La decisión se produce tras la publicación el 24 de agosto pasado de un informe interno de Rio Tinto sobre la destrucción de estas cuevas cerca del desfiladero de Juukan, una remota zona sagrada para pueblo aborigen Puutu Kunti Kurrama (PKK) y situada en la región de Pilbara, en el noroeste australiano.
La minera indicó en un comunicado a la bolsa de valores australiana que si bien los líderes indígenas y otras partes afectadas reconocieron la transparencia del informe y apoyaron los cambios recomendados, éstos mostraron su preocupación por la responsabilidad de la directiva por las deficiencias detectadas.
"Lo que pasó en Juukan estuvo mal y nos comprometemos a asegurar que la destrucción de un lugar patrimonial de tal significado arqueológico y cultural nunca vuelva a ocurrir en una operación de Rio Tinto", dijo el presidente de Rio Tinto, Simon Thompson, en el comunicado.
Thompson admitió que Rio Tinto "escuchó las preocupaciones de los accionistas" para "acordar mutuamente" la dimisión de Jacques, junto al director ejecutivo de la división de hierro, Chris Salisbury; así como Simon Nivel, jefe de las relaciones corporativas del grupo, quienes saldrán de sus puestos a finales de año. Jacques permanecerá en su cargo como director ejecutivo hasta que se designe a su sucesor antes del 31 de marzo de 2021.
Por otro lado, un comité del Senado australiano tiene previsto visitar la zona como parte de sus investigaciones sobre este hecho que causó una fuerte indignación en el país, especialmente entre las comunidades aborígenes, porque la minera no buscó su consentimiento para realizar la voladura.
Jacques admitió ante este comité investigador del Senado que "los incidentes de Juukan nunca debieron ocurrir", durante una comparecencia en agosto pasado, al referirse a estas acciones que reportarían unos 98 millones de dólares (83 millones de euros) adicionales por la extracción del hierro de alto grado.
Rio Tinto había obtenido permisos para dichas detonaciones en 2013, pero un año después se hallaron unos importantes restos arqueológicos en las cuevas, que mostraron que son los únicos lugares del interior con evidencias de haber sido el único lugar del interior del país ocupado por humanos desde la Edad de Hielo.
No es la primera ocasión en la que se destruye patrimonio indígena y podría no ser la última; el arte rupestre de la Península de Burrup, en el noroeste del país, con más de un millón de petroglifos, se está viendo amenazado por la expansión de un proyecto de gas, escribió en mayo pasado Samantha Hepburn, de la Facultad de Derecho de la Universidad de Deakin en The Conversation.