Domingo. Interior, mediodía. Pollo asado con patatas en la mesa. Esta fotografía es habitual en muchos hogares españoles, con esta carne incorporada a sus dietas desde tiempos inmemoriales. Sobre el pollo, no obstante, no está todo escrito.
Eso defienden desde Le Coq by The Kikirí Co., una cadena de pollos asados que intenta reinventar el producto y triunfar con él en zonas como la madrileña calle Serrano, en plena milla de oro.
Fundada hace cuatro años por Elvira Durand, ex directora general de Comess Group (Lizarrán, Cantina Mariachi), la cadena no ha tenido fácil explicar qué es y qué ofrece. "Es complicado que la gente entienda a priori lo que hacemos. Si no has entrado, piensas que es una pollería. Pero nunca te has comido un pollo cajún o un pollo peruano", explica Durand, que abrió el primer establecimiento con un plan de negocios sobre el papel muy diferente al que ha terminado siendo.
Así, Le Coq pretendía en sus principios tener abiertos 40 locales en 2020. Un plan que, dice Durand, era incompatible con el producto que trabaja la cadena. Por eso, decidieron no franquiciar.
"No lo hicimos nunca, aunque nacimos con esa vocación. Al ver todo el tratamiento y el proceso que teníamos, decidí que había que cuidarlo mucho. No voy a franquiciar una cosa tan sensible, porque no son tornillos", cuenta.
Ahora, la cadena tiene cinco locales abiertos en Madrid y pretende terminar el año con un total de 8, uno de ellos en Orense (Galicia), el primer local que controlarán a distancia. El año que viene, dice el actual plan, abrirán 7 restaurantes más. "Lo haremos solo si van cuajando los primeros", insiste la fundadora.
El 'delivery' que todo lo puede
Según sus últimas cuentas depositadas en el Registro Mercantil, a las que ha tenido acceso este periódico, la cadena facturó 812.609 euros en 2017, un 84% más que el año anterior. Crecimiento en ventas que, reconoce la cadena, no habría sido posible sin el envío a domicilio, el delivery.
Tanto es así que, desde el primer local, Le Coq contó con operadores como Glovo o Deliveroo para desarrollar el negocio. "Nacimos para ser tienda con restaurante y delivey. Tuvimos la bendita suerte de que el mercado nos acompañó", cuenta Durand, que recuerda que, cuando comenzaron a planearlo, los operadores apenas tenían fuerza. No obstante, llegó el boom. Y Le Coq se subió a tiempo a la ola.
"Solo podíamos crecer de la mano de estos operadores, nosotros no tendríamos capacidad de dedicarnos a otra cosa que no fuera vender pollo. Si tuviera que controlar esto, sería imposible", asume la fundadora de la cadena, que reconoce que la información que ofrecen estas aplicaciones sobre el tipo de consumidor o las horas en las que se concentran los pedidos es muy valiosa.
Hoy, y según los datos facilitados por la propia cadena, el delivery supone a Le Coq casi el 30% de la facturación. ¿Quieren que sea mayor? "Si tiene más porcentaje, para nosotros es ideal, porque tenemos ya los costes fijos cubiertos, no necesito ni más personas, ni más maquinaria.... Pero es sano. Si crece más, bendito sea", dice Durand, que cuenta: "Entre la una y las tres de la tarde un domingo creo que no hay un minuto que no haya motos esperando para llevarse pedidos". Por eso, insiste: "Capacidad de producción hay, pero hay que cuidarla".
Mientras, tratarán que sus locales atraigan a curiosos que les permitan seguir expandiendo sus pollos por España.