Saint Tropez, años 60. Chico conoce a chica y… montan una tienda de bañadores. La historia de Vilebrequin, una marca de lujo de trajes de baño, se remonta a la época dorada de la Costa Azul. Un espíritu, que según Roland Herlory, CEO de la compañía, se sigue manteniendo a día de hoy.
Herlory explica a EL ESPAÑOL que el origen de la marca es una historia de amor, no solo entre dos personas, sino también por un tiempo concreto: las vacaciones familiares. Fred Prysquel es un periodista que seguía las carreras de Fórmula 1 entre los años 60 y 70. Se reencontró con el amor de su vida y no dudó en mudarse de Nîmes a Saint Tropez para conquistarla.
“En St. Tropez todo el mundo pasaba todo el día en la playa y él siempre explica que no se sentía cómodo en un bañador slip para conquistar a su futura esposa”, relata Herlory de visita en Madrid. El fundador de Vilebrequin decidió diseñar su propio bañador: “inspirado en los surferos de California y Australia, utilizó una ropa que había comprado en África para que le cosieran un pantalón corto que le sirviese para pasar el día en la playa”.
Prysquel triunfó por partida doble. No solo consiguió la atención de Yvette, si no que su bañador causó sensación. “Todo el mundo le preguntaba por el short e Yvette, que trabajaba en el mundo de la moda, le propuso vender esos bañadores en su tienda”, resume el CEO de la marca.
Marca familiar
Vilebrequin forma parte desde 2012 del grupo G-III junto a DKNY, Calvin Klein o Dockers. En 2018, los bañadores facturaron 110 millones de euros y en estos años se han convertido en los elegidos por familias de famosos como los Beckham o los Messi. ¿El motivo? Diseña el mismo modelo para padres e hijos, un detalle que ha conquistado al mundo celebrity.
“La marca tiene casi 50 años y uno de sus pilares es que está relacionada con las vacaciones, un momento que suele ser familiar”, describe el CEO. “Me parecía natural tener el mismo bañador para padre e hijo o madre e hija. Lo que quiero es que la gente sonría cuando vea la marca porque le recuerda a las vacaciones”, añade.
Ni influencers ni milenials
Herlory lo tiene claro: “la mejor publicidad es la que hacen otros”. Por eso, el CEO de Vilebrequin explica que aunque los famosos llevan sus bañadores es porque son clientes, no porque “se los regale”. “Elegir a un famoso y pagarle para que promocione la marca me parece muy falso, prefiero confiar en la calidad de la marca que crear historias falsas”, argumenta Ronald Herlory.
El CEO de Vilebrequin comenta que “hace unos meses, el príncipe Carlos estaba en Barbados y le hicieron una fotografía en bañador. Nos preguntaron si era nuestro y contestamos que sí, pero que era de la colección de 2006”. “El periodista terminó escribiendo que al príncipe Carlos no le gustaba gastar dinero, pero que era interesante en cuanto a sostenibilidad y que quizá algo sostenible estaba relacionado con la durabilidad. Esa es la mejor publicidad para mí”, apunta.
Uno de los retos del sector del lujo - los bañadores de la marca rondan los 200 euros - es atraer al público milenial. Sin embargo, el CEO de Vilebrequin prefiere “crecer en el segmento de público de los 30, cuando tienes un cierto nivel de ingresos, que centrarnos en los milenials”.
Comercio electrónico y desestacionalización
¿Y cómo sobrevive el resto del año una marca de bañadores? “Es mejor ser el mejor en lo tuyo que dividirte en muchas cosas”, justifica Ronald Herlory. Sin embargo, la compañía ha lanzado una colección denim, “eso es una respuesta a la desestacionalización”.
En cuanto al comercio electrónico, el CEO de Vilebrequin, cree que es una oportunidad de darle más servicios al cliente. “Alguien puede venir a la tienda y comprar por internet, o al revés, ver algo que le gusta en nuestra web y acercarse a una de nuestras tiendas, no es para nada un obstáculo”, concluye.