“Hold tight, we're in for nasty weather” David Byrne
Una de las frases más repetidas en los últimos meses es que la desaceleración de España es una especie de fatalidad por culpa de otros. ¿Volvemos a la excusa del enemigo exterior? Claramente.
En enero, España ha destruido 244.000 empleos en un mes, el peor mes de enero desde 2013 y peor dato de afiliación desde 2013. Para que nos hagamos una idea, España en un mes destruyó casi el mismo empleo que todo Estados Unidos ha creado en el mismo mes (291.000, el mejor mes desde mayo de 2015, según ADP y Moody's).
Como mostraba EL ESPAÑOL, desde que llegó Sánchez a Moncloa, crece en 20.000 personas el paro femenino, en 14.000 el de los menores de 25 años y en 30.000 el del campo. Mientras tanto, el paro de la Unión Europea caía al nivel más bajo desde que se creó la serie histórica de la oficina estadística (7,4% eurozona, 6,2% UE 28).
Por supuesto, nos dicen que es típico el aumento del paro en enero, y es correcto, pero la destrucción de empleo en este enero es casi un 30% superior a la de cualquier mes de enero desde 2013. Lo terrible es la tendencia de erosión constante en creación de empleo que llevamos analizando desde hace casi dos años. Nos estamos acostumbrando a leer mes tras mes que “los datos son los peores desde 2013” incluso desde el comienzo de la crisis. En enero se ha destruido empleo en casi todos los sectores. Diecinueve sectores destruían empleo y solo dos (suministro de energía eléctrica y actividades inmobiliarias) creaban empleo, ochenta y ocho afiliados.
Los datos de PIB, aparentemente decente, también mostraban una tendencia preocupante, con estancamiento en el consumo de las familias en el cuarto trimestre y caída de la inversión de 2,5%. No podemos olvidar que los pedidos industriales corregidos por el efecto estacional cayeron un 20% en noviembre.
Lo más preocupante es que la tendencia en España en los indicadores adelantados empieza a desacoplarse de economías comparables. El índice de sentimiento económico que publica Eurostat subía en Francia o Alemania y caía en España. El índice de actividad de servicios (PMI) español mostraba el peor crecimiento desde 2013 y además la confianza empresarial al nivel más bajo en seis años. Los últimos datos del índice PMI muestran que el crecimiento del sector privado español se debilitó hasta su mínima de tres meses en enero. El Índice Compuesto de Actividad Total cayó del nivel 52.7 registrado en diciembre del año pasado al 51.5 en enero. El sector manufacturero siguió siendo la principal fuente de debilidad, y la producción continuó disminuyendo en enero.
Esto se ha reflejado en la producción industrial, que cayó un 1,4% en diciembre, muy por debajo de las estimaciones y deja la tasa interanual de 2019 a casi cero, es decir, en 2019 estuvo siete meses en contracción y dos meses plana. Bienes intermedios, de equipo y energía vuelven a ponerse en negativo.
Todo esto no es una casualidad ni una fatalidad. A las incertidumbres que siempre existen en la economía global se ha añadido desde hace varios meses una batería de amenazas constantes a las empresas y al crecimiento. Cuando el gobierno se ve acorralado, acude a echar la culpa al primer chivo expiatorio empresarial que puede. ¿Se dispara el paro en el campo ante la brutal subida de impuestos al trabajo impuesta? La culpa es de la aceituna y de los supermercados. Volvemos al intervencionismo más destructor.
El gobierno, que se lleva en impuestos el 41% del beneficio bruto de un agricultor medio en el tomate, culpa de los problemas a un sector que tiene márgenes que no llegan al 3%. Un sector que además también sufre una fiscalidad que supera al 40%.
Por ejemplo, Mercadona pagó, en 2018, 1.575 millones de euros en impuestos, más del doble de su resultado de explotación y con un beneficio neto de 593 millones. El margen bruto antes de impuestos de Mercadona en 2018 fue de 3,4%. El sector de la distribución tiene uno de los márgenes más bajos de la cadena agroalimentaria, que oscila entre el 0,5% y el 1,5% (según KPMG). ¿Cómo ganan dinero? Vendiendo mucho volumen y aumentando la eficiencia. Sin embargo, el recaudador insaciable considera que detraer hasta el 40% de la cadena de valor en cada segmento no es el problema pero tener un margen de 0,15% o 1,5% exige “reflexión”. El recaudador insaciable siempre piensa que usted gana demasiado. Sin embargo le parece estupendo garantizar rentabilidades del 7,39% hasta 2031 a los sectores que decide que sí le gustan.
Este ataque constante no sale gratis. Se ralentizan o cancelan las decisiones de contratación e inversión. España debería estar ahora mismo presentándose ante el mundo como el país donde invertir, donde llevar a cabo los proyectos más innovadores, con una fiscalidad, administración y políticas facilitadoras. Lo que nos encontramos son constantes amenazas, desmentidos, globos sonda e inseguridad jurídica. España no se puede permitir una política fiscal y económica extractiva y confiscatoria. No podemos permitirnos ese lujo. Los creadores de empleo toman riesgo cada día al invertir y contratar. Lo último que necesitan es que el gobierno añada más riesgos.