Vísteme despacio que tengo prisa. Empresarios, sindicatos y trabajadores de los sectores de la construcción y la industria están dispuestos a volver al trabajo cuando termine la Semana Santa pero asegurando que se van a cumplir unas condiciones que limiten el riesgo de contagios de coronavirus.
Los datos del impacto en el empleo de la primera embestida del Covid-19 han sido tomados como un serio aviso de lo que puede estar por venir si no se actúa de forma coordinada. Con sectores como la hostelería o el turismo parados sine die, desde la construcción y la industria se tiene conciencia total de la importancia que va a tener para el conjunto de la economía española que vuelvan a estar operativos.
Ese punto de partida inicial lleva otro de la mano: sólo se quiere volver a arrancar si están garantizadas una serie de medidas que minimicen el riesgo de contagios. Un aspecto en el que los criterios están igual de alineados. El problema que surge en este punto es la falta de guías claras de protección desde las que crear los protocolos.
Distancia social
Desde el Ministerio de Sanidad se señala a las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Cuando a comienzos de año estallaron en China los primeros brotes de coronavirus, este estamento puso en marcha una serie de recomendaciones que han ido evolucionando pero no han variado en exceso: sus principales pilares serían el distanciamiento social, higiene y utilización de equipos de protección individual en casos muy concretos.
Ya antes del parón provocado por la puesta en marcha del permiso retribuido vigente durante los últimos días, muchas compañías comenzaron a operar con protocolos que aumentaban el grado de seguridad de lo indicado de la OMS. Unas medidas que, en el caso de la construcción y la industria, habrían sido eficaces según los primeros indicios.
Fuentes de varias grandes empresas consultadas por este diario coinciden en indicar que no les constan un número significativo de bajas por contagio ni dentro de los operarios de las líneas de fabricación ni en las de trabajadores al aire libre. En cambio, sí se han detectado en los espacios de oficinas por lo que, para estos profesionales se pretende alargar al máximo posible el teletrabajo.
Los especialistas consultados por este diario en materia de riesgos laborales indican que estas percepciones son coherentes con los riesgos de contagio detectados en esta pandemia. Los espacios en los que desarrollan su función los operarios de una fábrica normalmente son mucho más abiertos y fáciles de desinfectar que una oficina.
Además, el espacio en el que se mueven los empleados fabriles suele ser mucho más amplio que el que separa a los trabajadores en sus mesas. Dos elementos que en lo que tiene que ver con la construcción al aire libre aún son más marcados.
A este punto se añade que el uso de guantes y mascarillas ya venía siendo más común en los puestos industriales y de construcción. En cambio, el uso de EPI en los ambientes corporativos ha sido prácticamente nulo.
Pese a este punto de partida, y a falta de que desde el Ministerio de Sanidad se articulen unas guías más específicas para cada tipo de trabajo, empresarios y sindicatos van a utilizar los primeros días de la vuelta a la operativa para, precisamente, culminar los planes de protección y realizar los primeros ensayos.
Esta circunstancia va a hacer que la semana del 13 de abril la vuelta a la actividad se realice de forma muy escalonada. No hay que olvidar que se vendrá de dos semanas de parón casi total, por lo que los primeros días servirán para poner en marcha los procesos, conocer el estado de los suministros y ajustar los protocolos de seguridad.
Cifra de contagios
Del mismo modo, durante este tiempo las empresas van a tener que equiparse con EPI suficiente que les permita, no sólo volver a operar, sino hacerlo de forma regular. En lo que tiene que ver con mascarillas, gafas o pantallas de protección la demanda de los sistemas sanitarios sigue siendo enorme, lo que hace prever que muchas empresas tardarán días en contar con el material suficiente para garantizar el cumplimiento de los protocolos.
No siendo una solución buscada, desde el Gobierno se ve esta vuelta a la actividad con buenos ojos para seguir hundiendo la cifra de contagiados por coronavirus.
Se da por hecho que el volumen de trabajo de los primeros días de la semana del 13 de abril va a ser mayor que la de la actual semana pero menor que la del 23 de marzo. En este sentido, se espera que los sectores industriales y de construcción vuelvan a un primer nivel de recuperación entre finales de abril y comienzos de mayo.
Abril se da como un mes perdido y el objetivo es contar con datos robustos de descenso de contagiados y muertos por coronavirus que permitan plantearse pasar a una nueva fase de actividad laboral y social en el mes de mayo. Del mismo modo, estos cálculos encajarían con el aumento de capacidad de España y sus empresas de autoabastecerse de EPI sin tener que recurrir a importantes compras en el extranjero.
Así las cosas, el próximo 13 de abril construcción e industria darán los primeros pasos de la vuelta a la actividad con el freno de mano echado. Además, con un alto grado de incógnita sobre cómo evolucionarán las primeras jornadas. El objetivo compartido por todos los involucrados es que cada paso que se de, sea firme. Lo importante no es tanto la distancia que se avance en estos primeros momentos como no tener que desandar el camino recorrido. Por pequeño que sea.