Continental anunció esta semana una reestructuración global que se traducirá en la salida de más de 5.000 empleados en todo el mundo y que incluye la posible venta de su negocio en España. Los sindicatos de la compañía -que en Cataluña fabrica componentes eléctricos- se reunieron el miércoles con directivos de la central que les dejaron entrever que la planta de Rubí no es estratégica por lo que el objetivo es venderla en un plazo de seis meses.
Un anuncio que deja en el aire los 760 puestos de trabajo del centro y que ha hecho saltar las alarmas por un nuevo procedimiento de despido colectivo en Cataluña. Una tendencia que se ha acentuado de la mano de la oleada separatista en lo que va de año y que confirma que la industria catalana es una de las más afectadas por el procés y por los recientes disturbios que ha generado la sentencia del Tribunal Supremo.
Si se confirmaran estas 760 salidas y considerando diferentes procesos de despido colectivo en Cataluña durante 2019, se podrían perder hasta 2.500 puestos de trabajo solo por EREs. Si sumamos los expedientes anunciados en el último mes, tenemos 745 puestos de trabajo menos, a los que habría que sumar los 600 de Nissan en mayo y otros procedimientos puntuales que llegan a 367 salidas.
Solo en la últimas tres semanas se han confirmado tres EREs en la industria catalana. El de Huayi Compressor, que comunicó un Expediente de Regulación de Empleo para 164 empleados; el de TE Connectivity, que acabó con 94 despidos; y Prysmian, con 487 salidas. Estamos hablando de industrias claves que han perdido pujanza de la mano del deterioro económico derivado del enquistamiento del desafío independentista.
Sucesivos EREs
El miércoles, la dirección de la multinacional china Huayi Compressor (antigua Unidad Hermética y Cubigel) comunicó al comité de empresa de su fábrica de compresores de Sant Quirze del Vallès la presentación de un ERE para despedir a 164 trabajadores, la mitad de la plantilla.
Por su parte, la dirección y el comité de empresa de TE Connectivity, que produce conectores para el sector de la automoción, pactaron a finales de octubre el ERE que afecta a la planta de Montcada i Reixac (Barcelona). En el caso de Prysmian hablamos del cierre de dos plantas (Manlleu y Montcada i Reixac) de General Cable, histórica productora de cables de telecomunicaciones.
A estos despidos colectivos se suman otros no tan recientes como los de Nissan, que cerró un ERE de 600 despidos en mayo. Las salidas afectaron a sus centros en la Zona Franca de Barcelona y en Montcada, el 20% de los empleados. Un puñado de EREs a los que habría que incluir otros procesos de regulación de empleo en Luxiona (52 despidos), Bayer (75) y Sada (240).
Las cifras de la Seguridad Social indican que entre enero y agosto en Cataluña se produjeron 3.800 despidos colectivos, un crecimiento del 59% en un año. En el sector de industria a nivel nacional se han producido 5.767 salidas vía ERE, un 73%.
Impacto en el PIB
La última encuesta de población activa (EPA) publicada en octubre confirmó que se han destruido 15.200 empleos en un año en la industria catalana y ha aumentado el paro en esos mismos 12 meses en 1.100 personas. En este dato se incluyen salidas por otras vías ajenas a los ERE. El comportamiento opuesto registrado en el conjunto de España: 90.100 ocupados más en un año y 11.800 parados menos.
Un declive que tiene que ver con el desplome de la industria catalana en los últimos tres años, de la mano del desafío independentista. Los datos del último Barómetro Industrial de COGITI y el Consejo General de Economistas indican que Cataluña ha sufrido una pérdida de peso de la industria en su PIB superior al resto de España. Y el hecho de que esta comunidad represente un 23,48% de la industria nacional y un 25,84% de la industria manufacturera española provoca un efecto arrastre en la economía del país.
Trasladados esos datos al conjunto del PIB nacional, el 19,14%, esto es uno de cada cinco euros que produce el sector industrial en España proceden de Cataluña. Pero esa cuantía va reduciéndose en un contexto de desaceleración económica e inseguridad jurídica permanente, que está dejando atrás a esta comunidad autónoma frente a otras.
Como ya ha explicado este periódico se espera que en 2019, Madrid logre el sorpasso a Cataluña en términos de riqueza, lo que supone el triunfo de una economía más basada en los servicios que en la industria que forjó la burguesía catalana.