La 'era de los tipos negativos' impuesta por el Banco Central Europeo (BCE) en la Eurozona sigue provocando un considerable agujero en la banca. Y no solo por las apreturas que provoca en los márgenes del sector, que también, sino que tiene un impacto todavía más directo en la 'multa' que las entidades deben pagar a diario por el dinero que les sobra. 

Desde junio de 2014, la entidad presidida por Mario Draghi penaliza a los bancos por sus excesos de liquidez. Es decir, por el dinero de más, por encima de las reservas exigidas, que tienen en sus cuentas y que depositan de vuelta en las del BCE. Hasta entonces, les pagaba un interés por ellos. Desde entonces, y como incentivo para que no amasen dinero sino que lo presten, les cobra un interés. En concreto, el tipo establecido para la facilidad de depósito, situado ahora, y desde marzo de 2016, en el -0,40%. 

La factura acumulada por esta penalización desde que entró en vigor hace casi cinco años asciende ya a 18.500 millones de euros. Actualmente, y dado que el excedente de liquidez diario se mueve en torno a los 1,9 billones de euros -si, es el dinero que le sobra cada dia a la banca en la Eurozona, por exagerada que parezca la cifra-, la 'sanción' diaria alcanza los 20 millones de euros

CASI DOS AÑOS MÁS (POR LO MENOS)

El problema para el sector es que todavía tendrán que soportar este peaje durante una larga temporada más. La semana pasada el BCE aseguró que los tipos no se van a tocar "hasta al menos el final de 2019". El mercado va más allá y no cree que las subidas lleguen ni siquiera en diciembre, sino que las emplazan para la primera mitad de 2020.

En ese supuesto, y concediendo que al BCE le diera tiempo a elevar los tipos dos veces en 2020, parece difícil que la entidad se coma ese -0,40% en dos incrementos, puesto que se lo tomará con más calma. Por tanto, todo indica que los intereses de la facilidad de depósito llegarán a 2021 aún en terreno negativo. O lo que es lo mismo, a los bancos les aguardan todavía casi dos años de pagar la 'sanción' que supone tener que pagar unos intereses por el dinero que les sobra. 

POR ELEVACIÓN

Los dos elementos que concurren en esta situación, como son los tipos negativos y el exceso de liquidez, son 'hijos' de la crisis. Con el mercado interbancario cortocircuitado desde que los problemas bancarios asomaron en 2007 y 2008, el BCE se ha convertido en el principal abastecedor del sector, principalmente con las distintas rondas de financiación bancaria ideadas y lanzadas bajo la presidencia de Draghi. Como consecuencia, en el balance del BCE hay ahora 722.000 millones de euros en operaciones de financiación a largo plazo. A comienzos de la crisis, justo antes de que el BCE tuviera que empezar a bombear liquidez de urgencia para contener los primeros síntomas de los problemas que se avecinaban, las operaciones de financiación a largo plazo apenas sumaban 150.000 millones. 

"Varias de las últimas medidas del BCE pretenden mantener su balance 'grande', lo que garantiza que el exceso de liquidez en la Eurozona continuará siendo importante por un tiempo"

Como, además, entre 2015 y 2018 el BCE ha inyectado 2,6 billones de euros mediante las compras de bonos en el mercado, su balance ha engordado hasta los 4,7 billones de euros, cuando en agosto de 2007 se limitaba a 1,2 billones. Este incremento, justificado en el hecho de proporcionar dinero abundante y barato al sistema para reactivar el crecimiento, se ha efectuado 'por elevación' -mejor pasarse que quedarse cortos- para asegurarse de que al menos una parte llegara a la economía real -empresas y hogares-. Pero también ha cebado el exceso de liquidez, disparado hasta esos casi 2 billones de euros.

Y perdurará, porque ese exceso no se corregirá a corto plazo. De hecho, parte de las útimas decisiones del BCE, como es la reinversión del dinero procedente del vencimiento de los bonos que tiene en su cartera y la convocatoria de una ronda de financiación bancaria a largo plazo condicionada a la concesión de préstamos a la economía (TLTRO III), pretenden mantener 'grande' el balance del BCE y no generar restricciones de liquidez que encarezcan los costes de financiación en un contexto de desaceleración económica. 

Por tanto, el exceso de liquidez continuará siendo importante. Y como en paralelo los tipos de la facilidad de depósito permanecerán en negativo, la factura de los intereses negativos seguirá engordando para la banca en un contexto delicado para ella, no tanto por la generación de beneficios, algo que está consiguiendo sobre todo por la contención de los costes y la venta de productos con comisiones, sino por la baja rentabiidad que arrastra el sector, una rémora que también le penaliza en bolsa y que se ve perjudicada por la penalización que suponen los tipos negativos. 

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