
Sede de Indra en Madrid. Indra
Indra pone en su foco a Santa Bárbara de General Dynamics ante el "anhelo" de Sánchez de un gigante de la Defensa
Ambas empresas están condenadas a entenderse para culminar el desarrollo final del blindado 8x8 Dragón, básico para el Ejército español.
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El deseo de hacer una gran empresa española que aglutine los principales activos del país en el diseño y la producción de armamento y tecnología para la defensa, está generando más riesgos que alegrías al Gobierno y a la principal empresa implicada en ello, Indra, ahora presidida por uno de sus socios, Ángel Escribano, que es a la vez competidor con su empresa familiar.
El camino más corto que tiene Indra para lograr esta integración vertical y el control de toda la cadena de valor en la fabricación de armas y blindados es la vuelta a casa de Santa Bárbara, la que fuera gran empresa de armamento española y que se vendió hace 24 años a los norteamericanos de General Dynamics, en pleno declive, por cinco millones de euros.
Eso es lo que Ángel Escribano, el Gobierno español y las Fuerzas Armadas "anhelan" ahora, pero se han encontrado con la puerta cerrada para hacerlo "de buenas maneras". Al contrario, lo que se ha generado es un enfrentamiento entre dos de las principales empresas de la industria de defensa en España en el peor momento posible, cuando más unión exige la UE y más dinero se va a poner en el mercado europeo con su plan 'Rearmar Europa'.
Precisamente eso es lo que quiere aprovechar ahora el propietario de Santa Bárbara, General Dynamics, con presencia en otros cuatro países europeos además de España (Austria, República Checa, Alemania y Suiza) desde donde va a aprovechar los 800.000 millones de los socios europeos para defensa poniendo en valor su "demostrada" capacidad tecnológica y de producción.
General Dynamics, que factura más de 65.000 millones de dólares en todo el mundo, competirá de plano en Europa con los gigantes alemanes (Rheinmetall), británicos (BAE Systems), italianos (Leonardo) o franceses (Thales), entre otros que le andan a la zaga en el renting mundial. En ese escenario, es mucho lo que tiene que correr Indra y sus 4.500 millones de facturación para llegar a ser un actor relevante.
Seguramente los sistemas tecnológicos de Indra en áreas como las comunicaciones, el control áereo, los drones o cualquier producto avanzado están entre los más punteros de Europa y, es más, son muy valorados por los grandes del sector.
Eso, junto con la apuesta por Hispasat y el mantenimiento de Minsait en el perímetro de la compañía, es lo que le va a valer para crecer a doble dígito y llegar a los 10.000 millones de facturación en 2028, pero no de la noche a la mañana.
La batalla del 8x8
El otro gran reto es el 8x8 Dragón, el blindado estrella para el Ejército español, atascado en las especificaciones técnicas y en el que no tienen más remedio que llevarse bien, aunque no quieran, el tendel Indra-Escribano y General Dynamics, que es la que fabrica la 'armadura' que lo aglutina todo. Ambos conforman el consorcio Tess Defense, junto con la guipuzcoana Sapa.
Ese enfrentamiento no ayuda a que se puedan hacer compatibles con facilidad los tres sistemas de radio que lleva ese blindado, ni las transmisiones, la placa energética o el peso de la torre ametralladora, dentro del sinfín de avances que ha acumulado en el tiempo este "gigante" llamado a ser el orgullo del sector español de la defensa.
Ángel Escribano quiere dejar atrás los más de quince años que lleva en vigor el programa para centrarse en los cuatro últimos, desde que se renovó y se le dotó de la última tecnología antiminas y de comunicación y seguridad.
"Han surgido pequeños inconvenientes, pero toquemos madera, estoy convencido de que en las próximas semanas se empezarán a entregar los primeros once... ya mismo están", dijo en sede parlamentaria.
Más allá de la tecnología y ante los retrasos y malentendidos entre empresas, el Gobierno propició que Indra tomara la mayoría de Tess Defence para no dejar caer el 8x8 en lo que se supone que es su recta final.
Eso ya supuso, en octubre pasado, presionar a la cúpula de General Dynamics en Estados Unidos vía diplomática, ante su resistencia a ceder todo el poder a su socio y, a la vez, competidor. El mismo que ahora quiere comprarle Santa Bárbara con toda la tecnología que acumula.
Pero esas mismas presiones no se van a poder hacer igual para facilitar que General Dynamics ceda finalmente y venda Santa Bárbara a Indra. La situación de hace cinco meses y la de ahora han cambiado radicalmente en Europa y en EEUU.
Ahora es Trump quien vigila por el "bienestar" de sus grandes empresas de armamento y está dispuesto a tomar las medidas que haga falta. Y su relación con el Gobierno español, sin ser mala, no parece la mejor posible.
Tampoco había hace cinco meses sobre la mesa 800.000 millones de euros de los socios comunitarios para dotar a sus ejércitos aliados del mejor armamento posible. Ni Pedro Sánchez esperaba tener que encajar en sus cuentas un gasto de más de 30.000 millones al año para una cartera que, hasta ahora, nunca le había dado tanta guerra.