Hace unos días la revista científica Nature Climate Change publicaba un estudio que recogía la caída de emisiones de dióxido de carbono durante la emergencia sanitaria provocada por el coronavirus. Los datos señalaban que, en comparación con abril del año pasado, las emisiones contaminantes se habían reducido un 27% en Europa y hasta un 32% en España. En los peores días de la pandemia, cuando las normas de confinamiento eran más estrictas en todo el mundo, se registraron cifras similares a las de hace diez años.
Es un hecho que el parón socio-económico ha servido para disminuir la contaminación en las ciudades; sin embargo, los expertos que firman este estudio advierten de que la reducción de emisiones es tan solo pasajera, y por tanto no es suficiente para revertir las consecuencias del cambio climático. A medida que se vayan relajando las medidas de confinamiento las cifras volverán a los niveles anteriores a la pandemia y, en el peor de los casos, la reactivación de las industrias, la libre circulación y el turismo pueden provocar un fuerte repunte de las emisiones de CO2.
En el mundo post pandemia damos por hecho que algunas costumbres habrán cambiado para siempre, como las medidas de distancia social o el uso de mascarillas en espacios públicos. Pero, a nivel global, también se plantea la cuestión de si es necesario hacer cambios estructurales en el modelo económico y social actual hacia uno más respetuoso con el medioambiente.
El proceso de recuperación económica, para el que ya se están preparando los países más afectados por el coronavirus, supone una oportunidad para desarrollar una estrategia de reconstrucción sostenible. Así lo creen en el Parlamento Europeo, donde el diputado de Los Verdes, Pascal Canfin, impulsó a mediados de abril la Alianza para una Recuperación Verde, desde la que se pretende impulsar una salida a la crisis económica poniendo el foco en la lucha contra el cambio climático.
“El COVID-19 no hará desaparecer el cambio climático y la degradación de la naturaleza. Y no ganaremos la lucha contra el COVID-19 sin una respuesta económica sólida. No son dos batallas opuestas, sino dos batallas que deben librarse y ganarse al mismo tiempo. Hacerlo nos permitirá ser más fuertes juntos”, reza el manifiesto. Lo firman 79 eurodiputados de 17 países, 7 ONG, 28 asociaciones empresariales y sindicales y 37 directores generales de grandes empresas, entre los que encontramos presencia española. Ana Botín, presidenta de Banco Santander, se suma a esta iniciativa en línea con la actuación de la compañía frente al cambio climático, donde recientemente destaca la movilización de fondos ‘verdes’ que aceleren la transición hacia una economía sostenible.
“Ahora que todos estamos trabajando en diseñar la mejor forma de salir de la crisis, es el momento de recordar que necesitamos que los estímulos económicos, además de incentivar la inversión privada y la creación de empleo, sean sostenibles” afirmaba la presidenta de la entidad en sus redes sociales.
Financiación ‘verde’
Santander, que lleva años aplicando políticas ‘verdes’ para reducir su huella medioambiental, también considera de vital importancia el apoyo a iniciativas ajenas que combaten el cambio climático. Es por ello que, a través de Green Finance, pretende movilizar más de 120.000 millones de euros hasta 2025 y, en 2030, alcanzar los 220.000 millones de euros para financiar todo tipo de proyectos sostenibles, como parques eólicos o cultivos de agricultura ecológica.
La financiación ‘verde’ forma parte de la estrategia de la entidad para contribuir con los objetivos del Acuerdo de París, firmado en 2016, y así, desde el sector financiero, acelerar la transición hacia una economía baja en carbono.
Energías renovables
Una de las piezas claves en la lucha contra el cambio climático son las energías renovables, que son cada vez más accesibles y frecuentes en hogares y empresas. Para promover el uso y consumo de este tipo de fuentes, el banco ha invertido en más de 300 proyectos de energía renovable, eólicos y solares principalmente, en 17 países. Tal es la importancia que se le ha dado a esta industria, que este fondo alcanzaba el año pasado los 10.000 millones de euros, lo que representa casi la mitad de la cartera total de financiación de proyectos de la compañía.
Huella medioambiental cero
Reducir la huella medioambiental es otro fator clave para la entidad en todos los países donde está presente, a través de una estrategia que abarca desde la financiación de proyectos sostenibles a la propia actuación del banco, con la reducción de las emisiones de CO2 de la compañía, el uso de energías renovables y una gestión más eficiente de los residuos.
Banco Santander, que fue calificado como el banco más sostenible del mundo por el Índice Dow Jones en 2019, ha sabido integrar sus políticas medioambientales en su estrategia económica de los próximos años. Como ejemplo, el reto para 2025 es que el 100% de la electricidad que utiliza la entidad en sus oficinas de todo el mundo provenga de fuentes renovables y, a corto plazo, en 2021, se prevé eliminar los plásticos de un solo uno en sus edificios.
Ahora que la emergencia sanitaria ha transformado nuestra vida cotidiana y también la economía, algunas empresas, en alianza con las instituciones públicas y organizaciones no gubernamentales, reactivan su lucha contra el cambio climático como eje de recuperación económica, para que la nueva normalidad que alcancemos en los próximos meses sea una realidad más ‘verde’, sostenible y respetuosa con el medioambiente.