La liquidación de Sniace sigue atascada, pero ya hay números actualizados sobre su situación patrimonial. La documentación concursal a la que ha tenido acceso Invertia recoge la generación de 115,27 millones de euros de deuda impagada en los poco más de tres años que estuvo operativa la fábrica de Torrelavega. En otras palabras, se endeudó a un ritmo de 2,88 millones al mes.
Así lo recoge la documentación que el administrador concursal de Sniace ha remitido recientemente al juzgado madrileño que instruye el proceso de liquidación de la histórica compañía cántabra.
Estas cifras recogen únicamente las nuevas deudas contraídas y no pagadas en el periodo en el que la fábrica de Torrelavega recuperó su actividad, entre los meses de octubre de 2016 y febrero de este año, justo antes del estallido de la pandemia en Europa.
300 acreedores
A la espera de que vayan llegando ofertas vinculantes por los activos de la compañía, los documentos remitidos al juez apuntan a una deuda reconocida por el administrador concursal de 141,94 millones de euros solo para la cabecera del grupo. Si a esa cifra se le suman los créditos y compromisos insatisfechos de las filiales Viscocel y Celltech se rebasan con holgura los 310 millones de euros.
La lista de acreedores es abultada, pues recoge más de 300 nombres entre los que abundan administraciones públicas, pymes y entidades financieras.
Dentro del primer grupo cabría mencionar los 4,89 millones de euros que se adeudan a la Agencia Tributaria, otros 1,39 millones a la Tesorería General de la Seguridad Social, los casi 9,42 millones que se deben al Gobierno de Cantabria o los 298.592 euros pendientes de ingreso en las arcas del Ayuntamiento de Torrelavega.
Entre los acreedores que esperan la liquidación de la compañía para resarcir en lo posible lo que ahora mismo son pérdidas, aparece incluso el histórico expresidente de la propia Sniace, Blas Mezquita. El mismo que dejó la batuta de la compañía a Gema Díaz Real en enero de 2019, aparece como titular de una deuda subordinada de 75.428,57 euros más otra contra la masa de 98.076,97 euros. Siempre según la documentación redactada por los administradores.
Este informe actualizado de la situación real que atraviesan las finanzas de Sniace revela además que los dos accionistas de referencia de la compañía, que asumieron religiosamente su parte -y más que eso- en las sucesivas ampliaciones de capital celebradas por la firma, también esperan el cobro de algunas deudas.
De una parte, TSK Electrónica y Electricidad, la firma cabecera del empresario Sabino García Vallina, recibe el reconocimiento de deudas contra la masa por algo más de 9 millones de euros. Además, otros 14,98 millones entre otras deudas ordinarias y subordinadas. Mientras tanto, el también presidente de Naturhouse, Félix Revuelta, acumula un montante que asciende a 34.615 euros con la calificación de subordinada.
Ampliaciones con fiasco
En ambos casos, los dos empresarios también tienen comprometidos en Sniace los montantes con los que habían ido respaldando las sucesivas ampliaciones de capital de la compañía. En este sentido, los accionistas son los últimos en el orden de prelación para recuperar el dinero invertido, por lo que lo habitual es que se consiga salvar entre nada y muy poco.
Con estas premisas, los casi 82 millones captados con estas operaciones podrían sumarse a la suma de capital dilapidado en los 40 meses de vuelta a la actividad de la compañía. Una circunstancia que ha llevado a estos dos accionistas de referencia a optar por un perfil bajo en la búsqueda de alternativas para el futuro de la cántabra.
Muy distinta actitud es la que han adoptado los pequeños inversores, que siguen luchando a brazo partido para conseguir la máxima transparencia de la administración concursal y, además, ofertas de compra que concurran a la liquidación por toda la unidad productiva de Sniace. Una opción que facilitaría maximizar el valor de venta y, por extensión, compensaciones más amplias para los acreedores del grupo.
De este último grupo forma parte también un considerable número de extrabajadores de la compañía. Algunos están afectados por la situación a la que ha llegado Sniace por partida triple.
En primer lugar, porque han perdido su empleo. Segundo, porque los que eran accionistas han visto la exclusión de cotización de sus acciones como paso previsiblemente previo a la pérdida de todo su valor. Tercero, por los atrasos que en algunos casos la compañía tiene en el abono de sus nóminas.
Trabajadores en lucha
La documentación que ya obra en manos del juez Andrés Sánchez Magro, titular del Juzgado de lo Mercantil número 2 de Madrid, refleja cerca de 1,2 millones de euros pendientes de pago a los trabajadores de la cabecera del grupo, otros 1,5 millones a los de Celltech y otros 1,7 millones a los de Viscocel.
Con estos números no resulta extraño que sea este colectivo uno de los que más activamente está buscando y exigiendo una solución integral para el futuro de la planta de Torrelavega.
Todas estas cifras dejan en evidencia que el plan de reflote financiero que Sniace pactó con sus acreedores en el año 2015 se fundamentaba sobre expectativas que ahora se antojan demasiado ambiciosas. A pesar de la quita del 50% que asumieron algunos prestamistas, la deuda siguió creciendo mientras los precios de la celulosa no cumplían las previsiones trazadas, la retribución a la cogeneración menguaba y los planes industriales no se consumaban.
De momento, el administrador concursal sigue abierto a la recepción de ofertas, pero no terminan de llegar. Varias empresas e inversores se han interesado por los activos de Sniace -el presidente cántabro Miguel Revilla llegó a hablar de siete posibles oferentes-, pero no terminan de dar el paso.
Y es que parece que la viabilidad del proyecto sigue en duda a consecuencia del agujero patrimonial de más de 130 millones de euros que arrastra la compañía. En este sentido, la administración concursal apenas cifra en unos 177 millones el valor de los activos del grupo.
Este ha sido recientemente el caso de Ence. Tal y como publicó Invertia, la compañía de energía y celulosa recientemente apeada del Ibex 35 se desmarcó de la puja por su hasta hace poco rival después de haber mostrado interés en algunos de los activos que siguen parados en Torrelavega.