Nuevo terremoto en el sector ferroviario. La francesa Alstom ha llegado a un acuerdo con la canadiense Bombardier para hacerse con su división ferroviaria por un máximo de 6.200 millones de euros. Un precio que se terminará de definir una vez se fije el mix entre el pago de efectivo y el intercambio de nuevas acciones de la compañía gala.
Esta operación, pendiente de que las autoridades de competencia den su visto bueno, tendrá un efecto en España. Alstom y Bombardier emplean actualmente a más de 2.500 personas en nuestro país. Una posición que cuenta con sus dos principales centros en la planta que la canadiense tiene en Trápaga, País Vasco, y de la factoría de la francesa en Santa Perpetua de Mogoda, Cataluña.
Después de la transacción, Alstom tendrá una cartera de pedidos de alrededor de 75.000 millones de euros y unos ingresos anuales que rondarán los 15.000 millones de euros.
Desde la francesa señalan que la adquisición de Bombardier Transportation es "una oportunidad única que llega en el momento adecuado para Alstom, ya que ha fortalecido significativamente su perfil operativo y financiero en los últimos cuatro años para acelerar su hoja de ruta estratégica, y se suma a las plataformas comerciales e industriales complementarias de Alstom".
Según indica Alstom en un comunicado, la operación supondrá unas sinergias de 400 millones de euros en el primer lustro.
Alstom tiene en estos momentos 40.000 millones de euros en cartera y 8.100 millones de euros en ventas anuales. Durante el período 2016-2019, la francesa ha tenido un sólido crecimiento anual promedio del 5,5% mejorando significativamente su rentabilidad.
Por su parte, la división ferroviaria de Bombardier cuenta con proyectos pendientes valorados en 32.000 millones de euros y unas ventas de 7.400 millones anuales.
Pendientes de Competencia
Esta operación presenta muchas similitudes con la que en su día intentó la francesa con Siemens. El frustrado intento de alianza entre los dos gigantes europeos fue frenado por las autoridades de competencia europeas en 2019 que impusieron una serie de condiciones que terminaron por romper el acuerdo.
Ahora, la importante presencia de Alstom y Bombardier en el Viejo Continente hará que la última palabra sobre esta operación vuelva a estar en manos de Bruselas. Un proceso arduo que se dirimirá durante los próximos meses y que, en principio, contará con reticencias similares a las que en su día acaparó el acuerdo franco-alemán.
Y es que, la sombra del efecto en el empleo es alargada y el ferroviario es uno de los sectores más arraigados entre la industria europea. En este contexto, habrá que ver si el argumento de ganar tamaño para hacer frente al gigante chino CRRC se impone a las visiones contrarias que puede tener la reducción de la competencia en el ámbito ferroviario europeo.