El diablo está en los detalles. Y los de la historia del fichaje fallido de Andrea Orcel por el Banco Santander son elocuentes. El ‘tiburón de la City’ que el banco español intentó fichar en septiembre del pasado año, ha presentado una demanda contra la entidad para reclamar hasta 100 millones de euros en concepto de indemnización por el fracaso de su llegada a la entidad cántabra.
Argumenta que se ha quedado sin trabajo por su salida del banco de inversión UBS, donde era presidente de la división de banca de inversión. Pero en la City ya saben que Orcel no se quedará en el paro. Es más, este ejecutivo agresivo -como tilda la prensa británica al banquero italiano-, acostumbrado a trabajar hasta altas horas de la madrugada, ya se está moviendo para abrir una boutique financiera especializada en banca de inversión, según ha desvelado Bloomberg.
Un objetivo para el que no le vendrían nada mal esos 100 millones de euros, que equivalen a lo que hubiera ganado trabajando unos 10 años en caso de fichar por el Santander.
Como un futbolista
Sin embargo, su causa judicial se va a encontrar con varios obstáculos. El primero, y el más claro, es que cuando se anunció su fichaje, Ana Patricia Botín se cubrió las espaldas nada menos que en un Hecho Relevante enviado a la CNMV.
En la nota enviada al supervisor el 25 del septiembre de 2018 para anunciar la incorporación estrella del banquero de inversión (y el nombramiento de José Antonio Álvarez como presidente de Santander España y vicepresidente de Banco Santander), la entidad española se curó en salud con una frase en la que dejaba ver que Orcel tenía que cerrar su salida de UBS antes de firmar su contrato.
"Los anteriores nombramientos tendrán efecto una vez obtenidas las autorizaciones correspondientes (incluidas las derivadas de las condiciones del actual empleo del Sr. Orcel) y, en todo caso, nunca antes del 1 de enero de 2019.”, afirmaba el Hecho Relevante. Esto es, el contrato no estaba del todo cerrado.
"Un tipo sin escrúpulos"
Más allá de lo poco estético de cerrar un fichaje millonario en tiempos próximos a un ERE por la integración del Popular, lo cierto es que el nombramiento de Orcel como consejero delegado no convencía al entorno de Botín, ni a la prensa de la City.
Más si cabe, tras meses de negociaciones a cuenta de ese ‘mega bonus’. Hasta la prensa financiera británica advirtió al banco español de los peligros de su contratación. En un artículo muy comentado en corrillos financieros, la publicación especializada Financial News London llegó a afirmar que “algunos de los antiguos colegas de Andrea Orcel 'exUBS' dicen que el banquero es un matón y una mala elección para ser el consejero delegado de Santander".
Alguna fuentes, procedentes de los fondos, aseguraban que Orcel quería desembarcar en el banco, con parte de su equipo de UBS, para desestabilizar a su cúpula. “Es un tipo sin escrúpulos”, comentaban financieros del mundo de la banca de inversión.
Sed de venganza
Nadie pone en duda que Orcel, que en su momento trabajó con Ana Botín y su padre, Emilio Botín, en fusiones de gran calado, es un ejecutivo más que ambicioso. “Como un lobo de Wall Street” que en UBS llegó a ganar algún año 18 millones de euros, cifra imposible de replicar por un banco centrado en el negocio bancario retail.
Su nombre también se ha visto salpicado por un escándalo que se produjo en la división de UBS que él lideraba por una agresión sexual. Un asunto que estaba siendo investigado por el regulador de los mercados del Reino Unido (FCA, por sus siglas en inglés) justo en los tiempos en los que estaba negociando su salto al Santander como consejero delegado.
Con esos mimbres, pocos se han extrañado de su sed de venganza con el banco. Le costó encontrar equipo de abogados para presentar la demanda adelantada el miércoles por La Información y El Confidencial por la incompatibilidad de muchos despachos grandes que se negaron a llevar el caso por tener conflicto de intereses con el Santander.
Acabó contratando al despacho De Carlos Remón para llevar su demanda. Se trata de un bufete que fue montado por abogados procedentes de Clifford Chance. Un buen despacho, pero de tamaño pequeño, que tendrá que negociar o verse en los tribunales con los abogados de Uría Menéndez que representan al Santander en este espinoso asunto del que en la Ciudad Financiera de Boadilla se quiere pasar página.