Nunca antes en su historia, el Banco de España había acometido un recorte de previsiones de la economía española como el anunciado este miércoles. Muy feas se han puesto las cosas para que, en solo cuatro meses, su servicio estadístico haya tenido que revisar en cuatro décimas a la baja sus proyecciones para el PIB.
El ajuste se debe, en parte, a que recientemente el INE acometió una revisión en la Contabilidad Nacional que le llevó a recortar en dos décimas el crecimiento del PIB español en 2018 y años anteriores. Es decir, en lugar de crecer un 2,6% el año pasado, crecimos un 2,4%.
Ese cambio metodológico explicaría la mitad del recorte contenido en el Informe Trimestral de la Economía Española que presentó en Madrid el director general de Economía y Estadística del Banco de España, Óscar Arce.
El resto se debe a factores varios. Entre ellos, la pérdida de confianza, la caída del consumo de bienes duraderos, los indicadores adelantados de empleo... Y a la incertidumbre política.
Más allá de los cerca de 140 millones de euros en los que se calcula el coste directo para el contribuyente de la repetición electoral, el no tener un Gobierno en ejercicio también tiene otros costes que sufre el ciudadano -en términos de empleo o de revisiones salariales, por ejemplo- por frenar la inversión empresarial o paralizar la aprobación de Presupuestos a tiempo por tercer año consecutivo.
Así, en menos de dos semanas, mientras muchas miradas se centraban en la disolución de las Cortes y los movimientos de Pedro Sánchez, el mundo empresarial y económico ha constatado que España crece menos de lo que venía presumiendo y con más debilidad de lo que se creía antes de verano.
El PIB pierde fuelle con los nubarrones internacionales, pero sigue dependiendo del exterior para no apagarse del todo. En concreto, de Mario Draghi y sus estímulos que, por ejemplo, permitirán ahorrar este año más de 2.300 millones de euros en intereses de deuda frente a lo previsto, pero mucho más dinero si se tiene en cuenta que emitir deuda es casi gratis.
Por no hablar del precio del petróleo que, según el Banco de España, permanecerá en 64 dólares este año, pese a la subida reciente por el ataque en Arabia Saudí. Un encarecimiento inesperado del oro negro sería letal para las expectativas sobre economía española. Según los economistas, una caída de 10 dólares en el precio del Brent suele llevar aparejado un crecimiento del PIB español de dos décimas.
Se puede ver el vaso medio vacío o medio lleno, como hace el Gobierno. Precisamente, esta semana la ministra de Economía, Nadia Calviño, publicaba un artículo en Expansión en el que analizaba en tono positivo el recorte en el PIB por el cambio metodológico de Estadística.
"El INE revisaba nuestros datos de crecimiento de los últimos 23 años, arrojando nueva información que confirma estas líneas principales: España inició la recuperación en 2014, alcanzó en 2017 el nivel de PIB de antes de la crisis y registra tasas positivas de crecimiento desde hace más de cinco años, que han ido moderándose progresivamente tras el repunte inicial de salida de la crisis en 2015 y están acompañándose de un buen ritmo de creación de empleo", afirmaba la ministra en funciones.
Calviño enfatizaba que para 2020, España seguirá creciendo por encima de la zona euro. Pero crecer un 2% ya no es un 2,4 y según se van conociendo nuevas proyecciones económicas, esa distancia con la media de los socios del euro -todavía holgada- se va estrechando.
Algo que debería encender las alertas de un país que abandonó la recesión más tarde que la zona euro y que tiene una tasa de paro superior al 14%.
El paso dado ayer por el Banco de España será seguido por otros organismos en los próximos meses. En el caso de Funcas, el consenso que prepara el think tank pronosticó recientemente que España crecería un 2,2% en 2019. Pero en el dato no está incluido el ajuste del INE, que sí se mostrará en las próximas revisiones.
El Informe Trimestral de la institución que preside Pablo Hernández de Cos es un aviso a navegantes. El gobernador está cada vez más comprometido con los mensajes sobre política monetaria y en el informe de su servicio Estadístico se recordaba este miércoles que los estímulos no son "ilimitados" y es la hora de la política económica. Una política para la que hace falta un Gobierno en ejercicio.