Ford Almussafes quiere un ajuste salarial para incrementar su competitividad. Así lo trasladó este lunes la dirección de la planta a los representantes de los trabajadores en la primera de las reuniones celebradas entre ambas partes para abordar el futuro de la empresa en la Comunidad Valenciana. Los encuentros son la antesala de la negociación del nuevo convenio laboral de la fábrica española, que caduca de forma inminente.
La multinacional americana, que está adelgazando su actividad en Europa, no ha anunciado todavía sus planes ni para Almussafes ni para la planta alemana de Saarlouis. En ambos enclaves crece la preocupación por quedarse fuera de los planes de futuro de la compañía. Los empleados de Valencia reclaman la adjudicación de nuevos modelos que garanticen la actividad y el empleo, pero la mercantil parece reclamar previamente un ajuste laboral.
"Para que vengan nuevos proyectos tenemos que ser más competitivos", informó este lunes la dirección a los sindicatos, según ha podido contrastar EL ESPAÑOL-Invertia. La firma contempla fórmulas como una congelación salarial, un incremento de la jornada laboral o la creación de una bolsa de horas que dote a la factoría de una mayor flexibilidad en la producción de vehículos, motores y mecanizados.
STM-Intersindical, en un escrito a sus afiliados al término de la reunión, manifestó este lunes que "la dirección propone que, para aumentar la competitividad, se han de replantear los temas salariales". Reclamó al respecto "la unidad del Comité de Empresa". "Está unidad es garantía de una mayor fortaleza en la Negociación con la Dirección", agregó, y avanzó que Ford "jamás encontrará a STM Intersindical en un acuerdo que dinamite derechos labores y económicos de la plantilla".
Se trata de un escenario similar al de 2007, cuando Ford Almussafes pactó con el sindicato UGT importantes ajustes que fueron la antesala de una apuesta decidida de la compañía por parte de la industria valenciana.
El peor dato en 9 años
La planta, como entonces, se encuentra ahora en un escenario muy delicado. Como informó este diario, el último ERTE aprobado en Almussafes, que detendrá por completo su actividad un total de 33 días por falta de chips semiconductores, hundirá su producción por debajo de los 165.000 vehículos en el presente ejercicio 2021. La cifra refleja la gravedad de la crisis provocada por el desabastecimiento de este componente indispensable para fabricación de automóviles, pues se trata del menor registro de la factoría valenciana en los últimos nueve años.
Según precisaron fuentes de la fábrica, la multinacional había producido alrededor de 132.000 coches hasta el último día de septiembre, fecha en la que trasladó su voluntad de detener la actividad durante 33 días. En ese momento, el calendario laboral de lo que resta de ejercicio se redujo a tan solo 22 días laborables, en los que Ford Almussafes, si retoma el ritmo de producción previo a este nuevo ERTE, tan solo ensamblará 30.800 coches más o, lo que es lo mismo, 1.400 cada día.
La suma ofrece la dramática cifra de 162.800 unidades, un dato que supone menos de la mitad que hace tan solo dos años, cuando Ford Almussafes se quedó cerca de los 346.000 coches en 2019. Ni siquiera fue tan baja en 2020, cuando el estallido de la pandemia obligó a parar la fábrica durante siete semanas consecutivas y se fabricaron alrededor de 230.000.
La multinacional no registra un dato tan bajo de producción anual desde 2012, cuando se produjeron poco más de 133.000. Fue justo el año previo a la irrupción del Ford Kuga en la factoría, vehículo que hoy es la joya de la corona de la planta y la máxima esperanza para superar la situación actual.
Desde aquel momento, la producción inició una fantástica escalada que multiplicó la actividad y el empleo en el sector del automóvil valenciano. El dato, a pesar de la crisis económica de entonces, creció a 228.000 coches en 2013, a 282.000 en 2014, a 388.000 en 2015, a 394.000 en 2016 y a 417.000 en 2017.
Tras alcanzar ese pico, descendió los años siguientes. Pasó a 381.000 en 2018 y a los mencionados 346.000 de 2019. Ford Almussafes sufría entonces los males que afectaban al grueso del sector: la menor compra de vehículos por las dudas de los clientes ante el auge de los híbridos y eléctricos, el castigo a la combustión y la consolidación de nuevas fórmulas de movilidad.
La pandemia frenó todavía más las compraventas, y a ello se sumaron las restricciones a la actividad propias del confinamiento. La producción de Ford Almussafes se hundió a 230.000 unidades en 2020, un tercio menos que un año antes, pero el sector confiaba en que fuera un golpe puntual.
No obstante, todo derivó en una crisis muy superior, la del desabastecimiento de los indispensables chips semiconductores que, en su gran mayoría, provienen de Asia. La escasez de este componente parece lejos de resolverse y está poniendo en jaque al conjunto de la automoción, un sector vital de la industria española.
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