Un verano sin festivales de música. Las medidas de seguridad decretadas con motivo de la crisis sanitaria han provocado que la mayoría de las ediciones se hayan tenido que posponer al próximo año. Un duro golpe para la industria, que se ha visto obligada a reformular contratos con artistas y patrocinadores, mientras piden una mayor implicación de las Administraciones públicas.
El Dreambeach Festival es uno de los que ha tenido que posponer la celebración del evento, ya que "no se dan las condiciones de sanidad para que se junte tanta gente y se monte una fiesta de cinco días", comenta el director de Comunicación del evento, Ibai Cereijo. Por ello, los festivales han asegurado la validez de las entradas ya adquiridas de cara a la edición del próximo verano, aunque también ofrecen la posibilidad de reembolso.
“Hemos estado esperando y tratando de presionar al Gobierno para que decretase la suspensión de grandes eventos de música por fuerza mayor, que existiera una figura jurídica que protegiera a las organizadoras”, explica Cereijo.
El único festival musical de este verano en formato presencial que sigue en pie es el Jazzaldia Donostiarra. El tradicional festival de jazz ha decidido seguir adelante con el evento, programado para finales de julio, garantizando todas las medidas de seguridad. "Esperamos vender todo porque lo solemos vender, pero no más allá. Estamos trabajando de una manera muy acelerada", explica el responsable de comunicación, Patxi Berradre.
Se trata de un festival que goza de un marcado reconocimiento internacional, aunque este año esperan que "el público en general sea más local". Por tanto, aunque reconoce que la edición de este año será "un poco una incógnita", se muestra optimista ante la edición de un festival que "siempre ha tenido un éxito local muy importante".
Falta de ayuda de las Administraciones públicas
Aunque algunos festivales han logrado el apoyo de las instituciones durante este proceso, los equipos de organización de los eventos señalan que "no todas las Administraciones han reaccionado con la misma comprensión".
Por ello, la Asociación de Festivales de Música (FMA), que reúne a 35 de los principales festivales de España, afirman haber vivido estos meses "con preocupación por la falta de soluciones específicas para este tipo de eventos". “Se tendría que estar pensando qué va a pasar, cuándo se podrá volver y con qué medidas. Y qué pasa si el año que viene vuelve a pasar lo mismo", estima la directora de FMA, Patricia Gabeiras.
Desde FMA analizan que el principal problema es la ausencia de un "marco normativo adecuado". Una situación que no se ha resuelto con la transferencia de competencias a las Comunidades Autónomas. "Se está viendo cómo funcionarán pequeñas y medianas salas, pero nada sobre los festivales", valora Gabeiras.
En la capital, los diez principales eventos musicales han creado la Plataforma de Festivales de Madrid (PFM), con el objetivo de establecer una estrecha colaboración con las instituciones públicas y "promover el impulso de medidas específicas a corto, medio y largo plazo para afrontar la crisis socioeconómica que está atravesando el sector de los festivales de música".
Forman parte de esta asociación los festivales Black is Back, DCODE, Hallowants, Mad Cool, Madrid Salvaje, Paraíso, Puro Reggaetón, Río Babel, Tomavistas y Wan New Year’s Madrid. A lo largo de 2019, según los datos que maneja la plataforma, estos eventos crearon más de 8.000 puestos de trabajo directos e indirectos.
"El capital de los festivales está en sus clientes, que son sus asistentes, pero hay un capital en recursos humanos que son los trabajadores técnicos y los artistas", comenta la directora de FMA.
Por ello, desde las asociaciones piden medidas de protección para este ámbito empresarial, como el establecimiento de un régimen específico para el sector, una cobertura para artistas y técnicos vinculados a los festivales: "Es importante no destrozar el tejido para que los artistas sigan teniendo una actuación y los equipos técnicos no se destrocen", defiende Gabeiras.
También solicitan una ampliación en el periodo para la devolución de las entradas. Actualmente, el plazo marcado es de 60 días, pero estiman que es necesario un margen superior debido a la inversión en preproducción que lleva a cabo el festival. El objetivo de esta medida es garantizar que las empresas puedan hacer frente a estos pagos.
Municipios enteros afectados
La peor parte se la llevan los municipios receptores de los eventos. A pesar de que grandes festivales como el BBK Live o el Mad Cool tienen lugar en zonas urbanas de un tamaño considerable, otros se celebran en zonas que se ven muy beneficiadas por la cantidad de asistentes que cada año llegan a sus municipios con motivo del festival.
"Los festivales se han convertido en un dinamizador, hay muchísimos puestos de trabajo indirectos y generación de riqueza. Crean mucho empleo local", señala la directora de FMA.
Es el caso de Villaricos (Almería), donde se organiza el Dreambeach Festival. Se trata de un evento por el que pasan en total cerca de 160.000 personas y que genera un impacto económico aproximado de entre 12 y 15 millones de euros en la zona.
También en la Comunidad Valenciana, pero más al norte se celebra en Benidorm el Low Festival, que reúne en cada edición a cerca de 70 artistas de rock, pop y electrónica, con una duración de tres días. Las estimaciones calculan el gasto directo en la ciudad en 7,3 millones de euros.
Se trata de una mala noticia para el turismo de la zona, ya que en el caso del pasado año hasta un 20% del público que asistió al festival acudía a este municipio de vacaciones por primera vez. Por ello, desde la FMA confían en que los festivales de música podrán retomar su actividad en 2021: "En caso contrario, tiene que haber un plan B. No se puede parar todo el tejido empresarial de los festivales por una incertidumbre".
En cualquier caso, los actores implicados consideran que todavía se debe avanzar para que los festivales sean considerados como un sector industrial y productivo a tener en cuenta: "No se les ha considerado como se debería, teniendo en cuenta que es un sector de la cultura y de la música importante en términos industriales, empresariales y productivos", aseguran.
Negociaciones con patrocinadores y artistas
A pesar de las malas noticias, tanto artistas como patrocinadores han respondido favorablemente, en la mayoría de los casos. “La música a nivel global se ha parado. Lo que se ha hecho con los artistas ha sido pasar los contratos al año que viene. Uno de los grandes retos de las empresas promotoras en estos momentos es obtener liquidez, por eso se les ha pedido que devuelvan parte del caché”.
"La reacción a la cancelación ha sido muy constructiva. Si posponemos Low Festival 2020 es porque las medidas sanitarias así lo dictan y eso es lo importante", comenta José Manuel Piñero, miembro del equipo de dirección del festival.
Por su parte, el responsable de comunicación del festival Jazzaldia Donostiarra confirma que alguna de las empresas que colaboran con el evento ha decidido suspender su colaboración para la edición de este año.
Desde la organización entienden que se debe a la excepcionalidad de las circunstancias. "Todas las que se han apeado lo han hecho con la intención de unirse de nuevo el que año que viene. El problema que nos puede surgir a nosotros es que contemos con menos fondos", reconoce Berradre.
¿El momento del streaming?
Aunque aplazar el evento ha sido la tónica, algunos festivales han optado por ofrecer una versión online. Es el caso del Resurrection Fest, que ha decidido mantener la celebración de su 15º aniversario a través de Internet. A finales de agosto se retransmitirá una programación especial de conciertos inéditos, actuaciones en directo, reportajes sobre el festival, etc. Desde la organización han decidido destinar los fondos recaudados por la venta de entradas a personas afectadas por la Covid-19.
Por su parte, el festival Jazzlandia Donostiarra ha decidido este año ofrecer un total de quince conciertos completos en un streaming abierto a todo el público.
Sin embargo, esta no ha sido la tónica general. El equipo de organización de Low Festival reconoce que, tras haberse planteado la opción de mantener el evento y retransmitirlo, decidió desestimar la idea. “El directo, el público, el sonido y lo que se vive en el recinto del festival no es algo comparable con un formato online”, explica Piñero.
Por otro lado, el festival “más pequeño del mundo”, que se celebra en una terraza de 1,71 m2 y se retransmite vía online, ha decidido suspender su edición de este año. “No queremos ofrecer un streaming más después de estar tres meses metidos en casa con la televisión puesta. Este verano es el momento de salir a la calle”, valora Mikel Otamendi, creador del Balconsito Summer Festival.
La organización considera que la propia filosofía del festival les impide verlo como una "fuente de negocio", por lo que tanto los artistas implicados como los patrocinadores han optado por seguir “navegando contracorriente”, como lo fue en su momento organizar un festival basado por completo en la retransmisión por Internet, y no celebrar la edición de este año.
Al margen de las ediciones online, está por ver si el próximo año la situación mejora lo suficiente como para que este sector en auge pueda retomar su actividad.