"Estamos jodidos", pensó el pasado viernes, a las nueve de la mañana, Miguel Carranza, cuando tras pasar otra noche prácticamente en vela con sus dos hijas recién nacidas recibió la noticia de la quiebra de Silicon Valley Bank (SVB).
"Ahora parece que está todo más calmado, pero el viernes nos pusimos en modo crisis", cuenta el emprendedor sevillano desde su casa en California (Estados Unidos), en una conversación telefónica mantenida ayer lunes con EL ESPAÑOL-Invertia.
Entre 2017 y 2018 este ingeniero informático que estudió en la Universidad de Sevilla, de 35 años, fundó en Estados Unidos la empresa RevenueCat, un servicio de suscripción que permite a los desarrolladores mantener su propio sistema para gestionar las suscripciones a sus aplicaciones, junto con el ingeniero Jacob Eiting, también treintañero y al que conoció en un empleo anterior.
En 2020, RevenueCat daba ya soporte a más de 3.000 aplicaciones con millones de usuarios, procesando entonces más de un millón de dólares al día en pagos, y recibiendo un apoyo financiero de 15 millones de dólares de distintos inversores. En la actualidad la compañía emplea a 64 personas y está presente en 12 países.
Al igual que un gran número de empresas tecnológicas de reciente creación, RevenueCat venía operando hasta ahora con Silicon Valley Bank para el pago de nóminas, facturas, proveedores u otras operaciones. "El viernes nos encontramos con que ni podíamos pagar ni podíamos cobrar", resume.
"Aquí, en Estados Unidos, si no pagas a los empleados tienes que cerrar de inmediato, y el viernes pensé en cómo íbamos a ser capaces de pagar las nóminas a nuestros empleados si el banco había muerto", explica, "ese era nuestro mayor temor".
[El rescate del Silicon Valley Bank]
"Las empresas aquí pagan dos veces al mes, una de las nóminas tiene que pagarse pasado mañana, el día 15, y la gente vive muy al día, si no recibe la nómina no puede pagar la hipoteca, por lo que no puede haber retrasos", añade.
"Durante todo el fin de semana hemos estado analizando todas las alternativas posibles, buscamos lo más rápido posible otra cuenta bancaria para abrir, hemos recibido el apoyo de algunos inversores, que incluso se ofrecían a adelantar el pago de las nóminas si fuese necesario", cuenta. "También nos han llamado clientes o proveedores, pensando que también nosotros íbamos a quebrar, hubo momentos de pánico", comenta.
El socio fundador de RevenueCat, Jacob Eiting, también ha indicado que, tras unos primeros momentos de colapso, no hay "riesgo para nuestras operaciones". Incluso si todas las reservas de efectivo de la empresa desaparecieran, RevenueCat seguiría operativa, ha asegurado.
Para Miguel Carranza, la quiebra de SVB ha ocasionado a su empresa "una pesadilla operacional", pero lamenta que es posible que otras pymes tecnológicas, de menor tamaño que RevenueCat, puedan tener problemas más serios.