España dará pronto el adiós definitivo al carbón. El cierre de las centrales térmicas, que comenzó en 2011, ha supuesto un paso muy importante en la transición energética del país, para combatir la emergencia climática y dar paso a las fuentes de energía renovables.
No obstante, el cierre de la centrales no supone únicamente abandonar los combustibles fósiles, sino que tiene un enorme impacto en los territorios donde éstas habían estado en funcionamiento durante décadas, empleando a la población local y generando prosperidad en los ‘pueblos del carbón’.
Ante este escenario cobra sentido el término de transición justa, es decir, la aplicación de políticas y medidas que permitan mantener y generar empleo y actividad económica en aquellas zonas con instalaciones térmicas en cierre. Aquí resulta fundamental el papel que las grandes empresas energéticas tendrán en el proceso de descarbonización. Entre ellas, Endesa, que ha apostado por “descarbonizar la sociedad sin dejar atrás a los territorios que tradicionalmente han vivido de la economía del carbón”, asegura Juan Álvarez Avello, director de Desarrollo de Negocio y responsable de los proyectos de reindustrialización de las centrales de carbón de Endesa.
La energética ha apostado por la descarbonización total de su actividad en todo el mundo para el año 2040, siendo un requisito ineludible el cierre de todas sus plantas de carbón. En España, Endesa había planteado esta meta inicialmente para 2030, pero finalmente se alcanzará tres años antes de lo previsto, en 2027.
Para continuar avanzando en su proceso de descarbonización, Endesa ya ha formalizado el cierre de sus últimas cuatro centrales térmicas en España. Tres de ellas se encuentran actualmente en proceso de desmantelamiento y la última, la de As Pontes en A Coruña, la central más grande del país, está aún esperando la aprobación formal a este cierre.
La clausura definitiva de las centrales supone la pérdida de la principal actividad industrial en estos pueblos, con los que Endesa mantiene una relación histórica. Es por ello que la compañía ha diseñado los planes Futur-e, para “encontrar una solución para las zonas cuya economía se basaba en el carbón y que ahora se ven muy afectados por el cierre de las centrales”, afirma Álvarez.
Estos planes se han diseñado junto a las comunidades locales afectadas y otros expertos para mitigar el impacto que el cierre de las centrales tendrá sobre el territorio desde un punto de vista social, medioambiental y económico.
El empleo, primer eje de los planes Futur-e
La central térmica Teruel, situada en el municipio turolense de Andorra, se encuentra en estos momentos en proceso de desmantelamiento tras su cierre definitivo en 2020. En paralelo a la solicitud de cierre, Endesa presentó su plan Futur-e para compensar el efecto que tendría el cese de su actividad, poniendo sobre la mesa una de sus principales prioridades: el empleo.
De esta manera, los trabajadores de la propia central y los de antiguas empresas contratistas (en total más de 200 personas) se ocuparán de las tareas de desmantelamiento durante los cuatro años que dure el proceso. Adicionalmente, Endesa ha promovido cursos de formación para los trabajadores y la población local con el objetivo de que accedan a las ofertas laborales de los futuros proyectos de la compañía en la zona.
Según explica el director de Desarrollo de Negocio de Endesa, “estamos trabajando intensamente para la formación para que en esos territorios se pueda conseguir la recapacitación de las personas”, en este caso, con la vista puesta en el sector de la renovables. No hay duda de que éstas son la energía del futuro y es, además, un sector con una demanda creciente de empleo. De hecho, según un estudio de la Universidad de Barcelona, España es el segundo país europeo con una mayor oferta de puestos de trabajo en el sector energético de las renovables.
Un futuro basado en la innovación
En diciembre del año pasado se ‘apagó’ definitivamente la central térmica Litoral, en Almería, después de estar 40 años en funcionamiento. Al igual que está ocurriendo con la central de Teruel, también serán los trabajadores de la antigua planta los que se ocupen de las tareas de desmantelamiento. Además de evitar la pérdida de empleo, Endesa también “busca activamente empresas que quieran instalarse donde nosotros teníamos las centrales de carbón para que los espacios y componentes de esas centrales puedan reutilizarse en otros proyectos”.
Este es otro de las bases de los planes Futur-e de la compañía, que trata de dar el relevo a su central de carbón con proyectos innovadores y sostenibles. Para ellos ha puesto en marcha, en cada una de las centrales que ha cerrado, un concurso internacional en el que otras empresas presenten sus propios proyectos para dar una segunda vida a las centrales.
“Las propuestas que recibimos las presentamos a una mesa de evaluación que está formada por el Instituto para la Transición Justa, los representantes de las Comunidades Autónomas, los alcaldes de los ayuntamientos de los pueblos afectados y la universidad de la zona. Y conjuntamente con Endesa decidimos, de los proyectos que se han recibido, cuál encaja mejor con el desarrollo futuro de la zona”, explica Álvarez.
En el caso de Litoral, se recibieron 14 propuestas de 10 promotores diferentes, de los que han pasado a la última fase de selección 6 proyectos. Todos están enfocados a diversas temáticas sostenibles como la economía circular, biocombustibles o economía azul, aquella que imita el funcionamiento de la naturaleza para la producción de bienes y servicios.
Nuevos proyectos de economía circular
En León, donde Endesa ha cerrado la central térmica de Compostilla, ya se han puesto en marcha dos proyectos de economía circular elegidos a través de concurso internacional y consensuados con cada municipio.
El primero de ellos, en la localidad de Cubillos del Sil, es una iniciativa de Endesa y Urbaser para el reciclaje de las palas de los aerogeneradores, que se prevé generará unos 160 puestos de trabajo.
Es una solución muy novedosa en el país, ya que “el parque de aerogeneradores que tenemos en España ya empieza a tener más de 20 años (la vida útil de los molinos es de alrededor de 25 años) y es necesario encontrar una solución para los aerogeneradores que ya no van a tener utilización”, comenta el directivo de Endesa.
Con un propósito similar se ha planteado el proyecto que Endesa y la compañía de gestión de residuos Sertego pondrán en marcha en Ponferrada. Una factoría de reciclaje de baterías de vehículos eléctricos que será la primera del país y que se prevé estará operativa en 2024.
La última central: adiós al carbón y bienvenida a las renovables
Otro pilar esencial de los planes Futur-e para la descarbonización de la economía es “sustituir cada MW que estamos perdiendo en carbón por MW de renovables”, proclama Álvarez. Para ello, además proyectos como los que se han puesto en marcha en León, la compañía está buscando “que haya nuevos proyectos de renovables en las zonas donde antes había carbón, para que esos pueblos afectados sigan siendo lugares donde haya industria de producción eléctrica”.
Ejemplo de ello es el cierre de la central térmica de As Pontes, en operación desde 1976. Aunque se solicitó en 2019 y aún no se ha aprobado formalmente, el plan Futur-e previsto para esta planta incluye un gran despliegue de energías renovables. Endesa se propone desarrollar aquí hasta 1.505 MW de capacidad eólica, que generará, además, 125 puestos de trabajo estable.
A través de los planes que Endesa está poniendo en marcha en estos ‘pueblos del carbón’, se piensa en la sostenibilidad y prosperidad a largo plazo como eje de una transición energética realmente justa para las comunidades locales. “Estamos buscando soluciones entre todos”, según Álvarez, “ y estamos consiguiendo que haya mucha atención sobre estas zonas para que las empresas puedan establecerse y seguir creando riqueza y empleo”.