"Me ofrecían desde una cadena de supermercados préstamos de 300 euros, y como estaba en un mal momento, terminé aceptando", explica María -una afectada que prefiere no dar su nombre real-. Ella es una de las víctimas de las tarjetas que ofrecen buena parte de las cadenas de distribución, con las que puedes aplazar el pago de tus compras hasta final de mes, obtener liquidez inmediata e incluso préstamos personales. Dinero que la financiera de la cadena de supermercados ofrece a sus clientes según el perfil que tengan.
María se enteró de la existencia de estas tarjetas cuando le hablaron de ellas en su trabajo. Ella vio que era una forma de pagar sus compras a final de mes, sin intereses ni comisión de mantenimiento, así que la aceptó. Durante tres años la usó con una frecuencia no muy elevada, y no tuvo ningún problema.
A lo largo de esos tres años, le llegó publicidad del supermercado en la que ofertaban dinero inmediato hasta 300 euros. Al principio, María no hizo caso a estos anuncios, pero finalmente acudió a ellos durante una situación personal delicada. Lo devolvió y volvió a solicitarlo en alguna ocasión más.
Según pedía estos préstamos, su límite aumentaba: primero eran 300 euros, luego 900, 1.500 y llegó a alcanzar los 3.000 euros. Decidió no solicitar tal cantidad de inmediato, pero ante un mal momento, finalmente los solicitó. Observó que el interés era elevado, pero necesitaba ese dinero y en un banco la gestión hubiera sido más complicada.
El problema era que no solo tuvo que pagar los intereses, sino que le incluyeron en su cuota seguros y otros extras que incrementaron el TAE hasta superar el 25%. "Llega un momento en el que ves que nunca vas a terminar de pagarlo", recuerda María. Le seguían mandando ofertas de dinero inmediato, y las aceptaba para ir pagando estas deudas, lo que hizo la bola aún mayor.
María, con el consejo de su abogada, amenazó a la cadena con acudir a juicio. Ante esta posibilidad, el supermercado cesó sus exigencias y terminó por ingresarle a María la misma cantidad que antes le reclamaban. Asimismo, ella no tuvo que pagar nada de lo que supuestamente debía.
Esta no es más que una de las estrategias que ciertas compañías utilizan para lograr que sus clientes caigan en sus ofertas. Préstamos inmediatos con unos intereses altísimos o contratos ilegibles se unen a una lista de 'tretas' a las que supermercados y entidades financieras, entre otros, acuden para engatusar a sus clientes tal y como denuncias algunas asociaciones de usuarios.
Fidelización con trampas
Otra de las estrategias que existen es captar la atención de posibles "víctimas" mediante tarjetas de fidelización: compras con ellas y obtienes puntos canjeables a cambio. Así es como engañaron a Rodrigo (nombre ficticio para preservar su intimidad). Él era usuario de la tarjeta de puntos de una cadena de gasolineras.
Después de muchos años utilizándola, al ir a pagar en una gasolinera le dieron un tríptico en el que informaban sobre una nueva tarjeta de la gasolinera con la que podía aplazar los cargos de sus compras a final de mes y con la que obtendría el doble de puntos. A él, que iba con prisa, le pareció atractivo y aceptó.
Desde que obtuvo su nueva tarjeta, en 2012, comenzó a usarla únicamente para pagar la gasolina que repostaba, lo que suponía entre unos 120 y 140 euros mensuales. Los cargos que le llegaban no le resultaban sospechosos, puesto que rondaban estas cifras.
El problema lo descubrió más tarde y de casualidad. Desde la entidad financiera que colaboraba con la gasolinera en esta tarjeta de puntos, comenzaron a ofrecerle seguros y otros servicios por ser cliente de la misma. Cansado de la frecuencia e insistencia de las llamadas, decidió darse de baja. "Les llamé y no me lo podía creer, porque me exigían 5.500 euros sólo en concepto de intereses", explica Rodrigo.
Finalmente, llevó su caso ante los tribunales. Hace un mes que dictaron sentencia a su favor, señalando la actividad del banco como fraude por los intereses usurarios del 30% y por la ilegibilidad de la información en el tríptico explicativo y en el contrato. Así, Rodrigo sólo debía abonar unos 200 euros, resultantes de la diferencia entre lo pagado con la tarjeta y lo devuelto a la entidad financiera.
Pese a la sentencia y a que Rodrigo no utiliza la tarjeta desde que acudió a la asociación, hace unos días tuvo que devolver un recibo de 132 euros que le habían cobrado desde el banco.
Consejos para no caer
Para evitar que situaciones como estas ocurridas a dos de sus asociados se repitan, ASUFIN, la Asociación de Usuarios Financieros, ha elaborado una lista con advertencias y asuntos a tener en cuenta.
Estas advertencias llegan en un contexto en el que el Banco de España ha avisado de una burbuja en el crédito al consumo que podría derivar en un sobreendeudamiento. Esta situación es idéntica a la que terminó provocando la crisis económica de 2008, que esa vez tuvo como protagonistas a los préstamos hipotecarios.
Precisamente las hipotecas están relacionadas con el aumento del crédito al consumo. Patricia Suárez, presidenta de ASUFIN, explica que es el cierre del grifo de las hipotecas lo que ha propiciado que la gente acuda a este otro tipo de préstamos.
Además de prestar atención en situaciones como las descritas, señalan desde la asociación que se debe evitar el sobreendeudamiento. Esto es, que no se debe comprometer más del 35% de los ingresos a atender necesidades financieras como la hipoteca o el pago de cuotas de préstamos o tarjetas de crédito.
No utilizar más de una o dos tarjetas es otro de los consejos que apuntan desde ASUFIN. En ocasiones, hay personas que recurren a una tarjeta extra para hacer frente a la anterior, y las deudas y los problemas se van acumulando. A la asociación han acudido usuarios que han llegado a tener deudas de más de diez tarjetas de crédito. Otra advertencia destaca la importancia de revisar el saldo para evitar impagos.
En cualquier caso, ASUFIN recuerda a los usuarios de tarjetas de crédito y otras vías de dinero inmediato que los tribunales dictan a favor del consumidor. "Los intereses suelen ser tan elevados y los clientes han sido tan poco informados que la sentencia suele favorecer a los damnificados", afirma Suárez. Aún así, es mejor no abusar de estas prácticas para ahorrarnos dinero y una mala experiencia.