Tener a Spiderman como gurú y luchar contra el pensamiento único: guía para adoptar la IA en la empresa y no caer en el intento
La formación es un pilar fundamental para ello, pero también unos altos estándares éticos, según lo desarrollado en el Congreso de CEDE.
La inteligencia artificial (IA) trae de cabeza a todos los estamentos de la sociedad. A los ciudadanos, a las administraciones y, cómo no, a las empresas, que no pueden dejar escapar un tren clave para su futuro inmediato. Y para el tejido socioeconómico español, ya puestos.
Por estas razones, el Congreso que acaba de celebrar la Confederación Española de Directivos y Ejecutivos (CEDE) en La Coruña se ha centrado en cómo adaptar la IA a la empresa española sin importar el tamaño... Bueno, más bien cómo adaptar a las empresas a la IA, que ya es una realidad. Y sobrevivir al proceso, claro
Isidre Fainé sabe mucho de cómo adaptarse al paso de los tiempos. El veterano directivo sigue en la cresta de la ola y puso sobre la mesa algunas de las claves de la situación. ¿Es la IA un riesgo? Sí, pero "el poder creador del riesgo es infinito".
El presidente de CEDE y de CriteriaCaixa dejó claro que la IA supone una "revolución para los negocios, con cosas que no se podían ni imaginar". Pero, avisa: "Puede propiciar el pensamiento único". Por eso, a la hora de abrazar esta tecnología, los empresarios y directivos deben "estar del lado de la creatividad, de la experimentación y de la libertad de pensamiento crítico".
Francisco Reynés también comparte esta visión. El reto de la IA para las empresas es, también, profundamente ético. Por ello, los empresarios necesitan tener "grandes pensadores" y gurús de referentes. Como Spiderman, por ejemplo.
El presidente ejecutivo de Naturgy puso de ejemplo al personaje de cómic por el mantra personal reivindicado tanto en sus historietas como en su vida cinematográfica: "Tener un gran poder conlleva una gran responsabilidad, y eso es la IA".
Una ética sobre la que también se debe formar a los trabajadores, sobre todo a los que vayan a interactuar directamente con la inteligencia artificial. "La clave está en la formación de las personas que la vayan a emplear. La IA puede tener efectos indeseados. Es como un cuchillo, que lo mismo sirve para cortar el pan que para matar".
Formación, formación y formación... Y más allá de los aspectos éticos. La inteligencia artificial arroja a empresarios y trabajadores al horizonte la formación cada vez más continuada, en un ámbito cambiante. También Fainé apuntó en esta dirección: "Tengo más de 80 años y sigo estudiando como cuando tenía 13", ha comentado. "La curiosidad intelectual debe ganar la batalla al continuismo".
De recualificación sabe mucho Telefónica, que ha organizado uno de los "mayores programas de recapacitación de Europa, con 23.000 personas a quienes hemos ayudado a reenfocar su carrera profesional". Lo contó José María Álvarez-Pallete, presidente ejecutivo de la compañía.
"El cambio da miedo, obviamente. Pero hay que hacerlo". En cualquier caso, se debe hacer con cabeza: tanto Álvarez-Palete como Reynés coincidieron en que la IA debe aplicarse a aspectos concretos (que deban ganar eficacia) de la actividad de la empresa, para ser más productivos. No de manera generalizada a todos los procesos, multiplicando las posibilidades de fracaso.
Eso sí: para que las empresas españolas sobrevivan a este proceso (y le saquen jugo a las correspondientes oportunidades de negocio), son necesarios cambios en el marco legal y jurídico. Una reglas del juego en el manejo de datos que no son compartidas en todo el Mundo y que los empresarios consideran que dejan en desventaja a la UE respecto a Estados Unidos y China.
Cuidado, la propuesta aquí no es caer en una suerte de Viejo Oeste sin reglas en el campo digital. Los empresarios piden "un marco regulatorio robusto", en palabras de Fainé, sobre todos en ámbitos como la privacidad y los sesgos discriminatorios que puedan generar los algoritmos.
Pese a ello, reclaman que la obsesión por "la regulación y el control" no impida la visión de las "grandes oportunidades" que genera la IA.
Queda trabajo, y queda adaptación. Pero no hay otro camino. Lo dijo el propio Felipe VI, en el cierre del cónclave empresarial: "Esto va más allá de algo puramente técnico. Vuestro papel es garantizar que la IA sea también un componente estratégico. Para sobrevivir, claro, pero también para seguir compitiendo en el nuevo entorno cada vez más inestable y cambiante".