La honorabilidad es uno de los elementos que más pesa en la vida de un banquero. No sólo porque los grandes fondos de inversión exigen que ésta esté intacta para no votar en contra de sus nombramientos en las Juntas de Accionistas. También porque el Banco de España y el Banco Central Europeo (BCE) exigen que ésta sea probada por todo aquel que cumpla una labor de responsabilidad en un banco.
Entender este punto es vital para comprender la disyuntiva a la que se enfrenta Andrea Orcel. El tiburón de la City de Londres ha conseguido alcanzar un acuerdo con UBS para que el banco suizo le pague unos 52 millones de euros por el 'bonus' que tenía pendiente embolsarse cuando decidió abandonar la entidad para irse al Banco Santander.
Sin embargo, la cláusula que debe respetar para percibir esa cantidad -desorbitada a ojos de cualquier ciudadano- es la de no volver a trabajar para un competidor del sector financiero. En función de lo que diga la letra pequeña de su contrato, los impedimentos para tener que continuar con su trayectoria en el mundo de la inversión podrían afectar no sólo a trabajar en un gran banco, como el Santander, sino también a la apertura de la pequeña boutique financiera que estudia poner en marcha, según avanzó Bloomberg.
Sus 56 años, una ambición desmesurada y la preocupación de su imagen. Estos tres motivos explican en buena medida que Orcel quiera seguir con su batalla con el Banco Santander y no conformarse con el ingreso de este 'bonus' pagado por UBS, que puede verse recortado o aniquilado si inicia otra andadura en el sector que mejor conoce: el de las finanzas.
Un ejemplo cercano lo tiene Orcel, curiosamente, en Javier Marín. El que fuera consejero delegado del Santander hasta 2014 decidió volver a la primera línea recientemente, previo pago de un peaje a su antiguo banco, que le prejubiló con cerca de 11 millones de euros en concepto de un salario de 800.000 euros anuales hasta la jubilación.
Cuando en 2018, Marín decidió aliarse con el fondo Warburg Pincus para la compra de Self Bank, el banquero tuvo que devolver prácticamente toda su indemnización al Banco Santnader. Con 53 años, Javier Marín ha renunciado a una 'jubilación de oro' para lanzar un proyecto de banca privada en España que todavía está echando a andar.
El caso Paramés
Otro ejemplo similar en España ha sido el de Francisco García Paramés. El gestor que logró ser conocido como el Warren Buffet español gestionando el patrimonio de la familia Entrecanales en Bestinver, llegó a verse en el Tribunal Supremo con los propietarios de Acciona por la retribución variable que debía percibir a su salida de la gestora.
En su caso, la cláusula anticompetencia una vez abandonado Bestinver era de dos años. Los respetó y después montó su actual proyecto financiero, Cobas. Pero en los tribunales logró una indemnización de 13,2 millones de euros, frente a los 42 millones que exigía.
Junto a la batalla económica, tan común en el mundo de los fichajes financieros, Orcel ya ha dejado claro en numerosas entrevistas que para él también es importante la del honor. El italiano considera que lo sucedido ha manchado su imagen, tan importante para sus clientes y los supervisores de su actividad, y cree que en los Tribunales podrá limpiarla.
Su reputación de ejecutivo agresivo no ayuda a esa causa. Pero, el tiempo dirá si acierta al enfrentarse al banco que durante tantos años fue uno de sus grandes clientes.