Nuevo varapalo del ayuntamiento de Barcelona a los pisos turísticos. En su cruzada por limitar el uso de viviendas como alojamientos vacacionales ha suspendido el proceso de apertura de este tipo de alojamientos en toda la ciudad durante los próximos 12 meses, lo que supone acabar con más de 8.700 alojamientos turísticos que se publican actualmente sin tener licencia en las áreas metropolitanas de la ciudad.
En lo que va de año se publicaron en Barcelona 18.346 alojamientos en la página de Airbnb, eso es casi el doble de las 9.591 licencias otorgadas en la ciudad. Una diferencia que se debe a que cada vez más el negocio turístico intenta expandirse al área metropolitana para escapar de la presión barcelonesa.
Se trata de una cuantía que, sin embargo, es mucho más pequeña que la de otras ciudades europeas, como Londres o París, donde según Statista se ofertaron 77.096 y 59.881 apartamentos, respectivamente. Y es que, concretamente, Barcelona ocupa el séptimo puesto de las ciudades Europeas con más pisos turísticos, muy por detrás de, además de las dos mencionadas anteriormente, Roma, Copenhague, Berlín y Ámsterdam.
Barcelona está llevando a cabo esta medida con el objetivo de garantizar la morfología de la ciudad y el derecho a la vivienda ya que considera que este tipo de alojamientos reduce la oferta de alojamientos de larga duración en la ciudad. Eso es lo que le ha llevado en 2018 a aprobar un plan urbanístico de alojamientos turísticos que impide la apertura de nuevos alojamientos e incluso el cierre de aquellos que operan sin licencia y que entiende el ayuntamiento que tienen un impacto negativo en el mercado de la vivienda y en el día a día de los vecinos del barrio.
Sin embargo, algunos profesionales no están de acuerdo con esta versión porque “las licencias turísticas, más que destruir la morfología de la ciudad, podrían reorganizar el turismo y dar vida a ciertos barrios en los que no quiere vivir nadie”, explica Fernando Encinar, Jefe de Estudios de Idealista.
Regeneración de los barrios
De esta forma, considera que la afirmación de que limitando las licencias se “recuperan los barrios es mentira” y para ello pone el ejemplo de La Barceloneta. Encinar explica que “hace 20 años ningún barcelonés iba a La Barceloneta y ahora está llena”.
Por esta razón, explica que lo más correcto sería otorgar estas licencias “a ciertas zonas” para ayudar a que estas “se regeneren”. Un plan que pasaría, primero, por “definir qué zona de Barcelona se quiere regenerar y entonces dar licencias turísticas para esa zona”.
Encinar aporta esta idea porque para él la forma en que el ayuntamiento de Ada Colau está restringiendo la concesión de licencias “es una ensoñación” basada en lo que no quiere.
Afirma que escucha hablar mucho del turismo que no se quiere en Barcelona y nada del que sí quiere. Y es que, según Encinar, “parece que Barcelona no quiere ser una capital turística” después de décadas de promoción.