La empresa vasca que fabrica moléculas que luchan contra el cáncer
Quimatryx desarrolla fármacos contra dianas epigenéticas asociadas a patologías como el cáncer, las enfermedades neurológicas o las autoinmunes.
La ciencia sigue intentando resolver los enigmas que plantean multitud de enfermedades, como algunos tipos de cáncer o los trastornos neurológicos. ¿A qué obedece su aparición? ¿Existe algún mecanismo que inhiba su manifestación o frene su desarrollo?
Desde el punto de vista genético, existen numerosas mutaciones que nos hacen ser más proclives a padecer o no una enfermedad, pero en ocasiones, el problema no se encuentra en el propio ADN, sino en aquello que interpreta su información y la hace realidad.
Con el avance de las tecnologías molecular y genómica en el siglo XXI, algunas enfermedades se empezaron a abordar no solo desde el punto de vista genético, sino epigenético. Esta disciplina se refiere a los mecanismos que interpretan el ADN y regulan la actividad de los genes. Entre ellos se encuentran las histonas (las proteínas alrededor de las cuales se enrolla el ADN), que pueden determinar si un gen se activa o desactiva, influyendo así en el desarrollo y funcionamiento del organismo y generando, por ejemplo, enfermedades.
“En algunas enfermedades la cuestión no es que el ADN no esté bien codificado, sino que está en aquello que lo interpreta, y cambiar eso es mucho más sencillo que hacer un cambio sobre los genes”, explica Pedro Esnaola, presidente de Quimatryx. Esta empresa vasca desarrolla fármacos contra dianas epigenéticas asociadas a distintos tipos de enfermedades.
“Nosotros trabajamos sobre la epigenética, le ayudamos a que se den las condiciones para que lo interprete bien. Lo que hacemos son inhibidores epigenéticos, que consiguen que aquello que no pasa y debería de pasar, pase. Que aquello que frena que la información del ADN salga para poder defendernos de una enfermedad, deje de estar frenado y por tanto seamos capaces de que nuestro cuerpo se defienda”, continúa Esnaola. El cómo es química pura.
La respuesta está en la HDAC6
Quimatryx nació y se desarrolló en la Universidad del País Vasco, cuando unos catedráticos de química desarrollaron unas moléculas dirigidas a una histona desacetilasa concreta, la HDAC6. Esta tiene un importante papel en el desarrollo del cáncer, pues resulta esencial para la transformación de las células normales en células cancerosas. También se sabe que regula la proliferación y supervivencia de las células tumorales y promueve la migración del cáncer dentro del cuerpo.
Así, los primeros inhibidores desarrollados por Quimatryx se dirigieron, primero, contra el cáncer: “Linfomas sanguíneos, pero también los hemos probado en cáncer de páncreas y pulmón. Ha funcionado en tumores tanto sanguíneos como sólidos”, afirma el presidente de la compañía.
En la sede de Quimatryx en el Campus Donostia del Parque Tecnológico de Euskadi, explica Esnaola, “producimos las moléculas primero en condiciones que no son para humanos, a una escala de materia muy baja para los primeros ensayos celulares y en animales. Aquí lo que hacemos es ver no solamente que tenemos una molécula que funciona, sino también el desarrollo productivo para ver cómo se puede escalar la producción del compuesto”.
La compañía realiza entonces una prueba de concepto en animales y, si da sus frutos, “a partir de ahí es cuando buscamos acordar una licencia del compuesto con una empresa farmacéutica, que tiene la capacidad económica para hacer el ensayo clínico, el conocimiento para conseguir el registro de las agencias del medicamento y luego la red comercial para poder vender ese producto en los hospitales”, añade Esnaola.
Primeros ensayos clínicos en China
Por ahora, los prometedores resultados del primer inhibidor de HDAC6 (la molécula QTX125) desarrollado por Quimatryx para cáncer les han llevado hasta China. Hace unos dos años les contactó una empresa del país asiático para obtener la licencia de uso del fármaco y recientemente “ha conseguido la aprobación por parte de la Agencia China del Medicamento para comenzar los ensayos clínicos con nuestra molécula, tanto para linfomas como para tumores sólidos”, cuenta Esnaola.
“Detrás de ese ensayo clínico hay un escalado de dosis cuyo principal objetivo es demostrar la seguridad de nuestra molécula, pero que además nos aportará la información sobre qué dosis y en qué tumores funciona mejor. A partir de ahí, cuando generen esa información, intentaremos traer ese ensayo a España para tratar, en la dosis aceptada y en los pacientes a los que mejor les funcione, con ese fármaco”, augura el presidente de Quimatryx.
Pero además de sus aplicaciones para el tratamiento del cáncer, la compañía está buscando ampliar el abanico de acción de sus inhibidores contra HDAC6 para enfermedades neurológicas, como el síndrome de Rett, la enfermedad de Charcot-Marie-Tooth, ELA o Alzhéimer.
Estas patologías provocan “que las neuronas dejen de desarrollarse de manera morfológicamente correcta, y sabemos desde hace un tiempo que HDAC6 está ligado a estas enfermedades. Lo estamos probando en modelos animales con unos resultados muy esperanzadores, donde conseguimos que esas neuronas vuelvan poco a poco a regenerarse, limitando los daños generados por esas enfermedades”, explica Esnaola.
Alto riesgo, grandes beneficios
La investigación, desarrollo y aprobación de un nuevo fármaco tarda entre 10 y 15 años. Es un tiempo “en el que la financiación es complicada de obtener, porque el riesgo es muy alto. Al no ser una empresa al uso, hablar de una financiación bancaria sin ventas no es fácil”, revela Esnaola.
Para ello han acudido a lo largo de su historia a varias entidades financieras, obteniendo fundamentalmente el apoyo de Banco Sabadell, “que desde el principio nos escuchó, vio nuestras ganas y vio el producto que estaba detrás. Hay veces en las que de repente hablas con un banco y ve dónde estás, dónde quieres llegar, confía y te ayuda a que llegues. Ese riesgo no lo toma cualquiera y tiene que ser gente que en su ADN, nunca mejor dicho, apoye este tipo de empresas y de proyectos”, manifiesta Esnaola.
El apoyo financiero de la entidad permitió a Quimatryx escalar su producción para poder comprobar que realmente sus moléculas funcionaban. Paso a paso, la inversión se fue destinando a iniciar nuevas investigaciones para nuevas moléculas y abrir las puertas a la realización de más ensayos clínicos como los que la compañía iniciará próximamente en China.
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