Parece que tenía razón Pedro Sánchez cuando dijo que con Iglesias en el Gobierno no dormirían tranquilo ni él ni el 95% de los españoles. Cuatro días han bastado para comprobar cómo el anuncio del matrimonio Psoe - Unidas Podemos ha hecho saltar todas las alarmas económicas posibles.
Si el pasado lunes la prima de riesgo (que mide el diferencial del bono a 10 años español con el alemán) estaba en los 67 puntos, el viernes ascendió hasta los 80. La bolsa se dejaba durante la semana un 1,4% con los bancos y las energéticas como principales catalizadores de la sangría bursátil.
Estamos ante los primeros síntomas de las dudas que suscita entre los inversores la anunciada coalición que, además, dependerá de los cantonalismos, el nacionalismo del PNV y, probablemente, de ERC. Un cóctel de difícil digestión para un mercado que prefiere estabilidad y previsibilidad. Quizá por eso esta semana era la ministra de Industria, Reyes Maroto, la que insistía en que son “un Gobierno moderado que trabaja por el interés general”.
Tasa Google
Mensajes de calma porque hay desconfianza en la manera en la que el vicepresidente ‘social’ Iglesias y la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, se van a entender. Son el agua y el aceite. El gasto y la ortodoxia económica. Conjugar ambos intereses va a resultar sumamente complicado.
Para conjugar la expansión de gasto y el recorte del déficit (que es como sorber y soplar la sopa al mismo tiempo) es necesario observar cuáles van a ser las principales fuentes de ingresos que tendrá el nuevo Ejecutivo. Ambos partidos difieren en la forma de hacerlo, aunque sí comparten algunos objetivos comunes.
Tanto el PSOE como Unidas Podemos coinciden en la necesidad de imponer la llamada ‘Tasa Google’. Los socialistas hablan de aquellas que tengan un volumen de negocio 750 millones a nivel mundial y con más de 3 millones en España. Desde la formación morada hablan de que el negocio global sea de 500 millones. Así que parece evidente que esta imposición podría salir adelante en los próximos presupuestos.
Las estimaciones del Gobierno hablan de que se recaudarían unos 1.200 millones el primer año (tres veces más que la misma tasa en Reino Unido) por lo que tanto el sector como expertos financieros aseguran que se trata de un cálculo muy por encima de la realidad.
Habrá acuerdo también en poner en marcha el impuesto a las transacciones financieras. Ambas formaciones coinciden en la necesidad de gravar las operaciones en Bolsa.
Dice el programa de Podemos que se trata de las “especulativas”, sin embargo, el Programa Nacional de Reformas enviado a Bruselas hace referencia a que “gravará con un 0,2% las operaciones de adquisición de acciones de 19 sociedades españolas, con independencia de la residencia de los agentes que intervengan en las operaciones, siempre que sean empresas cotizadas y que su valor de capitalización bursátil sea superior a los 1.000 millones de euros”.
Impuestos verdes
¿Total a recaudar? Pues las estimaciones del Partido Socialista hablan de que podría conseguir 850 millones de euros, aunque nuevamente existen dudas sobre si los cálculos son ciertos o están sobreestimados.
No parece que haya dudas tampoco en que la fiscalidad verde tendrá que ir haciéndose más presente en nuestras vidas. El Plan Nacional de Reformas elaborado por Calviño ya adelanta un primer paso: equiparar la gasolina al diésel.
Desde Podemos añaden también la posibilidad de reducir el impuesto de matriculación o “establecer desgravaciones en el IRPF por el uso de abonos de transporte público y la adquisición de electricidad 100 % renovable”.
Quizá uno de los grandes de batalla estará en cómo entender la forma de gravar a los más ricos. Entiende Podemos que hay que poner un impuesto a las grandes fortunas que “gravará con un 2 % los patrimonios de más de un millón de euros, con un 2,5 % los patrimonios de más de 10 millones de euros, con un 3 % los patrimonios superiores a los 50 millones y con un 3,5 % los patrimonios de más de 100 millones de euros”.
Desde el Partido Socialista no ven clara esa medida y abogan por mejorar la progresividad de los distintos tramos del IRPF. De hecho, en el borrador de presupuestos de 2019 se elevaban dos puntos el IRPF para rentas desde 130.000 euros y cuatro para los de más de 300.000 euros. El tipo máximo se situaba en el 45%. Algo que, por cierto, sí aceptó en un primer momento Podemos para dar el visto bueno a las cuentas, aunque abogue por un máximo del 55%.
También las empresas miran con atención a lo que ocurra con el impuesto de sociedades. El PSOE abogaba por un mínimo para las grandes compañías del 15%, mientras que el equipo de Pablo Iglesias propone aumentar ese mínimo hasta el 20% para los bancos y crear una imposición especial para aquellas compañías que sean más contaminantes.
La banca
Desde Podemos también insisten en que es necesario imponer a los bancos una tasa especial para devolver el rescate a la banca; implantar una imposición para las compañías que no paguen un tipo mínimo del 15% en el exterior.
Está por ver cómo encajan Iglesias y Calviño el ímpetu morado de acabar con las Sicav, las Socimi y gravar todavía más los fondos de pensiones. Todo ello por no hablar del mercado del alquiler y la intervención en él por la que aboga Podemos limitando los precios en las ciudades.
Una complicada agenda que apunta a que Calviño e Iglesias tendrán que dialogar mucho para conseguir cerrar el círculo.