La compra de Air Europa por parte de IAG, la matriz de Iberia y Vueling, se enfrenta a un difícil examen por parte de la Comisión Europea. La operación, valorada en torno a los 1.000 millones de euros, tiene como objetivo convertir Barajas en epicentro de los vuelos entre Europa y Latinoamérica, Asia y África. Bruselas debe evaluar hasta qué punto esta concentración puede restringir la competencia en el mercado español y traducirse en un aumento de los precios de los billetes de avión. Si la respuesta es positiva, podría imponer medidas correctivas o incluso prohibir la fusión.
"El mercado español quedará ahora dominado por Iberia y sus aerolíneas vinculadas. Apenas hay competencia. Sólo Ryanair, que tiene una cuota de mercado relativamente pequeña de alrededor del 15%, podrá competir", explica a EL ESPAÑOL Pablo Mendes de Leon, profesor de derecho aéreo y del espacio de la Universidad de Leiden (Holanda). "Teniendo en cuenta el dominio de Iberia, la Comisión Europea tendrá que examinar muy seriamente esta concentración de poder de mercado y asumo que considerará imponer medidas correctivas", agrega.
De momento, el Ejecutivo comunitario guarda silencio. Las aerolíneas todavía no han comunicado oficialmente la transacción a Bruselas. No existe un plazo legal para que lo hagan. Eso sí, no pueden materializar la fusión hasta haber recibido luz verde de la comisaria de Competencia, Margrethe Vestager.
Iberia no quiere entrar por ahora en detalles sobre las concesiones que estaría dispuesta a hacer a la Comisión para obtener su visto bueno. "Esta operación tiene ventajas para todos, para la conectividad, para la economía. Permite tener más vuelos, más destinos y va a contribuir a crear empleos de calidad", señalan a este periódico fuentes de la compañía.
El objetivo final es "hacer más eficiente el hub de Madrid, que ha perdido posiciones en los últimos años frente a sus rivales europeos, que es con los que realmente compite". En Madrid, Iberia tiene un peso menor que otras aerolíneas similares en sus hubs: la cuota conjunta de IAG con Air Europa es del 39%, menor que los que tienen los competidores en París-Charles de Gaulle, Fráncfort o Ámsterdam, aduce la aerolínea.
Una vez recibida la notificación oficial de la compra de Air Europa por parte de IAG, se desencadena una cuenta atrás irreversible con un calendario que sí está perfectamente tasado. La Comisión dispone de 25 días laborables para analizar la operación. Si hay problemas de competencia, como parece el caso, las aerolíneas tienen vía libre para ofrecer soluciones, lo que amplía el plazo en 10 días.
¿Investigación en profundidad?
Al final de esta primera fase, el Ejecutivo comunitario puede autorizar ya la operación, con o sin condiciones. Más del 90% de fusiones notificadas a Bruselas se resuelven en este periodo inicial. Pero si persisten las dudas en materia de competencia, la Comisión lanza una investigación en profundidad de 90 días de duración, ampliables en otros 15 días si las partes presentan nuevas concesiones. Iberia ha dicho que espera que la compra se complete en el segundo semestre de 2020, una vez recibidas todas las aprobaciones necesarias.
¿Qué tipo de medidas correctivas aplica la Comisión en el caso de las fusiones de aerolíneas? La más importante consiste en obligar a las compañías a desprenderse de derechos de vuelo y aterrizaje (slots) en aquellas rutas donde sus actividades se solapan y no hay alternativas. El objetivo es facilitar la entrada en esas conexiones de compañías aéreas rivales y por tanto evitar una posición de monopolio de la empresa resultante de la fusión.
Una vez concluida la segunda fase de 90 días laborables, la Comisión podría aprobar incondicionalmente la compra de Air Europa, dar luz verde con medidas correctivas o bloquear la operación si considera que no se han resuelto los problemas de competencia. Hasta ahora, Bruselas ha prohibido dos fusiones de aerolíneas.
La primera fue la compra de Aer Lingus por parte de Ryanair, que ha sido vetada dos veces: en 2007 y de nuevo en 2013. Bruselas concluyó que la concentración perjudicaría a los consumidores al crear una situación de monopolio o posición dominante en las rutas de Irlanda. Una situación que reduciría las alternativas para los viajeros y desembocaría en un aumento de precios. Las soluciones ofrecidas por las compañías no resolvían el problema. Al final, Aer Lingus fue adquirida por IAG.
El Ejecutivo comunitario prohibió también en 2011 el proyecto de fusión entre Aegean Airlines y Olympic Air por considerar que habría generado un casi monopolio en el mercado griego del transporte aéreo. Según el análisis de Bruselas, la concentración habría provocado una subida de tarifas para 4 de los 6 millones de griegos y europeos que viajan cada año con salida o destino en Atenas. Juntas, las dos compañías controlaban el 90% del mercado griego y no era realista la entrada de un rival potente que mantuviera una presión competitiva sobre los precios.