El expresidente de Renault-Nissan, Carlos Ghosn, denunció este miércoles la persecución política a la que dijo haber sido sometido y acusó a Nissan y a la Fiscalía japonesa de ataques contra su persona, durante la primera comparecencia pública tras su fuga, en la que defendió su inocencia.
"No he huido de la justicia sino de la injusticia y de la persecución política" en Japón, aseguró Ghosn, que fue detenido en noviembre de 2018 y estaba en libertad bajo fianza desde el 25 de abril pasado, con sus comunicaciones y movimientos restringidos y la prohibición de salir del país asiático, señaló en una rueda de prensa en Beirut.
El exdirectivo denunció que fue blanco de "vergonzosos y continuos ataques de los medios orquestados por los fiscales japoneses y los ejecutivos de Nissan" durante su estancia en el país, donde consideró que "nunca tendría que haber sido arrestado".
De forma solemne y dramática, Ghosn declaró que escaparse de Japón fue "la decisión más difícil de su vida" pero la tomó para "protegerse" a sí mismo ante la "imposibilidad de un juicio justo" en los tribunales nipones.
Las autoridades le acusan de irregularidades financieras, cargos que él siempre ha negado y por los que podría enfrentarse a largas condenas de cárcel en Japón.
"Voy a morir en Japón o tengo que salir de Japón", se dijo a sí mismo Ghosn, tal y como relató en la rueda de prensa, en la que aseguró que no pretendía "hacerse la víctima" sino que, por primera vez, podía "hablar libremente".
El expresidente del consorcio automovilístico, de 65 años, agradeció a las autoridades libanesas "no haber perdido la fe" en él, que tiene la nacionalidad del país árabe, la francesa y la brasileña, y afirmó que fue "rehén" de un país al que le dedicó su vida profesional.
Ghosn huyó de Japón al Líbano, a donde llegó a finales de diciembre en un avión privado procedente de Turquía.