“Everywhere I go, it rains on me”. Tom Waits.
Si queremos una verdadera alternativa que mejore el medioambiente, reduzca emisiones y fortalezca el bienestar global solo va a venir del libre mercado. La evidencia histórica y los incentivos económicos nos muestran que el intervencionismo y el socialismo nunca protegen el medio ambiente, solo lo usa como subterfugio mientras subvenciona a los contaminadores bajo la excusa de “el empleo” y usando el término “sectores estratégicos”.
El intervencionismo, de hecho, pone todas las trabas a la innovación tecnológica, el cambio de patrón de crecimiento y los desarrollos disruptivos por dos factores muy claros: primero, porque la tecnología y la competencia destruyen el poder gubernamental a la hora de fijar precios, ganadores y perdedores y elegir dónde y cómo gastar. Segundo, porque la tecnología disruptiva es desinflacionista y no permite rellenar de puestos de trabajo sin contenido a conglomerados ineficientes y controlados por el poder político.
La razón fundamental por la que el intervencionismo nunca defenderá el medio ambiente y la innovación es porque detesta la competencia y porque debilitan su poder.
Sin embargo, en las protestas que vemos en medios de comunicación de todo Occidente, el silencio es ensordecedor sobre las economías más intervencionistas y controladas por los gobiernos y sus empresas estatales, que son las más contaminantes. Por eso es triste que algo que debemos apoyar todos, que es la protección del medio ambiente, se convierta (como tantos otros objetivos compartidos por todos) en un instrumento propagandístico para blanquear el intervencionismo más absoluto.
No se trata de proteger el medio ambiente, sino de proteger el rentismo político, que es muy atractivo para los políticos más intervencionistas porque es la única manera de continuar ejerciendo un poder que se les escapa de las manos cuando hay verdadera competencia, mejora tecnológica y transparencia.
La realidad es que el intervencionista no solo no puede defender la mejora del medio ambiente, sino que tiene que apropiarse de ese objetivo para hacer lo contrario y luego culpar al enemigo exterior más cercano.
La politización del clima no defiende el medio ambiente, sino el blanqueamiento del intervencionismo. De ahí el silencio con China o Irán. China ha aprobado construir en los próximos doce años más capacidad instalada de carbón que toda la de EEUU y casi el doble de la de la Unión Europea.
Irán es el país que subvenciona más las energías fósiles. De los 147 países que han acudido y ratificado los últimos acuerdos medioambientales, en la inmensa mayoría, más del 90%, las empresas y sectores contaminadores son 100% públicos (las productoras de los petroestados, las carboneras, las acerías, etc).
Por supuesto, es muy fácil ser “activista” en economías abiertas contra empresas cotizadas que son la solución, no el problema. Es muy fácil subirles los impuestos a los ciudadanos con la excusa medioambiental mientras se ayuda con enormes cifras y subvenciona a los sectores más contaminantes.
Piénsenlo por un momento. ¿Realmente creen ustedes que los sectores más ineficientes y contaminantes existirían hoy ante el avance imparable de la tecnología? No.
Solo se pueden dar monopolios si lo promueve o facilita el gobierno. En un sistema de libre mercado no intervenido no pueden existir sectores obsoletos y, desde luego, no se perpetúa la sobrecapacidad subvencionándola.
¿No les parece curioso que países que nos dicen que tienen un compromiso medioambiental incuestionable tengan como grandes pilares de inversión estatal en los próximos diez años construir refinerías y plantas de carbón? No porque hagan falta, mis queridos amigos, porque son dos sectores donde sobra capacidad desde hace años a nivel global. Se hace porque lo que los intervencionistas promueven por definición son los elefantes blancos. Construir cosas, que algún día ya servirán para algo.
Cuando se ignora o niega la competencia y la lógica económica en la inversión nunca se promueve el cambio, solo se disfraza de buenas palabras.
Esos activistas -no todos- que están atacando a las empresas innovadoras y las economías abiertas, que son la solución, no lo hacen por falta de información o por ignorancia, sino porque su objetivo es otro. Unirse a gobiernos totalitarios, teocracias y dictaduras (sean contaminantes o no) para destruir lo poco que queda de libre mercado en un mundo occidental que está ahogado precisamente por el intervencionismo.
España tiene ejemplos mundiales de cómo liderar la lucha contra el cambio climático y la protección del medio ambiente: Dos empresas energéticas que siempre han sido privadas desde su creación. Curiosamente, son también el centro de los ataques más vitriólicos de los intervencionistas. Porque el objetivo no es tener campeones eficientes que son capaces de liderar el cambio creando empleo, fortaleciendo su posición y creciendo en el mundo. El objetivo es expropiarlas para llenarlas de puestos políticos, exactamente lo que ha llevado a las petroleras estatales globales a ir destruyendo valor, eficiencia y capacidad de cambio.
No es que los intervencionistas sean tontos o incoherentes en su silencio con Venezuela, China o Irán y sus ataques a las empresas que consiguen mejorar el medio ambiente innovando y creciendo. Es que el objetivo es que desaparezcan los factores que continuarán mejorando el mundo, reduciendo la pobreza y creando riqueza: La competencia y el avance tecnológico.
Es lo triste de unos políticos que se autodenominan progresistas y en realidad son regresistas, que hablan de estado emprendedor y están en contra de las tecnologías disruptivas y el cambio tecnológico, porque lo que quieren es volver a tener conglomerados estatales que hundan la competitividad, y repartir puestos por designación política, que es la fórmula perfecta para aniquilar la innovación y el cambio.
Solo hay dos formas de solucionar los retos medioambientales: competencia y tecnología. Ningún gobierno obsesionado por el control y que los precios no bajen va a defender esas opciones. Las va a dinamitar. Y está pasando en un país cerca de usted en estos momentos.
Los gobiernos intervencionistas quieren inflación y control. La tecnología y la competencia destruyen esos dos factores. Ya saben por qué no van a defender todo aquello que mejore el medioambiente y por qué van a seguir subvencionando lo que lo empeora. Y ya saben por qué quieren que usted le eche la culpa al inexistente libre mercado en el sector -el energético- donde más intervención hay. Para tener clientes rehenes.
Lectura adicional:
Only Economic Freedom Will Save The Earth.
Economic Freedom and Air Quality.
Economic Freedom and Environmental Quality, Richard L. Stroup.