Pese a que los lanzamientos de modelos eléctricos por parte de las principales marcas automovilísticas se llevan gran parte de los focos mediáticos, en paralelo, la industria de la automoción está llevando a cabo una transformación que está poniendo a la digitalización en el centro de su negocio. Una serie de cambios que harán que el concepto de "motor" con el que se ha identificado a este sector durante décadas deje de estar alineado con las bases de esta industria.
Antes de que llegue el gran cambio de la motorización de los vehículos, el sector habrá puesto en marcha uno de los cambios que modificará de forma más profunda su negocio. La mayoría de los nuevos modelos lanzados en la actualidad por las marcas ya son conectados. Una facultad que multiplica exponencialmente la capacidad de recabar información de los fabricantes.
Un coche conectado es capaz de generar 25 gigas de datos a la hora. El gran reto de la industria automovilística es tener capacidad, no solo para recopilar esa información, sino en sacarle el mayor provecho posible. Utilizar todos esos datos para modificar y mejorar sus procesos de forma continua. Este factor va a ser fundamental en las principales tendencias que van a marcar el negocio de fabricar coches desde este momento.
A nivel del usuario, esa conectividad continuada va a afectar a la experiencia de todos los pasajeros del vehículo. En la parte del conductor esto impacta en todos los parámetros que ayudan a la persona al volante. Desde las aplicaciones de mapas a las que tienen que ver con la iluminación o temperatura de los habitáculos o la música. Del mismo modo, cambiar de coche dentro de una marca será mucho más fácil.
Al igual que hoy pasa con los smartphones que, al cambiar de modelo dentro de una plataforma como IOS o Android, los coches nos conocerán la primera vez que nos montemos. Desde cómo conducimos a la orientación de los espejos, estarán listos sin que el conductor tenga que tocar una tecla al sentarse en su nuevo modelo.
En lo que respecta al resto de los pasajeros del coche, la conectividad permanente mejora el acceso a todo lo que tiene que ver con el entretenimiento a bordo. Desde juegos a aplicaciones escolares para que los niños puedan aprovechar los desplazamientos en coche para adelantar o complementar tareas.
Coches cada vez más autónomos
La conectividad permanente abre la puerta al mayor anhelo de muchos usuarios: la conducción autónoma. Pese a que desde los principales fabricantes se indica que aún hay que superar muchas etapas para que los coches lleguen al denominado nivel 5 en el que el coche no necesita de ninguna acción de la personas al volante, Elon Musk, primer ejecutivo de Tesla, sigue sosteniendo que 2020 será el año en el que este sueño se haga realidad.
Y es que, este punto tiene mucho en común con la electrificación. Igual que para que que veamos una masificación de los coches eléctricos el principal reto está, en estos momentos, del lado de las infraestructuras y no en el de los vehículos, con la automatización pasa algo similar. El despliegue del 5G y la sensorización de las infraestructuras marcarán el verdadero ritmo para que convivamos con coches totalmente autónomos.
Este punto va a marcar otro de los pilares de la industria. La vida útil de los vehículos. Actualmente, la edad media de los coches en España es de 12,4 años. Un marco temporal que la digitalización va a acortar radicalmente. La industria automotriz ya trabaja en horizontes en los que la vida útil de los coches se acerque más a los cuatro años que a la década. Esta circunstancia va a empujar a un volumen de usuarios cada vez mayor de fórmulas como la compra al renting y el leasing.
Un cambio que va a tener un impacto enorme en todo el proceso de venta y postventa de los vehículos y al concepto de los concesionarios. La transformación en los servicios asociados al mantenimiento de los coches va a vivir una revolución tan grande o mayor a la de los propios fabricantes.
El acceso remoto permanente va a cambiar esta experiencia. Como ya pasa con los vehículos Tesla, en las que los modelos pueden recibir mejoras, como el aumento de la velocidad punta, con actualizaciones online como si se trataran de un smartphone, un ordenador o una videoconsola. Un ejemplo más de cómo la parte de software va a ganar en peso al software, al contrario de lo que ha pasado en la industria del automóvil a lo largo de su historia.
Adelantarse a las averías
Esta circunstancia también va afectar al concepto de las averías. La conectividad y la capacidad de aprendizaje de los fabricantes va a permitir dotar de capacidades predictivas a los distintos modelos. Si un porcentaje significativo de los modelos sufre un desgaste de una de sus piezas, los nuevos modelos van a saber que, antes de llegar a ese momento deben de avisar a su usuario para que cambie esa pieza antes de que llegue la avería.
Un cambio que no es nuevo para la industria. En su momento también fue un gran adelanto cuando los coches avisaban a sus conductores que debían cambiar el aceite. Esto ahora se trasladará a los detalles más insospechados del vehículo. Desde un cinturón que falle al abrocharse a una luz que llegue al final de su vida útil antes de los esperado.
Esta capacidad va a impactar en la seguridad de la conducción. La capacidad de predecir averías va a evitar accidentes. Reventones de ruedas, fallos en los frenos o la dirección van a seguir existiendo pero, la capacidad de recopilar datos y aprender sobre ellos, va a permitir adelantarse a estos sucesos para arreglarlos antes de que estas averías sucedan en momentos en los que las consecuencias sean fatales.
Todas estas cuestiones, que hace nada parecían propias de la ciencia ficción, ya forman parte de la realidad de la industria en 2020. Los fabricantes que sepan poner la atención en estos conceptos tendrán una gran oportunidad de fabricar modelos que consigan cubrir las necesidades cada vez más cambiantes de los usuarios. Con ello, serán capaces de captar clientes que vengan de marcas que no consigan evolucionar a la velocidad necesaria y fidelizar usuarios y evitar que opten por otros modelos.