Superar una pandemia nos ha hecho más disfrutones. Es una conclusión que explica en parte el auge de Aire Ancient Baths, una empresa creada en 2001 en Sevilla que propone recorridos de dos horas por aguas de varias temperaturas, masajes y tratamientos en aras de buscar la relajación perfecta. Quizá el estrés sea otro de sus motores: pocas actividades permiten ya dejar de mirar el móvil durante 120 minutos.
Todo esto destaca el consejero delegado de Aire, Amadeo Serra, para contar a EL ESPAÑOL-Invertia lo que ha pasado en los últimos años con la multinacional, que ha incrementado un 75% su facturación desde 2019. Ahora alcanza los 70 millones de euros.
"Es una cifra modesta", asegura, que puede incrementar hasta los 90 millones de euros dentro de tres años, cuando ejecute un ambicioso plan que pasa por abrir centros en el Upper East Side de Nueva York, Toronto y Los Ángeles.
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¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Los baños de Sevilla, que se enclavan en una casa-palacio de estilo mudéjar con casi cinco siglos de historia, han servido de punto de partida de esta propuesta, presente en España también en Almería y Barcelona, y que dio el salto internacional en 2012 en Tribeca, Nueva York.
Después llegaron Chicago, Copenhague y Londres. Siempre en edificios históricos restaurados: la fábrica original de Carlsberg en Dinamarca, o la que fue casa del autor de Peter Pan, J.M. Barrie, junto a Convent Garden. La fórmula les funciona: el 72% de su facturación se consigue fuera de España.
¿Por qué concentrar las aperturas en el mundo anglosajón? ¿Es más fácil la expansión allí donde culturalmente la oferta de unos baños tradicionales tipo árabes suponga un choque?
La realidad es que en el mundo del wellness la mayor parte de la demanda viene del mercado americano. Pero para decidir las ciudades además nos basamos en una serie de datos: que tengan mucha población, con un PIB per cápita elevado y donde se dedique una cantidad elevada a ocio, que estén entre las 20 principales ciudades del mundo, tanto hoy como en 15 años...
Cuando te vienes a Europa, ciudades con ocho o nueve millones de habitantes pues tienes Londres, París... se te caen las ciudades. Evidentemente, muchas pueden ser muy relevantes y en un futuro puedes atacar, pero actualmente el foco es otro.
Teniendo en cuenta este ritmo de expansión, ¿qué previsión de facturación tenéis para el corto plazo?
Pensamos que este momento de construcción y crecimiento puede perfectamente llevarnos a los más de 90 millones de facturación. Cada uno de estos centros en un periodo de dos, tres años, nos podría permitir llegar a esa cifra.
¿Cuál es el calendario para esas aperturas?
En Nueva York, para abril; Toronto, en la primavera de 2025, y en Los Ángeles, donde hemos firmado hace tres meses... nuestro proceso de construcción son 18 meses, más otros seis meses conseguir todos los permisos, nos vamos a dos años. Lo correcto sería entonces decir primavera de 2026.
Sorprende un poco un ritmo tan seguido de aperturas, ¿cuánto tardáis en recuperar la inversión de una apertura?
Tenemos un plazo medio que podría estar sobre los cinco o seis años.
La subida de facturación es muy acusada después de la pandemia, ¿qué ha pasado?
Es verdad que estamos en un entorno de madurez, pero también intentamos cada cuatro cinco hacer una reinversión en las instalaciones para aportar muchas propuestas de valor. Luego está también el tema de tratamientos. Generamos nuevos tratamientos que puedan encajar con tendencias más demandadas y eso es otro atractivo para que un cliente que haya venido tenga interés en volver y encontrar una experiencia diferente. Y luego sí que es verdad que yo creo que la pospandemia sí que ha traído, quizá para quedarse, esta demanda de cuidarse, darse tiempo para uno mismo... quizá es algo que ha entrado de una manera más intensa, y eso ha provocado que la demanda haya crecido.
Tenemos una sensibilización en ese sentido, y esto lo sabemos porque en nuestros centros teníamos muchas parejas, no sólo parejas románticas: podían ser dos amigas, madre e hija, etcétera, y en el caso de Estados Unidos pues una mujer que venía sola. Pero ahora este concepto de 'me dedico tiempo a mí' ha hecho que haya más personas que vienen solas en Estados Unidos, y también a España esto ha llegado de manera clara. Creo que esto es parte de ese cambio de hábitos que comentamos.
¿Vamos más a los baños porque somos más disfrutones después de lo que hemos pasado?
Yo creo que sí, claramente. En este sentido de que me tengo que cuidar; digo que no estoy disponible durante dos horas, desconecto mentalmente. No tengo teléfono conmigo en esas dos horas, por lo tanto, desconexión también tecnológica... me relajo... Sales de aquí sabiendo que te has dedicado tiempo.
Teniendo en cuenta cómo han cambiado las cosas, ¿ha cambiado también mucho el cliente? ¿Qué perfiles tiene y entre qué pueden escoger?
La pareja sigue siendo un 60% de nuestro cliente, pero pareja entendida como lo que te comentaba antes, en todas sus opciones posibles. Esa quizás es una parte importante. La gente viene con un concepto de que tiene una desconexión física y mental y también con un concepto de celebración: el cumpleaños de la pareja, el aniversario, etcétera.
Después también tenemos clientes que vienen a disfrutar de la experiencia solos, pero para nosotros los clientes son importantes en muchos ámbitos. Por ejemplo, está en el que le gusta la experiencia, se vuelve fan y convierte la visita en recurrente durante todo el año; también está el que disfruta y habla bien de nosotros a sus amigos o, directamente, guarda un buen recuerdo y compra una caja regalo a otra persona para que nos visite. Este es un tercer tipo de cliente. Porque las cajas regalo tienen varios precios y son asequibles para todos.
¿En qué rango de precios os movéis? ¿Qué es lo más económico y lo más caro que se puede hacer en Aire?
La experiencia ideal para nosotros tiene que ser experiencia de agua, el elemento básico. Tenemos más de siete piscinas: caliente, fría templada, de sal, de chorros... y eso compaginado con una experiencia que puede ser un masaje o ya un tratamiento especial. La experiencia completa sería disfrutar de los dos ámbitos. Eso es lo que recomendamos, porque tienes esas dos horas en las que logras la relajación con el agua y el tratamiento y eso es lo que te provoca que salgas flotando.
Eso es accesible a todo el mundo. Puedes empezar con lo más básico, que son los baños, y puede estar sobre 100 euros. Y luego te lo puedes llevar a lo más elevado, depende de lo que quieras: tratamientos de mayor duración, masajes de 30, 60, hasta 90 minutos, tratamientos de exfoliación o incluso algo más premium, que es el baño de vino, en una zona privada. Es un baño con la esencia de un vino, con una cata de vino, también con unos quesos. Lo más caro puede suponer que la experiencia ascienda a 350 euros por persona.