a la independencia, según los resultados de las últimas votaciones. Otros 14 serán para aquellas compañías que financian al organismo y las seis restantes serán propuestas por las distintas organizaciones empresariales catalanas.
Una mayoría indepe que hace temer meses de alto voltaje en una organización que debe ayudar y representar a todos los empresarios. Frente a ellos, las compañías que hacen sus aportaciones: Abertis, Banco Sabadell, Banco Mediolanum, Caixabank, Criteria, Deloitte, Indra, Magma Disseny, Naturgy, PwC, Promotora Kasde, RACC, Damm y Sociedad General de Aguas de Barcelona.
Se trata de las empresas que han hecho aportaciones al presupuesto de la Cámara de Barcelona. Tienen asiento en el plenario ‘de pleno derecho’ según la ley, pero que ya han empezado a ver cómo son agraviadas y señaladas por haber cambiado sus sedes tras el 1-O; o contra las que se reclama boicot y la búsqueda de una alternativa catalana que impulse, por ejemplo, un sistema financiero en paralelo a Caixabank y Sabadell.
¿Está sobre la mesa una ‘fuga’ empresarial de la Cámara? Ahora mismo no. Las fuentes consultadas por EL ESPAÑOL reconocen que aún es pronto para tomar decisiones. Tienen cierta esperanza en que el león no sea tan fiero como lo pintan, dado que -al final- hablamos de una organización que debe trabajar para ayudar a todas las empresas, no sólo a las ‘afines’. Sin embargo, andan con la mosca detrás de la oreja.
Las mismas fuentes explican que lograr la victoria en la Cámara ha sido un gran triunfo para el independentismo. Creen que se podría haber hecho algo más para evitar su aterrizaje si el establishment se hubiera organizado un poco más: sólo participó el 4% del censo, “el más movilizado” dicen con cierta sorna.
Pero como a lo hecho pecho, ahora queda esperar a ver la evolución de los acontecimientos en las próximas semanas. “Marcharse ahora es darles la victoria y el control total de la Cámara”, dicen otras personas que conocen bien el funcionamiento. Por si fuera poco, “es que ya hemos pagado, ¿cómo vamos a abandonar ahora? Es una locura”.
El presupuesto
Otra cosa es lo que ocurra dentro de un año, cuando toque volver a poner dinero encima de la mesa. Entonces la situación sí puede variar radicalmente, pero hasta entonces parece complejo que nada cambie. “Estamos atrapados”, sentencia otro.
Habrá que ver si para entonces tienen ocasión -siquiera- de aportar alguna cantidad a la Cámara de Comercio. La Generalitat de Cataluña ya ha avisado de que prepara una Ley de Cámaras que reduzca los asientos de ‘pago’ en el plenario, una figura que se creó por la necesidad de financiación que tienen las cámaras de toda España para financiarse después de que se eliminaran las cuotas camerales obligatorias.
Se estima que el dinero aportado por las empresas llega al 5% del total del presupuesto de la Cámara de Barcelona, que está cerca de los 18 millones de euros. Se trata, por tanto, de un impacto limitado en sus cuentas.
Lo que realmente podría impactar en el presupuesto cameral es una deriva independentista. La Cámara de España ya ha alertado a Canadell y su equipo de que en Barcelona se gestionan 10 millones de euros en fondos europeos para las empresas.
Todo ese dinero se reparte desde Madrid y podría dejar de llegar si no existe “lealtad institucional”. Una petición que también ha hecho el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, quien considera que debe dedicarse “al trabajo que tienen encomendado y no a otros que no les corresponden".
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