El tejido empresarial de nuestro país ha empezado a dar los primeros signos de cambio. La transformación digital impulsa la competitividad y capacidad de adaptación de las start-ups a un entorno empresarial en constante cambio.
España puede presumir de un sólido ecosistema emprendedor, en el cual las iniciativas de empresas emergentes tienen espacio para consolidarse y tener un largo futuro. Aunque la actividad de emprendimiento sea menor que en otros países, según el informe GEM (Global Entrepreneurship Monitor) España 2022-2023, existe “una dinámica emprendedora saludable y con potencial de crecimiento”.
Parece que cada vez más personas abrazan la idea de empezar un negocio propio, aunque en ello tiene mucho que ver la existencia de un contexto económico y social favorable. En nuestro país ese entorno propicio comenzó en los años sesenta y setenta, cuando se establecieron una serie de incentivos para favorecer el desarrollo y la creación de nuevas empresas con la apertura de la economía española. Posteriormente, la adhesión a Europa en 1986 terminó de abrir las puertas de nuestra economía y España comenzó a igualarse al resto de países europeos, también en materia de emprendimiento.
En aquellos años la figura del emprendedor, tal como se concibe hoy en día, no estaba consolidada. Fue a partir del siglo XXI, con el boom de Internet y las nuevas empresas tecnológicas, cuando se empieza a hablar de ecosistema emprendedor. Entre 1997 y 2001 hubo un periodo de crecimiento descontrolado de las empresas vinculadas a Internet que acabaría resultando en la denominada crisis de la ‘burbuja puntocom’, aunque la relación entre las empresas online y el emprendimiento continuaría su camino.
España cuenta con 11.100 start-ups que emplean a 140.000 personas.
Es el cuarto país europeo en número de empresas emergentes.
Casi el 60% de las iniciativas emprendedoras procede de los ahorros propios.
Más del 70% de los emprendedores empieza con menos de 30.000€. La inversión media son 20.000 euros.
El 49% de los emprendedores lo hace por vocación.
Las expectativas salariales son la principal motivación para el emprendimiento.
Los periodos de crisis siempre han estado estrechamente ligados a etapas de gran innovación y surgimiento de oportunidades. Algo que se puede observar claramente en las dos grandes crisis económicas del siglo XXI: la de 2008 y la pandemia de coronavirus, ya que ambas afectaron de forma similar al emprendimiento en España.
Como cualquier crisis de carácter global, tuvo un enorme impacto en cuanto a la destrucción de empresas y empleo, así como en la caída de las oportunidades para emprender. Los años 2009 y 2020 fueron los de menos creación de nuevas empresas en España en las dos últimas décadas (78.000 y 79.000, respectivamente, según datos del INE). Tras la crisis de 2008 el sector tecnológico emprendedor se convirtió en uno de los motores de recuperación económica. De hecho, el 75% de las empresas tech del sector emprendedor se fundaron después de 2009, según el informe Mapping Spain’s Tech Sector, elaborado por la organización de apoyo al emprendimiento Endeavor. A partir de 2010 las grandes ciudades, especialmente Barcelona y Madrid, se convirtieron en centros de innovación y emprendimiento, donde proliferaron ecosistemas tecnológicos y start-ups.
De forma similar, desde 2022 la tasa de actividad emprendedora parece recuperarse a niveles previos a la pandemia. Según se extrae del informe GEM España, los españoles han pasado de un 9% con intención de emprender en los próximos 3 años, en 2021, a un 9,4% en 2022, recuperando niveles que no se habían alcanzado hasta después de 2012. En momentos de crisis, el emprendimiento se convierte a menudo en una salida al desempleo, de manera que también coincide con la proliferación de start-ups. En 2023, el 6% de la población española adulta está arrancando un nuevo proyecto de negocio, impulsado, también, por la digitalización de casi todos los sectores económicos. El ecosistema emprendedor se comprende así de una amplia variedad de empresas, desde start-ups tecnológicas hasta emprendimientos sociales y pequeñas empresas.
El impulso de la transformación digital
La digitalización ha permitido a las empresas innovar, crecer y competir en un mercado global, al tiempo que ha transformado la forma en que se financian, se relacionan con los clientes y operan en el entorno. Las start-ups son el mejor ejemplo de resiliencia del ecosistema emprendedor. Tras la crisis del Covid-19 se registró un incremento en la creación de empresas emergentes y de operaciones de inversión, dando como resultado las dos mejores cifras de inversión en start-ups de la historia: 2022 cerró con 3.500 millones de euros invertidos, tras el récord de 4.300 millones de euros alcanzados en 2021.
El sector tecnológico es uno de los más favorecidos por la transformación digital en la que se encuentra inmersa la economía en estos momentos. De hecho, estudios recientes señalan que España es el séptimo país de la Unión Europea con mejores condiciones para crear una startup tecnológica. Las start-ups de este tipo han experimentado un auge significativo, sobre todo en sectores como fintech, inteligencia artificial, biotecnología o energías renovables. Se trata de empresas que han demostrado una capacidad notable para adaptarse y prosperar y que ahora atraen las principales inversiones.
Además del apoyo gubernamental a las iniciativas emprendedoras y las ayudas públicas, muchos emprendedores y start-ups deciden acudir a la financiación privada. Banco Santander es una de las entidades financieras más destacadas por su apoyo al emprendimiento y a las empresas. Desde la entidad aseguran que uno de los principales objetivos del banco en 2023 está siendo respaldar a las empresas españolas para que puedan hacer crecer sus negocios y afrontar de la mejor forma posible el actual entorno económico y la construcción de una economía más sostenible e inclusiva. Casi el 40% del crédito que Santander concede en España, está destinado a las empresas. Y con una cuota de mercado del 25% en pymes, se consolidan como el banco de referencia para las empresas españolas.
En este contexto, Santander ha creado un fondo de 100 millones de euros en alianza con Inveready y una oferta completa de soluciones, para impulsar el desarrollo de start-ups y empresas innovadoras con potencial de escalabilidad y crecimiento. A día de hoy, el mayor fondo de venture debt en España, pensado para empresas de base tecnológica con un uso eficiente del capital, que hayan levantado al menos una ronda de capital y que puedan alcanzar el umbral de rentabilidad en el medio plazo.
Barrabes.com, una tienda de material de montaña, fue la primera tienda española en la red. Abrió en 1995 y llegó a vender en 40 países.
La start-ups Panoramio, en 2007, se convirtió en la primera compra de Google en España. El buscador pagó entre 6 y 8 millones de dólares.
2006 vio nacer algunas de las empresas más destacadas de la historia del emprendimiento en España: Tuenti, Privalia o BuyVip.
En España desde 1998 se han producido 288 compraventas de start-ups valoradas en 12.800 millones de euros.
Para empresas en fases más avanzadas, que buscan escalar su negocio o expandirse a otros países, Santander pone a su disposición otras capacidades globales y servicios específicos y para las start-ups en fases más iniciales, la entidad ofrece líneas de financiación específicas para facilitar su despegue, con un circuito y un canal diferenciado y adaptado a las particularidades de este tipo de empresas.
A esto se suma una amplia oferta no financiera, como la posibilidad de disponer de los 27 Work Café urbanos que tiene el banco en todo el país para trabajar, celebrar reuniones o realizar eventos, con especialistas en start-ups en cada uno de ellos. O la iniciativa global Santander X, de apoyo al emprendimiento, que ofrece formación, asesoramiento y recursos de calidad, así como premios económicos y reconocimiento a los proyectos emprendedores más destacados y conexión con una comunidad global de mentores, inversores, emprendedores y expertos.
Santander X facilita acompañamiento desde las etapas iniciales de formación de la idea y lanzamiento al mercado, hasta su consolidación y expansión internacional. Anualmente ayudan a más de 1.000 proyectos emprendedores y start-ups españolas.
En general, la evolución del emprendimiento en España ha sido positiva en términos de crecimiento de start-ups, pero aún se requieren esfuerzos continuos para fomentar un ambiente emprendedor más sólido y sostenible.