La llamada liberación fiscal que para la media de los asalariados llegó en la noche de este jueves, 27 de junio, tardará tres días más para las pequeñas empresas españolas que hasta el domingo, 30 de junio, seguirán destinando todas sus ganancias a cumplir con el fisco.
En el caso de la mediana empresa, esa liberación se producirá el próximo 5 de julio. Y para las grandes compañías del Ibex 35, dentro de un mes y medio, el 13 de agosto. Habrán destinado así lo equivalente a las ganancias de casi un tercio del año a pagar tributos de todo tipo, según cálculos del Think tank Civismo adelantados por EL ESPAÑOL.
Además del conocido Impuesto de Sociedades, entre los impuestos que pagan las empresas españolas figuran muchos otros. Entre ellos, el de Aduanas, Aranceles e Impuestos Especiales, Bienes Inmuebles, Actividades Económicas, Vehículos de Tracción Mecánica, etc. A estos se suman los tributos autonómicos, los locales y las cotizaciones sociales.
En el ejercicio teórico del citado estudio se han tenido en cuenta todas esas cargas de manera que al compararlas con los beneficios de las grandes empresas revelan que por cada año de actividad, sólo se logran ganancias por lo equivalente a 4,6 meses. Un resultado llamativo que desmonta algunos mitos extendidos en determinados ámbitos, como el de que las empresas no pagan suficientes impuestos.
Según advierte el estudio que dirige el jefe de investigación de Civismo, Javier Santacruz, las cotizaciones sociales representan más del 90% de la factura total que asume en cargas fiscales la pequeña y mediana empresa. Un porcentaje que baja al 78,94% en el caso de las grandes empresas.
No obstante, estas grandes corporaciones compensan ese menor peso de las cotizaciones con una mayor carga en su factura tributaria del Impuesto de Sociedades (16,01%). Además, advierte el economista, los tributos locales y regionales penalizan de una forma más que proporcional el tamaño de la empresa.
Pocas grandes empresas
Este análisis del pago de impuestos de las empresas arroja otra clave importante para entender el tejido empresarial español, que está compuesto en su mayoría por empresas de pequeño tamaño. Tanto es así que el 99,8% de las empresas españolas son pymes.
Al margen de los grupos del Ibex 35 y otras contadas grandes corporaciones, como El Corte Inglés, Mercadona, Mango, Porcelanosa, Antolín o Roca, en España la brecha que separa en tamaño las pequeñas y grandes empresas es vertiginosa. Tan sólo hay poco más de medio millar de compañías medianas y el resto es una abrumadora cifra de empresas pequeñas o muy pequeñas.
"El salto de mediana a gran empresa se traduce en 10 puntos más de presión fiscal sobre el beneficio de explotación, lo que actúa en detrimento de las compañías y, por tanto, de su capacidad de generar más riqueza y empleo. Esto es algo especialmente preocupante en un país con tan alta proporción de pequeñas empresas", advierte Santacruz. Se refiere con esto al desincentivo que supone para una pyme dar un salto en tamaño por el aumento de las cargas tributarias.
La presión fiscal sobre las empresas va a marcar buena parte de la agenda política en esta legislatura. El proyecto de Presupuestos Generales del Estado (PGE) que el Gobierno de Pedro Sánchez no logró sacar adelante antes de las elecciones contemplaba nuevas figuras tributarias para las grandes compañías. A cambio, se relajaba la presión fiscal sobre las pequeñas empresas. Se aumentaba, así, la distancia que separa la fiscalidad entre empresas según su tamaño.
"El margen para una subida tributaria es bastante estrecho dado que España no tiene la misma flexibilidad que Alemania, donde hay muchas medianas empresas. Aquí hay muy pocas grandes coporaciones y están muy internacionalizadas, con lo que pagan impuestos en otros países", explica el economista.
Santacruz recuerda que, en la comparativa internacional, "España se sitúa entre los países de Europa que más grava a las empresas: un 49% se halla casi nueve puntos porcentuales por encima del tipo efectivo medio, que se cifra en el 40,3%, según el último informe de PwC".
Más presión fiscal en el País Vasco
El coste que tienen que asumir las empresas para desarrollar su actividad varía en función de la comunidad autónoma en la que estén ubicadas. Así, las que soportan un tipo efectivo más alto son las que tienen su sede social en el País Vasco con un tipo efectivo para las grandes empresas del 63,14%, del 51,62% para las medianas y del 50,97% para las pequeñas compañías.
Se trata de porcentajes superiores a la media española, con un 61,57% para la gran empresa, un 51,01% para la mediana y un 49,67% para la pequeña.