Tras una década de tipos bajos, la banca española ha asistido a la llegada de Christine Lagarde a Fráncfort con un agotamiento que se verá en los resultados de 2019, unas cuentas que los bancos comenzarán a publicar este jueves -con Bankinter- y serán peores que las de hace un año.
Ese día, la presidenta del Banco Central Europeo (BCE) celebrará una rueda de prensa clave después de encabezar su segunda reunión de tipos. Una cita de la que el sector financiero español confía sacar un compromiso a largo plazo que le permita levantar el vuelo en Bolsa y dar aire a sus planes estratégicos.
Con el Consejo de Gobierno recién renovado, la banca española espera que Lagarde lance el mensaje de que la política de tipos bajos no ha venido para quedarse, según fuentes bancarias. Una declaración de intenciones que sería suficiente para que el sector pueda capear los dos años de tipos bajos y negativos con los que cuenta el mercado.
Firmas como Goldman Sachs o Nomura, entre otras, esperan que la política de tipos negativos permanezca en Europa hasta 2022. Esa coyuntura complicará la mejora de márgenes de las entidades españolas en este ejercicio y el próximo.
Un Consejo más moderado
En contra de los deseos de la banca europea, la firma de inversión estadounidense afirmaba en un reciente informe que Lagarde tratará de evitar dar la impresión de que su mandato vaya a estar volcado en endurecer la política monetaria. Pero esperan que se abra el camino hacia la normalización de los tipos y las compras de activos.
Los dos nuevos miembros que se estrenan en el Consejo de Gobierno de este jueves muestran a la perfección el debate en el que está sumido el banco central. De un lado, la alemana Isabel Schnabel, que se estrena con un perfil menos duro que su antecesor germano, pero con un discurso contrario a la política ultralaxa de los últimos años.
Como contrapeso, también aterriza en Fráncfort el italiano Fabio Panetta, defensor de las compras de deuda y los bajos tipos. Con su incorporación al comité ejecutivo del BCE, fuentes conocedoras del banco central esperan que las próximas reuniones del consejo de gobierno sean menos tensas que las que marcaron el final de la presidencia de Mario Draghi.
Con estos ingredientes sobre la mesa, los analistas de Goldman señalan 2022 como el año del fin de los tipos bajos gracias a la estabilización de la economía. El banco de inversión no cuenta con que el consejo de gobierno vuelva a lanzar un programa de compra de deuda este año y cree que Fráncfort revisará sus cuestionados objetivos de inflación en el 2% para dar un nuevo rumbo a su política monetaria.
Menos crecimiento
Hasta entonces, la banca europea afronta dos años difíciles. En el caso de las entidades españolas, a los tipos negativos se sumará en 2020 el menor crecimiento que se espera para la economía (un 1,6% este año, según las últimas previsiones del FMI) y los peores datos de empleo que se derivarán de ese menor crecimiento y de la incertidumbre del mercado laboral, algo que puede tener un impacto negativo sobre la morosidad.
El sector afronta esta recta final con sus peores resultados desde 2016, según las estimaciones del consenso de analistas de Refinitiv. El año 2019 cogió por sorpresa al sector, que confiaba en que se producirían las primeras subidas de tipos antes de la marcha de Draghi. Un mal cálculo que ha hecho mella en los planes estratégicos de las entidades, como se ha podido comprobar de forma clara en el caso de Bankia.
La situación no es igual para todas las entidades españolas. De hecho, un reciente informe de Credit Suisse señalaba a Caixabank por su "habilidad para sostener y hacer crecer los beneficios estructurales por encima de sus competidores" en un ejercicio en el que el banco padecerá en su cuenta de resultados los efectos del ERE (Expediente de Regulación de Empleo) para reducir su plantilla.
Ese recorte de personal ha sido bien valorado por el mercado al considerar que el banco ya ha hecho sus deberes para ganar en eficiencia frente a otras entidades.
También Santander era destacado por la firma europea de inversión como una de las entidades que mejor se comportará este año, pese a que la entidad anunció en 2019 un ajuste en su filial de Reino Unido por valor de 1.500 millones de euros.
Una decisión que muestra las dos caras de la siempre positiva diversificación y que también padeció BBVA. El banco que preside Carlos Torres anunció un deterioro de 1.359 millones de euros por la evolución del negocio de su filial en Estados Unidos. Ajuste que también restará beneficios al banco en los resultados que presentará la próxima semana.